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El día de la boda había llegado, todo el palacio se encontraba en gran estrés por los preparativos y por mantener contento al Rey Octavius, que esperaba que esta fuera la boda del siglo. La noche anterior no había logrado conciliar el sueño al estar pensando en las palabras de Plutarch y de lo que me deparaba en el futuro y el de este reino.

Mis damas desde tempranas horas del día comenzaron a alistarme, me pusieron aquel enorme y pomposo vestido blanco. Mi hermano me dejo usar la gargantilla de mi madre, la cual estaba hecha con perlas; un enorme velo colgaba del tocado que me cubría la cabeza, este estaba bordado en plata y tenia diamantes al inicio en mi frente simulando ser una tiara. Estaba a punto de salir de la habitación cuando alguien toco a la puerta, Zelda la abrió y suspiro sorprendida, entonces me hizo una señal de que me escondiera detrás de la puerta, yo corrí con mi ramo en manos y con ayuda de mis otras damas.

—¿Quién es? —susurre a Zelda, quien era la única que podía ver que había del otro lado de la puerta

—Es su majestad el Emperador Iorak, dice que trae un regalo para usted— dijo Zelda recibiendo el regalo, algo mas se dijeron y ella cerro la puerta. Entre sus manos cargaba con una caja mediana de piel, ella la abrió y las dos nos topamos con un brazalete de rubís y diamantes—Dijo que es un obsequio de bodas, el quería que usted la portara hoy en la ceremonia, es un brazalete que todas las reinas de Norduslak han llevado el día de su boda.

Tome la pieza entre mis manos y vi que era muy bella, entonces le pedí a una de mis otras damas que la pusiera en mi brazo izquierdo, mientras yo miraba los diamantes brillar bajo el sol que entraba por la ventana.

Salí del palacio para dirigirme al antiguo castillo Ryrack, el mas antiguo de mi familia, ahí era donde todas las bodas reales eran celebradas, en el salón de tronos. Mis damas iban frente a mi, entonces las puertas del gran salón se abrieron y todos me voltearon a ver, yo caminaba al centro de un largo pasillo que me llevaría por una escalinata. Levante mi vista y ahí estaba Iorak vestido de azul marino, un pedazo de tela negra le recorría el hombro derecho , pasándole por la cadera y rodeando su espalda, este era sujetado por una gran medalla en oro que tenia tallado el águila insignia de su casa real; sus hombros eran cubiertos por una capa de piel de lo que parecía ser de venado, teñido de blanco, esta llegaba hasta los pies y a su costado su espada empotrada en un cinturón de cuero negro, mientras que una botas negra de cuero le llegaban casi a al rodilla.

Yo caminaba por la escalinata cuando vi que mi hermano estaba en el balcón real, donde solo el Rey podía entrar, junto a este palco estaban otros donde se encontraba todo su sequito de consejeros y gabinete, los mas allegados a mi hermano. Pude ver en su rostro que se encontraba sumamente contento, pero detrás de esa sonrisa había un lado que me ponía los pelos de punta. Cuando llegue hasta Iorak este me regalo una pequeña sonrisa, mientras me veía llegar hasta el, voltee y vi que mis damas se habían quedado abajo. Iorak llevaba su cabello peinado hacia atrás dejando al descubierto su perfecto rostro de porcelana.

Uno al costado del otro fuimos recibidos por el gran ministro, quien dio inicio a la ceremonia, ambos tomamos asiento, uno junto al otro, pasamos toda la ceremonia rígidos sin vernos los rostros, yo solo veía a mi hermano a los ojos, quién constantemente me sonreía con gran satisfacción.

El gran ministro nos puso en pie, nuevamente uno al costado el otro.

—Su alteza real Oksana Pomelina Novalssom princesa de Andúne ¿acepta al Emperador Iorak Scalar rey del norte ?— yo con la mirada perdida y con mi suave y sumisa voz conteste — Acepto.

— Su majestad imperial Iorak Scalar rey del norte, acepta como su esposa a su alteza real la princesa Oksana Pomeline Novalsoom de Andúne?

— Acepto— dijo Iorak, mientras yo me sorprendía pues me parecía que era la primera vez que escuchaba su voz, una fuerte voz, muy profunda y grave.

Cuando dijo esto, el gran ministro tomo nuestras manos y las junto. Por fin nos tocábamos, yo con mi corazón acelerado me voltee hacia la gran corte y por detrás se escuchaba el gran grito del gran ministro confirmando nuestro matrimonio y todos los cortesanos nos aplaudían fervorosamente.

Ambos salimos de aquel salón de tronos, yo sujetaba mi ramo de rosas blancas con las manos temblorosas mientras nos dirigimos al balcón principal del castillo, para salir y saludar a la multitud, pues el reino entero sabia que la princesa del reino contraía matrimonio con un emperador. Cuando las puertas del balcón se abrieron, salimos a saludar a la gente y mi sorpresa fue toparme con una numerosa multitud , la mas grande que jamás haya visto, yo me quede impresionada y fue cuando sentí la mano de Iorak, quien sujetaba mi mano. Mientras saludábamos extasiados el la apretaba sin querer soltarla ni un segundo; era el máximo acceso físico que se nos había permitido hasta el momento y el no quería dejarlo.

Duramos un rato saludando a la multitud quienes felices nos saludaban y vitoreaban, hasta que mi hermano salió a saludar, este también se encontraba muy sorprendido de aquella impresionante vista, mientras meneaba su mano en el aire saludando a sus súbditos a un costado mío, me dijo entre dientes que regresáramos, yo simule no escuchar pues era la primera vez en mi vida que veía tanta gente... y que ellos me veían.

Mi hermano siempre se aseguro de mantenerme escondida de los cortesanos y de la población en general, por lo que para muchos era un misterio mi persona. A mi hermano parecía molestarle la atención que Iorak y yo atraíamos, pues el siempre era el centro de atención. Volvió a repetir que ya era momento de que nos metiéramos, pero esta vez lo dijo mientras me tomaba de la muñeca la cual comenzaba a apretar, Iorak se dio cuenta de la situación y lo miro desafiante, se puso aun mas tenso, cuando escucho que Octavius le estaba dando una indicación. Octavius se dio cuenta de la penetrante mirada de Iorak, donde solo sonrió disimuladamente y se metió al castillo, entonces Iorak me miro a los ojos y se metió en silencio.

Mis damas entraron a la habitación y acomodaron mi vestido, pues los cortesanos habían pedido que se pintara un retrato mío y de Iorak. Mientras dejaba de lado el drama familiar y veía como Octavius nos daba la espalda al salir de la habitación, me pare a un costado de mi ahora esposo. El pintor pidió poner mi mano con mi brazalete de rubíes en el pecho de Iorak, acto que me puso las mejillas rosadas de la pena, pero a Iorak pareció agradarle mucho que portara su brazalete familiar. El pintor hizo un bosquejo rápido y prometió terminar el cuadro dentro de seis meses, mi hermano había prometido que cuando volviera a casa de visita el cuadro estaría listo y colgado en el Palacio de Calas

Mis damas me llevaron a un cuarto dentro del castillo, para quitarme el pesado velo y el tocado que cubría mi cabeza entera para por fin dejar ver mi cabello dorado, el cual se encontraba recogido en un hermoso peinado. Ellas me ayudaban a moverme de un lugar a otro, pues aquel vestido era inmenso y pesado por toda la pedrería que llevaba bordada.

La fiesta se celebraría en el salón de baile, todo ya se encontraba preparado. Mis damas me habían informado que ya todos los invitados estaban en aquel lugar, incluso mi hermano y Douglas, todos esperaban a los novios.

Sali de mi habitación para dirigirme al salón de baile, camine por la alfombra roja para toparme a mi marido, el me miro serio como siempre, pero intuía su nerviosismo el cual dejaba ver con su respiración; el simplemente tomo mi mano y le indico a los guardias que abrieran las puertas, pues la pareja real entraría al gran salón.

ROSA INVERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora