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El viento fresco entraba por las ventanas de la habitación y los rayos del sol golpeaban resplandecientes los muebles del comedor. Había terminado mi desayuno cuando el consejero de mi hermano entró abruptamente.

—Su alteza real, su hermano el rey pide hablar con usted — dijo mientras agachaba su cabeza ligeramente en forma de reverencia. Yo quien apenas me ponía en pie no dije nada y solo asentí; me aleje de la mesa dejando de lado la servilleta de tela y me acerqué hasta él dejando atrás a mis cinco damas de compañía, mientras el indicaba el camino con su mano derecha.

Caminaba por los pasillos que me llevarían hasta los salones privados del rey junto a Douglas quien era el consejero del rey y su mas fiel compañero; ambos nos detuvimos frente al salón del consejo donde dos guardias custodiaban la puerta, estos vestían uniformes en color hueso con detalles en oro; al verme se hicieron a un lado y  abrieron las puertas. Al entrar al salón me topé con la figura de mi hermano quien estaba de perfil y se recargaba en su escritorio, mientras veía lo que parecían ser unos papeles junto a otros hombres de su gabinete, quienes se encontraban al rededor suyo.

— Oksana— dijo a la vez que su vista se levantaba y me sonreía — Me alegra verte hermana, tengo que hablar contigo de algo sumamente importante— Octavius se alejo de aquel escritorio y comenzó a caminar hasta mi, pasando de la larga mesa de madera.

—Dime hermano

—Matrimonio— dijo velozmente con un tono feliz y emocionado, su rostro parecía iluminarse como si la mejor noticia hubiera llegado a sus oídos, mientras que mi reacción fue diferente, mi mandíbula se tensó, mis dientes crujieron y mis puños se cerraron ante la negación de aquella palabra.

—Disculpe su majestad, pero no logró comprender —dije llevando mis manos en forma de cadena al centro de mi abdomen, intentando mantener mi compostura.

— Pues este año cumpliste los 18 y no hay nada mejor para un reino que formar alianzas con otros reinos... y estas se construyen a través de los matrimonios— dijo contento, mientras se paraba frente a mi y me miraba a los ojos un tanto desafiante.

— Entonces usted mi rey es quien podría formar esas alianzas... usted aún no tiene una reina— dije abruptamente. A decir verdad fue el coraje quien hablo por mi en ese momento, algo que nunca sucedía pues me habían educado a callar.

Cuando el rey escuchó lo que dije, se molestó y levanto una ceja, mientras detenía su paso y hacía una mueca, al ver eso recapacite y entendí que no debí decir eso, que era mejor callar.

— No solo beneficiara al reino, también a ti hermana, ya estás en edad de contraer matrimonio y el mundo entero lo sabe— el me dio la espalda y comenzó a caminar por la habitación mientras le indicaba a todo su gabinete que saliera del salón—Desde hace un año me han estado llegando ofertas de posibles candidatos para desposarte, pero después de un arduo trabajo de buscar a quien entregar la mano de mi bella hermana Oksana, una bella rosa de la pradera,  la joya de este reino— mi mandíbula se tensaba más y más al escuchar tanta estupidez que el hombre soltaba, pero dijo algo que comenzó a jugar con mis nervios— Por fin encontré quien será tu futuro marido— dijo sonriendo y dando la cara, mientras su sonrisa parecía esconder muchos secretos, mis dedos entrelazados se apretaban fuertemente— El rey Iorak Scalar de Norduslak

— Norduslak — susurre, mientras perdí la mirada en la nada.

—Así es hermana, iras al hemisferio Norte— mientras el terminaba su oración,
el ultimo de los hombres de su gabinete salía por la puerta dejándonos completamente solos.

Solo había escuchado de aquel lugar en mis libros de historia, un imperio al Norte,  muy lejano de casa. Mi madre me contaba historias de aquel lugar, pues ella había nacido en Fornax el reino mas próximo a este; las historias que me contaba eran  de hombres y mujeres salvajes que vivían en el crudo invierno del norte y donde existían criaturas feroces que vivían en sus bosques, sus aguas estaban congeladas y su invierno duraba casi el año completo a excepción de sus dos meses de primavera y un simple mes de verano.
Este era un imperio con el cual muy pocos tenían contacto debido a su lejanía y temor que provocaba.Era bien sabido que aquel imperio era uno de fuertes guerreros que no le temían a la guerra, la historia lo comprobaba, no había sido en vano como los antiguos emperadores habían conseguido tener el imperio mas extenso del mundo por eso los reinos del sur y cualquiera que supiera la historia, buscaban no meterse con ellos.

Un lugar extremadamente diferente a casa.

—¿Por qué él? ¿en qué le beneficiaría a usted majestad, mi compromiso con el?— pregunte desconcertada, mientras que mi ambicioso hermano rio — Iorak tiene el ejército más grande de todos los reinos... pero su ambición es corta— dijo mientras levantaba su rubia ceja y perdía su mirada en la nada —En cambio yo... lo que yo podría hacer con ese ejército— dijo altanero y codicioso; me quede en silencio y el se acercó a mi sigilosamente, me tomó de los hombros y me giro hacia uno de los espejo de plata que decoraban la pared del salón.

— Tu hermosa hermana, serás quien haga que este reino sea grande y poderoso...tu belleza— dijo mientras pasaba su mano por mis mejillas rosadas— Está hará que tu hermano sea el monarca más poderoso del mundo, nadie podrá detenerme y los demás reinos se doblegarán ante mi, todo gracias a la virtud y belleza celestial de mi dulce hermana— dijo mientras acariciaba mi cabello dorado, hasta rozar la tela de mi vestido rosa palo.

Yo solo miraba mi reflejo en el espejo, mientras me recorría un escalofrió al escuchar  la ambición de Octavius quien parecía perdido en sus ideas, en las cuales yo jugaba el papel principal. El siempre tuvo ideas y visiones diferentes, pero cuando nuestros padres murieron, creyó que debía hacer todo lo que mi padre ni ningún otro rey de nuestro reino había hecho, crear un imperio.

ROSA INVERNALWhere stories live. Discover now