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Llegamos a la tribu de Ruskyl  se encontraba al occidente de la capital. Cuando descendimos del Bakismálan mis ojos se toparon con enormes montañas nevadas y tierras fértiles.

— Su majestad imperial—  dijo Wilhelm mientras extendía su mano para que bajara del trineo. Asombrada de ver aquellos enormes renos blancos siendo montados por una pareja, casi ignoró a Wilhem.

Quienes montaban a los renos eran el jefe y la jefa de la tribu Raner y Otilia, que en realidad a los en estas tierras a estos se les llamaba alavnií y alaviína. Ellos muy sonrientes nos obsequiaron un reno a mi y a Iorak. Para mi tenían otro regalo, como celebración por volverme emperatriz. Me obsequiaron una capa de lana de oveja pintada en rojo, el color insignia de la casa Skarg.

— Sus majestades imperiales, es un honor recibirles en Ruskyl  por favor siganos— dijo el jefe Raner mientras alzaba su mano. Wilhelm me ayudo a subir a mi reno y temerosa sujete las riendas pues aun tenia algo de miedo de cabalgar, pero a mi sopresa no sentí ninguna molestia en mi pierna.

Seguíamos a los jefes de la tribu por un camino verde y cubierto por árboles que ya casi no tenían hojas pues el invierno había comenzado, Iorak me miraba cada cierto tiempo pues tenía miedo de que algo le sucediera a mi pierna. 

Al llegar nos topamos con un conjunto de casas de madera pintada de rojo y el fuerte principal que era la casa de Raner y Otilia, la cual también era roja, pero con detalles en negro mientras que las demás tenían sus detalles en blanco.

— Pero qué pintoresco lugar—  le dije a Iorak mientras observaba las casas, a lo que él solo asintió en silencio, mientras sonreía.

Nos detuvimos en una calle empedrada frente a una glorieta con lo que parecía ser la estatua de un hombre, yo observa la figura cuando uno de los hombres del jefe Raner me dijo que acomodara mi reno  junto al de mi marido, quedando en medio de el alavnií y la alaviína de la tribu; el jefe Raner comenzó a dar unas palabras sobre nuestro recibimiento, frente al pueblo, quienes nos recibían entusiasmado. Sus vestimentas eran algo diferente, pero era más peculiar que casi todos parecían tener los ojos amarillos casi dorados.

— Sus majestades pasemos a la cabaña principal— dijo el alavnií Raner terminando su discurso. Iorak y yo le seguimos y fuimos hasta el final de la calle donde había una cabaña de madera oscura, ahí era el centro de ceremonias y Wilhem me explico que tambien ahi se llevaban a cabo los bailes.

Wilhem y no de los hombres del alvnií Raner me ayudo a bajar del reno con sumo cuidado, pues los jefes sabían del lamentable altercado con mi pierna. Nos adentramos al lugar, mientras nuestras pertenencias fueron llevadas a la cabaña imperial, la cual solo se usaba cuando había visitas de la familia imperial...familia que hasta ahora no había conocido y sospecho que solo quedamos Iorak y yo.

En aquella cabaña había tres largas mesas de madera, donde veinte personas cabían en tan solo una, se nos indico tomar asiento en la mesa del centro, Iorak se sentó frente a mí, a un costado mío estaba el alavnií Renar y aun costado de Iorak estaba la alaviína Otilia. Iorak dio un brindis y todos alzaron sus tarros hechos del marfil de un ''Pelz'' un animal del norte del imperio, que tenía cuernos a los costados de su enorme cabeza. 

Cuando pusieron la comida sobre la mesa no me sorprendí tanto... carne de venado; pero lo más sorprendente fue ver la cabeza del venado al centro de nuestra mesa. Pase saliva algo nerviosa pues jamás había probado la carne de venado, pero pensé que sabría igual a la carne de la res. Tome un filoso cuchillo para cortar un pedazo, cuando en eso veo que Raner tomó una cuchara y le saco el ojo al animal para después pasar a comerlo, cuando vi esto, casi suelto mi plato del asombro.

Cuando la comida término, se nos llevó a la cabaña imperial para conocerla y descansar un poco pues por la noche habría un baile. Al llegar,  Otilia nos dio un pequeño recorrido y posteriormente ella se retiró, los sirvientes se quedaron en otra cabaña a  Iorak y yo compartiríamos la habitación, pues en la tribu Ruskyl se acostumbraba a que las parejas casadas así lo hicieran. Me senté sobre una silla larga de madera para poner a reposar mi pierna mientras Iorak hablaba con Hal en la pequeña oficina de la cabaña.

Sin darme cuenta caí en un profundo sueño. El fuerte golpe de algo me despertó, entonces abrí mis ojos y me tope con Iorak intentando cerrar las ventanas.

— ¿Pero qué sucede?

— Solo quería cerrar la ventana para que no tuvieras frío— dijo por fin cerrándola

— Creo que es hora de vestirme, pronto será el baile— Iorak me vio algo nervioso y contestó que sí, mientras él se iba a otra habitación. Mande a llamar a Revna y junto a las otras esclavas me vistieron. 

Un vestido negro ajustado cubría mi cuerpo hasta mi cuello, encima pusieron un chaleco de piel color blanco, este llegaba hasta mis rodillas, marcaron mi figura con un cinturón de chaquiras rojas, azules, amarillas y verdes y recogieron mi pelo. para poner encima una peineta roja de madera, típica en la región, obsequio de la jefa Maryl de la tribu Tyslia, lugar que solo visito Iorka pues yo me encontraba convalecida.

Antes de salir de la cabaña, Iorak me detuvo.

—Te tengo una sorpresa

— ¿De qué hablas?— dije viéndole en sus ropas elegantes. De pronto la puerta de la cabaña se abrió y entró una chica de cabello blanco, cejas blancas, nariz puntiaguda y de gran altura. 

— Agda— dije sorprendida. Ella con una enorme sonrisa corrió hasta a mí e hizo una reverencia, yo la tome de la mano y la puse a mi altura dejando de lado la cordialidad, para así abrazarla. 

—Es bueno volver a verle su majestad imperial

—Te extrañe— dije aun en sus brazos cubiertos por aquella capa blanca.

Las dos nos miramos y nos reímos, entonces mire a Iorak y con una gran sonrisa asentí en forma de agradecimiento.

—Pensé que querrías tener un rostro familiar cerca— dijo Iorak

—Es la mejor sorpresa... gracias— dije mientras corría abrazarlo. 

Al llegar a la cabaña principal, las mesas ya habían sido retiradas y solo nos encontramos con lámparas en el techo; los invitados que vestían sus mejores ropas para la noche. Se nos ofreció ''Ishka'' un platillo famoso en la tribu, era sopa de pollo y puré de pollo servido en un tarro...eso seria la cena. Qué ha decir verdad no se veía apetitoso, por lo que solo pedí que me sirvieran un poco fingiendo haber cenado en la cabaña.

El baile comenzó y mi impresión fue grande, pues no era nada parecido a los bailes que se llevaban a cabo al sur y occidente del imperio, esto era otra cosa. Era como una clase de espectáculo donde los hombres daban volteretas por los aires, estos tenían fuerza en sus piernas pues daban muchos brincos y realizaban muchas sentadillas, mientras que las mujeres al compás de los hombres quienes eran sus parejas se guiaban con las manos de ellos, realizaban unos coordinados bailes de pareja, donde incluso a veces levantaban a la mujer por los aires, era un baile maravilloso. 

Yo disfrutaba aplaudiendo sentada a un lado de la alaviína Otilia quien pacientemente me explicaba los bailes, hablando de forma lenta pues sabía que mi nordus aún no era perfecto y que además el idioma no era sencillo. Hacía tiempo que no pasaba una velada tan divertida y asombrosa desde la noche en la que Iorak me reclamó como su emperatriz en aquellas tienda en la tribu Tyslia, donde disfrute del baile y la música de la región.

Estábamos a punto de irnos de la velada cuando Raner quien era un muy buen amigo de Iorak, lo reto a hacer el baile '' Batisk'' el cual hacían los hombres al principio con un palo de madera largo. Iorak río cuando escucho que Raner lo retaba, pero el alaviín parecía que no lo dejaría ir hasta que lo hiciera y a decir verdad el emperador le gustaban los retos... le gustaba estar en control de todo, por lo que acepto.

ROSA INVERNALOnde histórias criam vida. Descubra agora