Kara y Mon-El comparten un gusto por los libros usados, las tazas de café a medio beber, las canciones tristes, y los vuelos catastroficos en avión.
Por supuesto también está ese pequeño asunto sin importancia.
El secreto de un amor de juventud, ca...
Nía me llamo temprano la mañana del jueves, quería que fuéramos al centro comercial a tomarnos un helado.
-Algún día necesito probar uno de esos affogatos, a Mon-El también le encantan -dijo Nía señalando mi helado mientras le roseaba un poco de café caliente por encima intentando ignorar su comentario.
Estábamos riendo y bromeando sobre cualquiera de sus anécdotas metiéndose en problemas, cuando Imra llego en compañía de Leslie y Gayle.
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-Vaya, pero que agradable coincidencia -dijo Imra con una sonrisa.
-No es una ciudad tan grande y es el único centro comercial que hay -dijo Nía.
-Por supuesto, de cualquier forma, es agradable ver gente conocida; Kara, por cierto, ¿Adivina qué? Lionel Luthor hablo con mi padre y nos invitó a su mansión el fin de semana, así que supongo que nos veremos allí -dijo Imra con una sonrisa que parecía honesta, pero que por alguna razón no me convencía en su sinceridad.
-¡Qué maravilla! -dije tratando de escucharme convincente mientras me metía una cucharada de yogurt de helado a la boca para pasar el mal sabor de su noticia.
A Lena no va a gustarle nada esto.
-Lo sé, va a estar increíble, recuerda llevar tu raqueta de tenis, ya sabes que el señor Luthor nunca se perdería de un buen torneo de dobles -dijo Imra.
-¿Oye, aguarda, no dijiste que irías con Mon-El al claro del bosque? ¿Qué vas a dejarle plantado? -preguntó Nía.
-Nía Mathews, tú siempre tan divertida, ¿Pero qué clase de novia crees que soy? Por supuesto que no le haría una cosa así, Mon-El vendrá conmigo por supuesto -dijo Imra con una sonrisa.
Trágame tierra y escúpeme en Krypton.
Tendría que enviarle un mensaje a Lena cuanto antes.
-Creo que podemos dar una vuelta mientras terminamos el helado -dijo Nía cuando Imra regreso a la mesa con sus amigas y me levante para marcharme con ella.
-¿Te encuentras bien? –pregunté a Nía después de un rato, quien iba atiborrándose de su yogurt de helado como si la felicidad se hallara en el fondo del recipiente.
-¿Por qué lo preguntas? –dijo lambiéndose lo último de la cuchara y arrojando el recipiente en un cubo de basura.
-Estás muy cayada desde que Imra apareció.
-¿Así que lo notaste?
-Bromeas, ambas son terribles disimulando que no se agradan.
