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Había pasado una semana desde nuestro compromiso, pero mi vida siguió igual, la misma rutina, el mismo lugar. Seguía sin poder ver a Plutarch y ni hablar de mi prometido. Sabia que se quedaba en el ala opuesta de mi habitación y que pasaba la mayor parte del tiempo con mi hermano, incluso una de mis damas mas confidentes me conto que algunas veces el emperador Iorak preguntaba si volvería a verme a antes de la boda, lo que siempre era evitado por Octavius.

— Su alteza tengo algo para usted— dijo Zelda en voz baja, ella saco una carta del bolsillo de su vestido azul marino, era de Plutarch; la tome y me retire a la ventana alejada de las demás, para así comenzar a leerla. En ella Plutarch me saludaba y me deseaba suerte en este compromiso, pero también me decía que era lo que sucedía haya fuera; me explico que mi hermano ya había comenzado las negociaciones con Iorak para que este le cediera un ejercito , también dijo que el emperador se iría lo que restaba del mes al reino de Bizbaroc vecino al sur de nuestro territorio, en una visita de estado.

Termine de leer la carta y la guarde en el bolsillo de mi vestido, para en la noche quemarla en una de las velas de mi habitación.

Había pasado justo el mes y el palacio se preparaba para la boda, mis damas de compañía ya tenían listos sus vestidos en seda color plata, mientras el mío reposaba en una habitación del castillo esperando ser usado. Paseaba por los jardines del palacio cuando Zelda llego a paso rápido, pero sin levantar sospechas de los guardias que siempre se encontraban presentes; ella me entrego una carta, nuevamente era de Plutarch, quien me contaba lo que había hecho ese mes y los planes de mi hermano, menciono que Iorak llegaría justo una semana antes de la boda, pero que mi hermano tenia ya preparado una semana llena de actividades para realizar junto al emperador.

La semana había llegado y tal como me había dicho Plutarch, Iorak se fue de cacería con Octavius, lo que hizo posible mi encuentro con Plutarch. Zelda me despertó en medio de la noche, me vistió y me llevo hasta Plutarch quien me esperaba en una pequeña habitación que tenia vista al lago del palacio y el cual cruzaba el extenso y mas grande bosque de Andúne.

—Oksana es maravilloso volver a verte— dijo Plutarch abrazándome fuertemente a la luz de las velas, yo correspondí su abrazo contenta de volver a verlo.

— Te extrañe mucho— dije aun en sus brazos — Estoy algo molesta con Octavius— cuando dije esto el me alejo de el y sujeto mi rostro con su mano izquierda —¿Estas molesta?

—Algo— dije bajando mi vista

— Eso es nuevo en ti... y me agrada, tu hermano es un hombre... no del todo lógico— dijo cuidando extremadamente sus palabras, yo pase saliva y no dije nada — Es tanta su ambición que si tiene que vender a su hermana ... su propia sangre lo hará con tal de obtener lo que quiere—me recorrió un escalofrío cuando escuche eso y me volví a quedar muda— Te traje aquí para advertirte sobre tu hermano, cada día que pasa es un ser mas irracional y la gente comienza a notarlo.

— De que hablas, así es el, siempre ha sido así... un tanto extremista— dije mientras desviaba la vista de la de el y tomaba asiento en una pequeña silla de madera desteñida.

— Abre tus ojos Oksana, Octavius es un hombre muy inestable y errático... incluso malvado— dijo mientras en un desespero se agachaba ante mi y sujetaba mi rostros con sus ásperas y fuertes manos— Nos preocupa el futuro de la corona.

— ¿Cuándo dices ''nos'' a quienes mas te refieres?

— A algunos nobles y terratenientes, que no están de acuerdo con las políticas de tu hermano

— ¿Estas diciendo que se esta creando una oposición a mi hermano?

Plutarch hizo una leve sonrisa y bajo su mirada brevemente.

—Han habido algunos levantamientos al norte y sur del reino, pero estos ya fueron aplacados... si destruir sus hogares y matar a algunos cuantos significa calmar las aguas—dijo irguiéndose.

Cuando escuche esto abrí mis ojos sorprendida, sin creer realmente lo que acababa de decir, cuando se volvió a dirigir a mi, hincándose para tenerme a su altura— Estas en las penumbras y no es tu culpa, el se ha encargado de que tu no sepas nada y nadie sepa nada de ti.

Lo mire a los ojos seria, pues sabia que lo que el decía era verdad

—Lo que te trato de decir es que Octavius tiene remplazo, la segunda en la línea de sucesión eres tu, por eso es que te manda tan lejos, para que no seas tu quien le quite la corona, o seas utilizada como imagen en contra de su gobierno.

— De que hablas Plutarch—dije mientras me alejaba de el y me iba al otro lado de la habitación un tanto abrumada.

— Por eso te tiene sumamente controlada y recluida, no quiere que nadie tenga acceso a ti, así no podrán usarte en su contra.

— Yo no quiero quitarle la corona a nadie... yo no nací para ser reina— Plutarch me tomo de los hombros y dijo muy en serio — Eso es lo que el te ha hecho creer, pero tu eres la mas apta para hacerlo, naciste para llevar la corona— no conteste nada y solo me quede en silencio, entonces el me soltó suavemente y se alejo— Pero ya es muy tarde, ya te comprometió con un hombre salvaje, que te llevara muy lejos de aquí, le entregará el ejercito mas grande y fuerte que puedas imaginar y a su vez eliminara a su amenaza principal... tu — dijo mientras se iba a la ventana a ver el lago que era iluminado por la luna.

— Me asustas con tus palabras — dije mientras me abrazaba a mi misma, el se volteo y me vio con una mirada perdida.

— Debes estarlo, Iorak Scarlar y el reino de Norduslak son lugar muy diferentes a este, no tienen las mismas reglas que los reinos de esta parte del mundo, literalmente tu hermano te prometió a un hombre salvaje, debes estar lista, por que no habrá nadie ahí quien pueda salvarte, estarás a muy lejos de casa.

Yo rápido comencé a llorar por el temor de las palabras de Plutarch y corrí a abrazarlo.

—Lo siento, yo debí de haber evitado esto, desde que eran niños vi su locura pero no lo quise aceptar... debí haber hecho algo, ahora es muy tarde — mientras el hablaba yo lloraba en silencio preocupada por mi futuro y el del reino —Prométeme que te cuidaras y que te harás fuerte — dijo intentando verme a la cara.

—Lo prometo

—Debes dejar de creer en tu hermano, es hora de que seas fuerte se que esa fortaleza existe en ti, pero tu Octavius la reprimió... debes sacarla para sobrevivir o los lobos te comerán mi querida y valiente Oksana— dijo mientras yo me sujetaba a el asustada y perpleja por sus crudas palabras.

ROSA INVERNALOn viuen les histories. Descobreix ara