12

579 49 2
                                    




La cena fue un gran festín donde claramente se sentía en el aire que había una celebración, estas eran tan diferentes a las de casa, eran más vivaces y largas.  Cuando llegó la hora de irnos a dormir Hilde me llevo hasta mi tienda, pues dijo que Iorak dormiría conmigo una vez terminada la celebración, es decir la noche del tercer día.

A la mañana siguiente me desperté por el frío que entraba por las cortinas, fue cuando vi que mi tienda estaba llena de mujeres, las cuales se encontraban alrededor mío. Voltee a mi izquierda y vi que Hilde tenía una bandeja llena de fruta.

—Todas han traído las mejores frutas para ti —tome la bandeja y la mire sorprendida, había de tantos colores y tamaños, entonces mire a Hilde—¿Cómo digo gracias?

Pridank.

Miré a las mujeres y repetí aquella palabra, entonces ellas comenzaron a sonreír y a cantar, mientras yo riendo degustaba mi desayuno. Salí a caminar entre las tiendas, mientras todos se preparaban pues los hombres saldrían a mar abierto a pescar.

—¿Tendré que ir yo?—cuestione a Hilde quien también veía como los hombres preparaban el bote para zarpar al medio día

—No—ella me volteo a ver a los ojos—Tú tienes otras cosas que realizar—cuando dijo esto yo recordé el baño de ayer y me puse tensa, mientras veía como ella se retiraba a su tienda para organizar a las mujeres.

Llego el medio día y mientras todas salíamos a despedir a los hombres, quienes traerían la cena, entre ellos Iorak quien ahora buscaba demostrar el poder que el también tiene sobre los océanos.

Llegada el atardecer, las mujeres salieron en busca mía. Me encontraba en mi tienda descansando y mientras yo pase mi día haciendo esto, un grupo de mujeres preparaban una mezcla azul índigo, un trabajo laborioso que de acuerdo a Hilde toma horas sacar ese color de una semillas secas.

Hilde me puso un vestido blanco pues el frío se había aligerado un poco, de igual forma recogió mi pelo y puso un manto de lana para cubrir mi cabeza, mientras lo hacia yo me preparaba mentalmente para lo que venía. Entonces salimos de la tienda y una fila de mujeres con sus vasijas llenas de aquella pintura azul me esperaban, entre sus cantos me tocaban y me llenaban de pintura azul, yo solo agachaba la cabeza en muestra de saludo a quienes podías y caminaba a lo largo del pasillo de mujeres hasta que vi nuevamente aquella carpa desnuda. Cuando llegue ahí, vi nuevamente el fuego prenderse y  las mujeres de piel pálida comenzaban a desnudarme, todas querían participar; hasta que me quede ahí en medio desnuda siendo tocada por el helado viento que soplaba. Entonces comenzó el agua hirviendo, la cual golpeaba mi cuerpo constantemente y a pesar de que intente no sentir dolor, sentía que me quemaba en vida.

Yo gritaba casi a punto de llorar, cuando Hilde grito seria entre los cánticos de las mujeres—Una futura emperatriz no grita

Entonces me apreté los labios para no hacerlo, pero nuevamente lo hice pues el dolor era mas grande. Pasaron unos minutos más cuando se detuvo, entonces yo me quede ahí parada y busque apoyarme en el barril de madera que contenía el agua. Cansada y sin poder respirar de pronto sentí como una manta cubría mi cuerpo y luego otra y otra. Nuevamente las mujeres me sacaban de ahí para llevarme a mi tienda donde nuevamente secarían mi cuerpo cuidadosamente. Después dos mujeres similar a la edad de Hilde derramaron sobre mi cuerpo otro tipo de aceite y comenzaron a masajear, hasta que casi caí dormida.

Hilde puso sobre mi una bata blanca y la amarró con un cinturón bordado en color crema, entonces fue cuando una mujer se sentó por detrás de mi, mientras que las demás se sentaban en un circulo y me cantaban suaves canciones de cuna. La mujer me puso entre sus piernas y comenzó a peinar mi cabello, hasta recogerlo.

Al terminar aquello, todas comenzaron a danzar  dentro de mi tienda, ellas bailaban al ritmo de los tambores. Al igual que Zelda y mis otras damas en Andúne las mujeres no dejaban que los hombres las vieran bailar, por lo que aquello me recordó un poco a casa. Ellas me enseñaban sus pasos de baile mientras que yo le enseñaba los que yo sabía a lo que ellas respondieron realmente sorprendidas y fascinadas, queriendo replicar mis pasos. Zelda y mis otras damas estarían contentas de verme bailar con más mujeres nuestros pasos de baile.

Pasado el buen rato nos avisaron que los hombres habían llegado, entonces todas fuimos a ayudar a bajar la cena. Entre todas preparamos lo que sería el festín de la noche. Para aquello Solo me puse un abrigo de piel sobre la bata blanca. pues al caer la noche el frio era peor que en el día.

Nuevamente hombres y mujeres cantaban, yo me senté frente a Iorak en una larga mesa con Hilde a un lado mío, quien me explicaba y traducía todo lo que sucedía. Comimos lo que los hombres con gran esfuerzo habían pescado. Mientras yo degustaba la comida y todos convivían unos con los otros como una gran hermandad, note que Iorak me miraba penetrantemente mientras bebía de su copa.

Yo también le mire y comencé a pensar muchas cosas, tal vez el era así de duro conmigo porque no nos habíamos dado la oportunidad siquiera de platicar, se que no era malo... al menos no percibía eso en el; se que es maldad, viví junto a ella por años... Octavius me enseño a diferenciar entre alguien malo y alguien simplemente frio.

—¿Por qué no puedo dirigirle la palabra a Iorak?—le cuestione a Hilde quien dejaba su conversación con la mujer de a lado, para verme al rostro.

—Por qué el emperador debe ser el primero quien te dirija la palabra

—Entonces si el nunca lo hace, nunca hablaremos—Hilde me miró extrañada.

—Supongo

—Entonces de que sirve que sea su esposa—Hilde rio a mi pregunta y contesto como si le estuviera explicando a una niña.

—Porque las reinas solo sirven para cargar con los herederos del emperador, ellas no tiene otra tarea... ¿para qué querrían una mujer que se la pasara hablando?

Mire en silencio a Hilde, mientras pensaba que entonces este lugar no era distinto a casa, tampoco se me permitía hablar, ni mucho menos pensar, allá estaba recluida aquí también lo estaría, solo que con una gran panza. Pensé mientras volteaba a ver a Iorak quien bebía alcohol, con sus cortesanos con los cuales platicaba. Yo sabía que había algo más, que solo llevar sus hijos en el vientre, sabía que el matrimonio lo componían más cosas... lo vi en mamá y papá.

—¿Esta regla siempre se ha seguido?

—Pero por supuesto, todas las emperatrices hacen lo mismo, esa será tu única responsabilidad, además de complacerlo por supuesto— Yo me mordí el labio mientras comenzaba a pensar diferente a Hilde y fijaba mi mirada en mi ahora esposo.

ROSA INVERNALWhere stories live. Discover now