Kara y Mon-El comparten un gusto por los libros usados, las tazas de café a medio beber, las canciones tristes, y los vuelos catastroficos en avión.
Por supuesto también está ese pequeño asunto sin importancia.
El secreto de un amor de juventud, ca...
-¿Cuánto tiempo ha pasado? -preguntó Mon-El sin abandonar su postura relajada de brazos en la cintura mientras sonreía con su típica sencillez.
-Siete años -dije colocando mis manos alrededor de mis ojos para cubrirme de sol.
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Estando en otro lugar y bajo otras condiciones, tal vez me hubiera preocupado por el olor a sudor y polvo que llevaba encima de estar trabajando todo el día, pero estaba en áfrica en la mitad de un aeropuerto donde había personas y animales por doquier, no una gala de Midvale.
-Nunca pensé encontrarte aquí; la última vez que supe de ti, fue que tomaste un avión rumbo a México para un viaje de voluntarios y nunca más regresaste a casa.
-Han pasado muchas cosas desde entonces, jamás pensé que ese viaje me cambiaria la vida -dije en un tono amable pero distante.
Lo que al principio solo sería un viaje de dos semanas en México se convirtieron en siete años fuera de casa sin dar tiempo a explicaciones a mi familia; todos asumieron que mi vocación de querer ayudar a las personas pesaba más que cualquier otra forma de cortesía para con ellos, me trataron de altruista y nunca trataron de detenerme.
Pero en el fondo estaba siendo egoísta, no estaba orgullosa, pero hice lo que tenía que hacer por mí misma.
Al principio tuve momentos en que quería regresar a casa, pero al ver el lugar en el cual me encontraba, las personas que buscaban ayuda desesperadamente y mi deseo de marcar una diferencia en la vida de aquellas personas que no conocía pero que aun así sentía en incontrolable deseo de comunicarles que eran amadas y que eran valiosas, fue más fuerte.
-Me encontré con tus padres y tu hermano hace poco, ellos están bien, por si te interesa saber.
Lo apreció, pero están mejor sin mi allí.
No importa cuando me insistiera mi madre o mi hermano para regresar, aquel lugar había dejado de ser mi hogar para convertirse en un recuerdo constante de todo lo que le faltaba a mi vida.
Además, cuando Mon-El hablaba de mis padres sabía que se refería a mamá, realmente no pensaba que Jonathan me echara de menos; seguramente estaba ahora muy ocupado en su labor de dirigir el templo, ya que era él quien había quedado a cargo justo después de que Victor el padre de Imra falleciera, un suceso que por años dejo devastado Midvale y se convirtió en la punta del iceberg de muchos de mis problemas.
-La comunicación aquí no es un fuerte, pero gracias por mencionarlo, les enviare un e-mail en cuanto vaya a la ciudad -dije tratando de zanjar el tema, pero después de eso no sabía que más decir y tampoco quería preguntar por nadie más, de hecho, solo quería regresar con Alex para ir a casa.
