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Tal y como él lo dijo sucedió, el se tuvo que ir a seguir la gira a pesar de su deseo de querer estar conmigo. Todo el tiempo estuve encerrada en aquella habitación, pegada a una cama. Casi todos los días la reina Annia enviaba un buque de flores, pues yo no podía bajar a tomar aire fresco. Tomaba el desayuno en mi habitación y por las tardes me visitaban mis esclavas, con las que platicaba, ellas me cuidaban y me complacían para que estuviera mas comoda, pero a quien disfrutaba tener mas era a Wilhem ya que lograba tener interesantes pláticas con el.

Había pasado una semana y ya comenzaba a aburrirme, por lo que le pedí a Wilhem que mandara a construir una silla con ruedas, la cual pudiera ser llevada por alguien, el se encargó de hablar con el carpintero del reino y pedir que la silla estuviese para finales del mes.

—¿Como han estado las cosas ahí fuera? — le cuestione mientras me recargaba sobre la cabecera de madera de mi cama. 

—Lo normal, me entere que la reina Annia y su hija Lylia la visitaron—comentó Wilhem mientras tomaba asiento en la silla que se encontraba en la esquina de la gélida habitación.

—Si, es la primera vez que lo hicieron desde que sucedió esto, su cita fue breve y fría — dije mientras le daba un sorbo a mi te.

—Se hablan muchas cosas allá afuera

—¿A sí? ¿has estado escuchando?

—Usted me pidió que le dijera lo que la gente habla, aunque estas no fueran buenas— cuando el me dijo esto recordé cuando le grité, entonces me mordí el labio.

 —¿Dime qué es lo que dicen?

—Que la princesa Lilianka no la ha visitado por una razón

—¿No le agrado?

—Es lo que se murmura allá afuera

—No me sorprende, si me muero ella toma mi lugar — reí mientras me aproximaba a darle otro sorbo a mi te, comentario que Wilhem tambien encontro chistoso.

—También se habla de que la única razón por la que debería estar en cama es por estar embarazada, que una verdadera emperatriz no pasaría tanto tiempo en cama

Cuando escuché aquello me exalte y me recargue en la cabecera de mi cama, haciendo que mi pierna doliera y comenzará a quejarme.

—De verdad tienen que estar recordandome todo el tiempo lo mala que soy en mi papel de emperatriz — grite furiosa, a lo que Wilhem se paró para ver que mi pierna estuviera bien.

—Solo son murmullos de las paredes su majestad imperial, no les tome importancia

—Tienes razón, qué saben ellos de lastimarse una  pierna— lo hice a un lado diciendo que estaba bien, por lo que  él volvió a tomar su lugar; mientras veía como él tomaba asiento vi que en él tenía un confidente y alguien que me entendía, alguien que se preocupaba.

— ¿Por qué eres esclavo Wilhem?— cuando pregunte esto él miró en otra dirección y después de un rato volvió a hablar. 

— Mi madre me vendió como esclavo y me compro el panadero del palacio de Nunooh, ellos me criaron como su hijo, pero nunca deje de ser su esclavo, por eso me vendieron al emperador Iorak

—¿Iorak te compro?— le cuestione sorprendida.

—Para usted, su majestad— cuando él dijo esto me quede boquiabierta y le mire a los ojos— mi padres adoptivos necesitaban dinero y Iorak siempre les quiso mucho, por eso les ayudo con mi compra.

Se me hizo un nudo en la garganta al saber eso, saber que las personas se vendían como objetos, entonces le mire a los ojos nuevamente— Te libero— Wilhem se sorprendió por lo que le dije y me miró sin poder entender.

—Eres libre ahora, te liberó. Ya no eres mi esclavo, si vas a estar a mi servicio es porque quieres, no porque eres mi esclavo— él me miró estupefacto y se puso en pie, sin saber realmente que hacer, por lo que rápido se hincó a un costado de mi cama.

—Le agradezco su majestad imperial, le estaré eternamente agradecido

—No me tienes que agradecer nada, ahora eres libre, aunque me duela perderte... si te quieres ir lo puedes hacer y quien te cuestione diles que yo tu emperatriz te otorgue tu libertad— el casi en lágrimas tomó mi mano y la beso.

— Es más, traeme un papel, te daré por escrito tu libertad para que pase lo que pase tu tengas mi firma. En aquel cajón hay papel, solo busca una pluma — dije mientras le señalaba la cajonera al final de la habitación, el rápido corrió y sacó una gruesa hoja de papel; el comenzó a pensar y salió de la habitación, a los minutos volvió con una pluma y tinta. El acerco hasta mi un libro para poder apoyarme, comencé a redactar en aquella hoja y la termine con mi firma.

—Toma Wilhem, eres libre— le dije dándole la hoja, cuando el la tomo en sus manos sus lagrima comenzaron a escurrir.

 —Jamas dejare su servicio, sere su fiel sirviente...libre de elección

Había pasado un mes y por fin el carpintero había terminado mi silla, con esta Wilhelm me daba paseos por el castillo, después de las comidas, algunas veces me topaba con la figura de la reina o el rey, pero jamás de sus hijos. Pasaba casi todo el día con Wilhem incluso nos habíamos vuelto unos adictos al juego de las cartas, juego muy característico de Andúne, el cual jugábamos hasta altas horas de la noche.

Iorak volvió como prometió; contento me entregó los presentes que las tribus habían enviado para mí y para mi pronta recuperación. Iorak me contó su travesía entusiasmado, yo me encontraba contenta de ver que el comenzaba a abrises poco a poco a mi. La primer noche el se quedo a dormir en la habitación conmigo, pero a pesar de que le insistí quedarse en la cama, él no quiso molestar y durmió en la silla en la que Wilhem siempre se sentaba.

Los siguientes días él tuvo ciertas actividades con el rey Jaimich, mas sin embargo todas las mañanas pasaba a saludarme, muchas de estas me encontraba dormida y Revna decía que él me veía dormir para luego retirarse a sus actividades diarias; como él se ausentaba a lo largo del día, no lo encontraba por los paseos que daba junto a Wilhem después de mis comidas.

Ya a pocos días de irnos, Iorak me dijo que iría a practicar tiro al arco, que quería que lo viese practicar, algo que me entusiasmo pues era la primera vez que volveríamos a estar juntos en el exterior. El me cargo hasta llegar al patio, me dejó sobre la silla en la parte de visitas, Wilhem tomó asiento a lado mío, el me trajo una pesada piel de oso para cubrirme pues comenzaba a nevar y el verde del bosque se comenzaba a volver blanco.

Cuando Iorak calentaba vi como la Reina Annia junto a sus kyrias llegaron a ver a Iorak practicar, estas me saludaron y yo hipócritamente también lo hice, pero afortunadamente se sentaron lejos de mi. Intente ignorar su desagradable presencia cuando en eso veo que Iorak saludo a alguien y vi la figura de Lilianka acercarse, llevaba su cabello trenzado y vestía un abrigo blanco de piel que combinaba con su cabello y sus ojos violeta.

ROSA INVERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora