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Hal me explicó que el reino entero sabía que el emperador había muerto y que ahora yo era la emperatriz, incluso me entregó dos cartas de Plutarch quien ya sabía la noticia.

Era el día de partir, todos empacamos las pocas cosas que teníamos y comenzamos la travesía hacia el lado Occidental de este vasto imperio. Yo lideraba la caravana montando un bello caballo gris. Con pantalón y un abrigo negro que me protegía del frío que no cesaba.

Recorrimos kilómetros y kilómetros de tierras blancas, siempre con suma cautela pues los asesinos, como yo los llamaba ahora andaban tras mi cabeza.

Llegamos a la tribu de Mün donde fuimos recibidos por el jefe Wren. Al llegar Marion corrió a los brazos de su padre quien tenía meses de no verla. Pero después de su largo abrazo Wren se acercó a mí y me ayudó a bajar de caballo para hacerme una reverencia.

 
—Su majestad imperial

 
—Jefe Wren

Wren tenía preparada una comida de bienvenida, ahí todos pasaron a saludarme, para darme sus condolencias y además felicitarme en mi nuevo cargo. Ha decir verdad el convertirse en emperatriz era uno de los tragos más agridulces que había probado. Además ya pronto llegaría el fin del año y pensaba que no había nada que celebrar.

— Antes de que vaya a dormir ¿pudiera dar un paseo con usted majestad?

—Si Hal

Salí de la tienda principal y Hal me acompañó a dar un paseo cerca al lago silfur 

—Que bella se ve la luna

Levante mi mirada y me tope con una luna enorme que brillaba por su luz plateada.

— Sí

— He querido hablar con usted pues, debemos comenzar los preparativos de su coronación

— Ya veo—  dije mirándole.

—  Se que todo es muy repentino, que tal vez ni siquiera ha llorado la muerte de su esposo apropiadamente, pero los tiempos de ahora son turbulentos y me temo que no podemos hacer las cosas que haríamos en la normalidad

—Si estuviésemos en la normalidad Iorak no estaría muerto y lo único que estuviésemos celebrando sería el nacimiento de un bebé

Hal me detuvo y nos vimos cara a cara— Siento mucho esto Oksana, cuando llegaste aquí jamas pense que algun día te llamaría majestad y que sería la emperatriz de todo esto y siento aún más la muerte de Iorak, pero estamos aquí y no podemos hacer más.

—Exacto no podemos hacer más para cambiar lo sucedido—  seguí caminando y mire en dirección al lago que se había pintado de un plateado por la luz de la luna.

— No te sientas mal al tomar el papel de emperatriz, él te eligio

— Gracias Hal

— Siempre recuerda que para convertirse en emperador alguien debe morir, uno de los inconvenientes que se debe cargar para poder llevar la corona— dijo Hal

—Yo nunca pedí esta corona—  una lagrima recorrio mi mejilla y no dije mas. 

Las preparaciones de mi coronación continuaron, seria la mas austera en toda la historia del imperio, pero los tiempos lo dictaban, pues aún nos encontrábamos bajo guerra, una que perdíamos. Decidí no tener invitados de otras casa reales, solo a aquellos jefes y jefas que me apoyaran en esta lucha. El día de mi coronación me daría cuenta quienes apoyaban mi gobierno y quienes no.

—Majestad ¿enviamos una invitación a su hermano?—  preguntó Hal.

Voltee a verlo sorprendida — No, jamás quiero volver a ese hombre

— Está bien majestad

El día esperado había llegado. Como pudieron consiguieron las mejores telas y piedras para hacerme un vestido y una corona; ya que la corona imperial estaba en la capital y no teníamos acceso. Un vestido en corte A blanco fue el elegido, lo bordaron e incrustaron piedras de la región, me hicieron un Kolie el cual decoró mi cuello, la corona estaba bordada en perlas y rubíes prestados por la princesa Marion.

—Muchas gracias le dije a mis kyrias quienes me habían vestido.

Me subieron a un trineo el cual estaba cerrado y nadie de afuera podia verme. La ceremonia se celebraría en privado en una de las islas que quedaba al sur del lago. Al llegar a la orilla me bajaron cubriendome con una túnica blanca, ahí me subieron a una pequeña canoa que era manejada por Waldemar y fue quien me cruzo hasta llegar a la isla. Ahí se encontraba un hombre de fe en representación de los dioses nordos, cinco mujeres que cantaban la musica caracteristica del imperio, un testigo que sería la jefa Gunhil y Hal quien seria quien me coronaria.

La ceremonia comenzó y después de las palabras del hombre de fe, las mujeres comenzaron un canto suave, Hal me dio un papel a firmar y Gunhild también lo hizo, entonces me hinque y Hal me puso la corona.

—Yo Hal Lorcan de la casa Llaw te nombro a ti Oksana Pomeline emperatriz de Norduslak y reina del norte. Que viva una vida larga y sana, y que esta esté dedicada al servicio del imperio.

Agache mi cabeza y Hal me puso la corona, similar a la de la bisabuela de Iorak, Katiuzka, emperatriz consorte del emperador Aleksander.

— En pie su emperatriz—  dijo Hal mientras que las mujeres comenzaban a cantar más fuerte y vivaces, entonces comenzó el sonido del tambor y Hal me abrazo

— Ya eres emperatriz

Me subí a la canoa junto a Wren, tras nosotros iban otras canoas y nos acompañaban los cánticos de las mujeres y los tambores. Debo decir que era un sentimiento muy agradable y de una manera extraña me encontraba contenta, como si hubiese encontrado un pequeño momento de paz.

Mi canoa cruzaba la neblina hasta que vi a la multitud, al verme el rostro rojizo por el frio y con la corona puesta comenzaron a celebrar, incluso se comenzó a escuchar el sonido de los cuernos siendo soplados, los cuales producían fuertes sonidos. Sonriendo sin saber bien qué sucedía voltee a ver a Waldemar y este me sonrió en una forma de solo dejate llevar y eso hice.

Al tocar tierra todos querían saludar y tocar algo de mi. Ahora entendía lo que Iorak vivió a cada momento que salíamos, lo trataban como un Dios y ahora me trataban así.

Un gran festín esperaba, me senté junto a Hal y Kiril, frente a mí estaba el jefe Wren, su yerno y su hija. La comida fue de lo más placentera, después de esta, la pista de baile se abrió y yo comence a beber. A decir verdad lo hacía para dejar de pensar en Iorak pues mi corazón creía que entraría por la puerta y diría que todo fue mentira y que el seguía siendo el emperador.

Baile con todos los invitados, todos bebían y cantaban, hasta que nos dio la noche. Poco a poco los invitados comenzaron a partir, pero me quedé junto a mis Kyrias bebiendo.

—Creo que es mejor que vaya a dormir majestad— dijo Wilhem

— Sigo siendo Oksana para ti—  dije riendo

— Esta bien Oksan, es hora de descansar

Lo mire sonriendo y pensé en que cuando entrara a la tienda imperial no estaría Iorak, ahora si que dormiría sola. Entonces me puse en pie y le abrace—  Esta bien

El me llevo a la tienda imperial con ayuda de Waldemar quien ahora más que nunca sería mi sombra, ambos se detuvieron a la entrada y no quisieron pasar ya que pocos tenían el privilegio de entrar a los aposentos de la emperatriz; me di la media vuelta y les sonreí—  Gracias

Me adentre a mis aposentos y en cuanto estuve solas comence a llorar, pensando que Iorak no había cumplido su promesa de  que siempre dormiría junto a él, los dos bajo el mismo techo.

ROSA INVERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora