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By FrankCollen

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Imaginas de Luke Hemmings. That's all. [#3 en 5sos 07/07/2021] [#1 en lh 09/12/2020] [#1 en hemmo 09/12/2020... More

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𝐚 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐞
𝐞𝐱𝐭𝐫𝐚

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By FrankCollen

🎄

Entré al supermercado y lo primero que vino hacia mi, fueron los villancicos que inundaban todo el lugar. Había visitado tantas veces este lugar, que ya me había prendido el orden de las canciones. Podia apostar lo que fuera que solo dejaban reproducir la primera playlist que salía en internet, cada día, a cada hora.

Tomé un carrito y me dediqué a buscar todo lo de mi lista: vino, galletas, leche, dulces, comida congelada, y si me sobra dinero, más vino.

Busqué entre lo pasillos lo necesario para satisfacer mi propia canasta básica hasta llegar a la sección del alcohol. Repasé cada uno de los estantes, tratando de encontrar un buen vino, pero sin gastar demasiado. Mis gustos no son tan exigentes, así que cualquiera estaba bien.

Estaba debatiéndose entre dos botellas de vino, una estaba en descuento, mientras que la otra prometía un mayor porcentaje de alcohol, cuando uno un chico a mi lado, comenzó a cantar.

"I'm dreaming

Of a white ChristmasWith every Christmas card I write'May your days be merryAnd brightAnd may all your ChristmasBe white"

Frank Sinatra fue acompañado por la voz de un rubio que acomodaba la mercancía de un carrito. Todos los que estaban cerca de nosotros lo miraban asombrados por su voz. Si, debía de admitir que canta bien, pero era incomodo que la gente se acumulara a nuestro alrededor.

Al contrario de mi, para el pareció entusiasmarlo más y terminó usando la botella como micrófono. Incluso se acercó a algunas personas, incluyéndome, para que cantaran con él.

La canción llegó a su fin y los aplausos tomaron su lugar, siendo casi imposible escuchar el próximo villancico.

—Gracias, gracias. Ustedes han sido un publico fenomenal —decía mientras hacia un reverencia—. Gracias.

—Dios mío —murmuré al ver el espectáculo y ahí decidí llevar las dos botellas de vino. Dentro de una hora, ya no recordaría esto.

Cuando la multitud se disipó, fue mi oportunidad para escapar de ahí, pero mi carrito de compras chocó contra el de él, haciendo que me prestara mayor atención de lo usual.

—Lo siento —me apresuré a decir, mientras maniobré el carrito para alejarme de ahí.

Luego de unos pasos, escuché nuevamente la voz del chico llamándome, pero solo me hice oídos sordos y seguí caminando. No tenia ánimos para socializar y los villancicos ya me estaban provocando dolor de cabeza. Luego de pagar, me dirigí a mi auto para escapar a casa.

Las calles de la ciudad estaban iluminadas por las luces navideñas y las personas iban en familia a diversos destinos para celebrar las fiestas. Usualmente encendería la radio, pero no quería encontrarme con "All i want for Christmas is you" reproduciéndose en todas las estaciones. Quería llegar pronto a casa, así que decidí tomar un atajo y saltar toda la fila de autos que iban delante de mi. Ubiqué la siguiente salida y me preparé para tomarla. Lo que menos quería era tener un choque y esperar a la agencia del seguro para poder irme.

Pero, como dicen, la navidad es época de milagros y sucede lo que menos imaginas.

—¡Oh dios! —salí del auto y miré la abolladura en mi auto y como la llanta que ahora apuntaba en otra dirección—. ¡No puede ser!

—¡Lo siento! De verdad, no te vi. Fue mi culpa, me haré responsable de los daños —el otro conductor se acercó a mi, mientras yo no podia dejar de ver el golpe—. Espera, eres la chica del supermercado. Tu chocaste mi carrito y ahora yo choqué tu auto. Eso es curioso, ¿No lo crees?

Y magia navideña continua.

El otro conductor ser el chico cantante. Casi no lo reconozco por el gorro de Santa Claus puesto, pero claro que era él.

—Y tu eres el chico que se pone a cantar a la mitad del supermercado.

—Oh, si —miró al suelo avergonzado—. Una disculpa, Solo me emocioné y me dejé llevar. Antes pertenecía a un coro que todos los años cantaban villancicos en el parque central. Aún lo hago en ocasiones, también canto en eventos —procedió a buscar su billetera para sacar una tarjeta y entregármela—. No es por ser engreído, pero me han dicho que soy muy bueno.

Miré rápido la tarjeta. Luke Hemmings. Además traía sus datos como teléfono y dirección,

—¿Que tiene que ver todo eso con esto? —metí la tarjeta en el bolsillo y señalé el choque—. El seguro va a tardar años en llegar.

—Lo sé y lo siento. Yo me encargo.

Se alejó y fue hacia su auto para buscar algo en la guantera. Lo siguiente que hizo fue llamar a alguien. No sé que pretendía, pero esto no podría ser peor. Todos los demás vehículos comenzaron a rodearnos y el transito vehicular trato de recuperar su ritmo. Fui a mi auto y saqué una de las botellas de vino. Llevar un saca corchos en el llavero puede ser de gran utilidad cuando menos lo imaginas. Cuando la tuve abierta, caminé hacia la banqueta cercana y me senté a la orilla.

Le estaba dando el primer sorbo a la botella, cuando el regresó y tomó asiento a mi lado.

—Los del seguro llegarán pronto, o eso fue lo que dijeron. No sé escuchaban muy felices de tener que trabajar hoy —se rio—. Lamento lo sucedido. Seguramente te estoy atrasando para tu cena familiar. Mamá me matará cuando llegue a casa y el pavo aún no esté listo.

No entendía como hablaba tanto. Solo habían pasado cinco minutos de conocernos.

—Oh, no. Yo no hago esas cosas. Solo quiero ir a casa para beber y dormir en el sofá. ¿Quieres? —le ofrecí la botella, pero él la rechazó—. Tu te lo pierdes.

—¿No festejas Navidad? —negué.

—No me gusta la Navidad.

Pareció incomodarte mi aclaración, incluso se quitó el gorro de Santa y lo metió a uno de los bolsillos del abrigo. Nos quedamos mirando hacia la calle, viendo cómo los autos pasaban llenos de familias y como algunas personas caminaban detrás de nosotros. Yo seguí bebiendo, esperando a que el tiempo transcurriera más rápido.

—Sé que tal vez no sea de mi incumbencia —y ciertamente, no lo es—, pero, ¿Puedo saber el motivo?

—No creo que te interese.

—Estaremos aquí por un rato, y me causa mucha curiosidad saber cómo a alguien no le gusta una de las mejores celebraciones del mundo.

Al girar a verlo, me encontré con su mirada puesta en mí. Dándome toda su atención y por alguna razón, convenciéndome de hablar.

—No hay un motivo en particular —respondí con voz neutral—. Solamente creces y te das cuenta que no es la gran cosa. Cuando eres niño, todo lo ves mágico y lleno de amor, pero lo único que te interesan son los regalos. Solo piensas en eso. No te interesa tener que ir a cenar a casa de la tía, solo porque tienes un nuevo juguete y puedes soportarlo. No te preocupaba nada más que portarte bien para tener un regalo. Todo era más sencillo.

Tomé otro sorbo. Los recuerdos de las navidades de mi infancia hicieron que floreciera un sentimiento de nostalgia que no me gustó nada, así que traté de ahogarlo con más vino.

—Pero mientras más creces, ves que nada que es como lo creías. La gente pelea, se enoja y dicen cosas horribles durante todo el año. Tienes problemas que ni siquiera sabes cómo solucionar y te sientes tan mal que apenas tienes energía para levantarte. El mundo espera a que lo olvides y finjas estar en la familia perfecta por una noche. Como si un pavo relleno pudiera solucionarlo todo. Esa es la hipocresía en su estado más puro. Prefiero estar en casa, viendo la television, mientras bebo y como lo que se me antoje, en lugar de tener que responder preguntas incomodas.

Yo no tenía un evento trágico que me hiciera odiar la navidad. Tampoco hablaba específicamente en mí, pero con el paso del tiempo, me había percatado de muchas cosas que ignoraba en la niñez.

La navidad siempre ha sido para reunirse con la familia. Familia que no ves en todo el año. Con la que no puedes contar para pedir ayuda, o con la que llevas arrastrando un conflicto estúpido desde hace años. Te sientas en la mesa con personas a las que ni les agradas, o que ellos no te agradan, simplemente porque nos une un laso de sangre.

Las fiestas deberían ser para reflexionar y perdonar, si, pero para no seguir cometiendo los mismos errores y unir más a la familia.

—Eso se escuchó muy deprimente —comentó después de unos segundos.

—Pero no negaste nada.

—No puedo hacerlo porque es verdad. Pero también puedo decir que suceden cosas asombrosas en esta época del año. Las familias se reúnen, las personas se vuelven más altruistas y hay algo en el ambiente que te hace querer sentirte en paz —hizo una pausa para mirarme—. Es un pequeño descanso de todo lo demás. Supongo que cada quien vive estas fechas a su perspectiva.

Si, quizás también podia tener razón. Era agradable no escuchar a alguien tratándome de convencer de lo contrario. Es cansado escucharlo cada vez que saco el tema a relucir y se lo agradecí internamente. Le volví a ofrecer vino y en esta ocasión, aceptó.

Para mi sorpresa, una grúa y las personas del seguro llegaron en ese instante. Luego de narrar los hechos y encargarnos de los papeleos, el señor de la grúa prometió tener el auto listo en una semana, dado los días de descanso, necesitaba ese tiempo para repararlo.

No me quedó de otra que sacar las cosas de mi auto para buscar un taxi, pero el rubio de nombre Luke me convenció de llevarme a casa.

—Puedes dejarme aquí —señalé la esquina siguiente—. No es necesario que te desvíes más de tu camino, puedo caminar.

—Te dije que te llevaría a casa y eso haré.

Detuvo el auto frente a mi casa. Me ayudó a bajar las compras del auto y me siguió a la puerta principal.

—Gracias por traerme, no tenias que hacerlo.

—Creo que era lo menos que podia hacer, luego de golpear tu auto —me entregó la bolsa—. De nuevo, lo siento. Yo... tengo que irme... aun tengo un pavo en la cajuela de mi auto y...

—Si, tu madre se molestará —terminé por él, ganándome una sonrisa de su parte—. Ya puedes irte, gracias.

Se despidió nuevamente. Pude escuchar un débil "Feliz Navidad" tal vez no se atrevió a decirlo en alto, por la misma razón que ya no había vuelto a usar el gorro de Santa Claus. Cuando vi que se dirigía a su auto, le di la espalda y busqué las llaves en mi bolso.

—De hecho, yo... —su vos me hizo voltear—... ya sé todo lo que dijiste, pero... si quieres, puedes venir a casa a cenar. Quizás el pavo aun no está listo, pero hay más comida, mucho más. Mi familia está esperando, pero ellos te recibirán con los brazos abiertos. Solo si quieres.

—Yo... vaya... no lo sé —me había sorprendido bastante la invitación. No lo esperaba para nada. Acababa de conocer al chico. Realmente parecía que deseaba que aceptara, pero no quería arruinar la cena con mi adversión hacia estas fechas—... no creo que sea buena idea. Prefiero estar aqui en casa.

—Oh, si. Lo siento. Tal vez fue demasiado de mi parte —a pesar de estar apenado, sonrió y recuperó su camino—. Adios.

Entré a casa una vez que desapareció al final de la calle. Dejé la bolsa sobre el comedir y fui a la recamara para ponerme algo más cómodo. Luego de sacarme el pantalón lo arrojé al cesto de la ropa sucia para sustituirlo por uno más holgado, y así fue con el resto de la ropa.

Antes de salir de la habitación, regresé a revisar los bolsillos del pantalón. Siempre olvido sacar las monedas o tickets de compra que necesito guardar, antes de meterlo a la lavadora. Del primer bolsillo saqué la tarjeta que Luke me entregó luego del choque. Donde tenia su dirección y teléfono.

"Si quieres, puedes venir a casa a cenar. Quizás el pavo aun no está listo, pero hay más comida, mucho más. Mi familia está esperando, pero ellos te recibirán con los brazos abiertos. Solo si quieres".

Ahora no entendía como dudaba de cambiar la comodidad de mi casa, por una cena llena de extraños y de un chico con el que no había hablado antes.

Fácilmente podia ser un psicópata, pero eso era algo que tenia que confirmar.

Miré la tarjeta segundos más, antes de volver a tomar mi pantalón.

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Bajé del taxi, sosteniendo ambas botellas de vino, uno a medias y otra completamente llena. De acuerdo al taxista y a la tarjeta, esta era la casa de Luke. Toda la fachada estaba cubierta de luces de colores que parpadeaban siguiendo el ritmo de la música navideña.

Mientras caminaba a la puerta, pasé frente a la ventana que mostraba el interior del comedor. Ahí estaba Luke, en medio de toda su familia, vistiendo el gorro de santa y cargando un enorme pavo. Pareció sentir mi mirada, ya que antes de sentarse volteó a mi dirección.

Le sonreí y levanté las botellas de vino. No tardó nada en abrirme. De hecho, pude ver cuando se tropezó con la silla luego de verme.

—Si viniste —parecía tan feliz, que pudo convencerme de haber tomado una buena decisión.

—Yo.. si. Se escuchó muy bien cuando me invitaste y... bueno, aquí estoy. Pero no cantaré villancicos.

—Descuida, eso lo haré yo.

Me regaló una enorme sonrisa mientras se hacia un lado para dejarme pasar. Yo le regresé el gesto, sellando un pacto entre nosotros, que nos llevaría a pasar las siguientes navidades juntos.

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