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El día era esplendido, el sol era resplandeciente y caluroso, el viento soplaba y aquel bello cielo azul. Un día típico en el reino, donde parecía estar bajo una eterna primavera. Mis damas ajustaban mi vestido rosa palo, que había sido elegido a petición de mi hermano, pues según el este color resaltaba mi belleza. Era para el emperador Iorak que me arreglaba.
Mis damas pusieron unos broche de oro en forma de rosa, pintados en verde y rosa claro; ellas lo colocaron en cada uno de mis hombros, mientras peinaban el ondulado de mi larga cabellera, entonces escuche el carruaje llegar.
Mi hermano había prohibido que yo bajara a recibirlo, dijo que nuestro encuentro se daría en la ceremonia oficial que estaba programada dentro de una hora.

Me asomé por la ventana y pude ver a mi hermano con un grupo de cortesanos quienes recibían al Emperador Iorak. Me sorprendió verlo llegar en un carruaje... en mi cabeza imaginé que por ser un hombre de tierras tan salvajes llegaría ... en algo más dramático que esos aburridos carruajes.

— Su alteza, su hermano el rey, podría verla — dijo una de mis damas, quien me retiro de la ventana, en el momento exacto en el que el Emperador salía a ser recibido por mi hermano.

Pasó un largo tiempo hasta que Dougal entro a mi habitación para decir que ya podía ir a ver a nuestro nuevo huésped... mi futuro marido. Caminaba junto a mis cinco damas de compañía, estaba tan nerviosa que no podía dejar de jugar con mis manos. La ceremonia del compromiso se llevaría a cabo en los jardines del palacio, que si bien eran extensos y bellos, con todas esas flores que lo decoraban y aquellos arbustos verdes que le daban forma.

Me llevaron por detrás de una carpa color crema; mientras caminaba por detrás de todos para aun no ser vista escuche que Octavius daba unas palabras, pero no escuchaba la voz de aquel hombre, solo a mi hermano que alardeaba de estar contento con la visita del excepcional Emperador Iorak y de cómo esta unión traería un beneficio mutuo.

— Ahora es momento de presentar a tu prometida y futuras esposa, la princesa Oksana Pomeline Novalssom— Dougal quien se encontraba conmigo pues ningún otro hombre podía acercarse a mi, fue quién me tomo de la muñeca y me llevo a un costado de la carpa, donde unas cortinas blancas se abrirían frente a mi.

Subí los pequeños escalones de madera para toparme con la figura de mi hermano quien vestía su uniforme negro, el cual lo hacia ver elegante, con aquellos detalles en dorado, los cuales resaltaban su dorada cabellera que le tocaba los hombros; deje de mirar a mi hermano quien se quito de en medio, para acercarse a mi y sujetar mi mano, mientras mis ojos café se topaban con el emperador al que estaba siendo comprometida.

Era un hombre tan diferente a los hombres de aquí, pero eso no significaba que el hombre fuera horripilante... todo lo contrario. Mis ojos se encontraban atraídos a su belleza, como los peces al agua. Era alto, tan alto que le sacaba dos cabezas a Octavius, su piel era muy blanca, tanto que parecía porcelana, su cabello era blanco platinado y era más largo que el de mi hermano, a este le llegaba debajo de los hombros, sus ojos eran azules y no tenía barba; dejando al descubierto sus perfectas facciones, una nariz perfilada tan recta y perfecta, así como sus labios carnosos. Su figura era pesada, era muy corpulento y parecía tener mucha fuerza; vestía el mismo uniforme que mi hermano, icono de la casa Novalssom solo que el suyo era color crema y llevaba un cinturón de cuero café que abrazaba su cintura, para llevar su espada, mientras que la de mi hermano que era de cuero negro con remaches en oro.

Pase saliva al ver al hombre quien miraba a la corte, después de que mi hermano fuera por mi él dirigió su mirada hacia mí y levanto un poco su rostro, intentando disimular cualquier signo de asombro. Mi hermano nos puso frente a frente y entonces soltó mi mano, para que yo la acercara lo mas que pudiera a la mano del emperador Iorak, nuestras manos estaban una frente a la otra, pero no se tocaban, pero aun que no lo hiciera podía sentir un calor entre estas y sentir la energía que emanaban ambas manos deseosas de tocarse.

Clint un hombre robusto de unos 64 años, era el juez de Bell, por lo que era el indicado para llevar a cabo la ceremonia de compromiso. Casi al finalizar la ceremonia presidida por Clint, el consejero del emperador Iorak dijo unas últimas palabras mientras ambos extraños nos veíamos a los ojos ignorando lo que sucedía alrededor, entonces el juez Clint puso sobre nuestras manos un lazo con hilos de plata finalizando la ceremonia y comprometiéndonos oficialmente.

—Iorak tu prometida— dijo mi hermano justo cuando ambos habíamos bajado nuestras manos, yo mire a la corte, entonces mi hermano comenzó a aplaudir junto a todos los cortesanos quienes fielmente seguían a su rey. Después de un momento de aplausos la celebración comenzaría, mis damas fueron por mi y me sacaron de aquella carpa.

A pesar de que la celebración era por nuestro compromiso, no podíamos estar juntos uno del otro, pues aún no estábamos casados. Las celebraciones comenzaron con el almuerzo y una taza de té de flor de naranjo, típico de la región; todos los invitados pasaron a otra área del jardín, una de las favoritas de mi madre a quien tanto gustaban las fuentes de agua. Mis damas me seguían a cada paso que daba entre los cortesanos, quienes felices me saludaban pues era sumamente extraño cuando hacía presencia ante la corte o el resto del mundo. Mi hermano era muy receloso con mi seguridad y persona, esa era la excusa que daba para no permitirme ser vista.

 Decidí sentarme en una mesa especial para mi y me séquito de mujeres a un costado de la mesa central donde se sentarían Octavious y Iorak junto a sus hombres más importantes.

Llegado el medio día, todos fuimos a ver el baile acuático en lago que había sido preparado especialmente para nosotros, nuevamente mi ahora prometido y yo nos sentamos a metros de distancia y mi hermano como siempre en medio de los dos. Disfrutaba junto a mis damas, quienes nos asombrábamos con tal espectáculo, el cual tenía maravillosos colores, donde incluso les acompaño unas cuantas criaturas acuáticas que habían sido previamente entrenadas. Por la tarde hubo un torneo, algo más para aquellos espectadores que gozaban de la violencia, peleas a caballo algo icónico del reino de Andúne . Octavius se encontraba entusiasmado por compartir su afición por la violencia con su futuro cuñado. Decidí que no quería asistir, pues nunca disfrute aquella barbarie, por lo que hable con Douglas quien no me permitió retirar, pues mi hermano había pedido mi presencia.

Tuve que estar ahí sentada junto a Douglas viendo aquello con mucho disgusto; al frente se encontraba sentado Octavius quien reía a carcajadas mientras le explicaba el espectáculo a Iorak quien siempre se mostraba serio, pero sereno. En lo que iba del día no tuve oportunidad de ver a mi prometido, pues mi hermano lo quería todo para él, todo el día estuvieron juntos, mientras a mi me sentaban a metros de distancia. Podría jurar que mi hermano disfrutaba relegarme de todo, pero de vez en cuando mientras disfrutábamos de los espectáculos pille al emperador viéndome, pero al darse cuenta de que lo había visto el rápido desviaba la vista en otra cosa, algo que me causo un poco de gracia y uno que otro sonrojo.

Llegada la noche hubo un gran festín un regalo de parte del Emperador Iorak para celebrar el compromiso; la temática estuvo basada en uno de los estados al sur de su imperio, ellos les llamaban tribus, pues previo a ser parte del imperio aquellas regiones se gobernaban a través de tribus.
Para la cena vestí un vestido blanco con un cinturón de tela roja que ajustaba mi cintura, mi hermano vestía unas ropas similares al Rey Iorak, el de blanco y Iorak de azul marino con detalles en rojo, una pequeña coincidencia con mi atuendo.

Como aquella cena no había sido una preparación de mi hermano o Douglas, me senté en una mesa junto a mis damas frente a mi prometido y mi hermano. El lugar se decoró con telas y velas, muy diferente a las cenas de aquí. Durante toda la velada hubo música y espectáculos de la región temática. Pero aquello no fue lo único, mientras yo admiraba el lugar, que parecía tan ajeno a nuestro reino, podía sentir la constante mirada del emperador Iorak hacia mi, quien se mostraba serio pero atento a todo movimiento que yo hiciera.

ROSA INVERNALWhere stories live. Discover now