Kara y Mon-El comparten un gusto por los libros usados, las tazas de café a medio beber, las canciones tristes, y los vuelos catastroficos en avión.
Por supuesto también está ese pequeño asunto sin importancia.
El secreto de un amor de juventud, ca...
Visitar una vez más un lugar donde has estado con una persona especial; era una de las cosas que más odiaba de Midvale desde Kenny, pero con el paso del tiempo el recuerdo de Kenny era solo eso, un recuerdo; porque nunca le volví a ver.
Después de eso, me marché a la universidad y me concentré en las clases y cuando regresaba a Midvale para las vacaciones solía pasar el rato con Felicity o Oliver, hasta que un año después de eso, finalmente se casaron y se fueron a Star City.
En mis siguientes vacaciones todo lo que hice fue encerrarme en mi habitación en la casa familiar, hacer video llamada con mis amigos de la universidad, repasar los libros para mis clases de periodismo y escribir un poco para la columna de actualidad y sociedad en el periódico de Nacional City Univercity.
Mi madre usaba los domingos en la tarde, su único día libre del trabajo como asistente en un consultorio de psicología, para pasar tiempo con Jonathan tirados en el sofá viendo películas, ya que Jonathan siempre resentía salir porque según él estaba demasiado exhausto de ir de un lado a otro en la ciudad de reunión en reunión con Victor Ardeen.
Así, que mi hermano y yo la pasábamos deambulando por el jardín o los alrededores.
Uno de tantos domingos, Clark quien ahora tenía trece, llevaba dos semanas castigado por no hacer sus deberes en casa, me suplico que lo sacara y lo llevara conmigo a pasear por la reserva del bosque de Midvale.
Al ver que había cumplido con su palabra el día anterior de terminar sus deberes, le saque de allí.
El lugar estaba tan frecuentado como puede estar todo un domingo.
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Le apliqué un poco de bloqueador a Clark en el rostro y extendí una manta en el suelo para colocar nuestras pertenencias, pero el solo se sentó recostado contra un árbol y saco su celular para revisar sus redes sociales.
-¿Me trajiste aquí para hacer lo mismo que estarías haciendo en casa? –pregunté indignada.-Si hubiera querido venir hasta aquí para acostarme me hubiera quedado en casa leyendo un libro.
El escuchaba claramente, pero hizo como si me estuviera ignorando, pero eso no lo iba a tolerar, así que me arroje a él para arrebatarle el videojuego de las manos y antes de que pudiera replicar algo, lo había arrojado al suelo y estaba haciéndole cosquillas.
-¿Kara? –llamó de nuevo el ahora sacudiéndome el brazo, pero no me moví.
-¡Kara! ¡Kara! ¡Ya basta! ¡Era broma! ¡Hahaha! ¡Tú ganas! ¡Hahahaha! ¡Haremos lo que tú quieras! –y aunque él continuaba sacudiéndose para zafarse yo no me moví.
