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Pase la noche entera pensando en las palabras de Aynur y como esto era lo contrario a lo que Octavius me había pedido... pero lo que mi hermano no sabía, es que a los hombres salvajes tal vez le gustan las mujeres diferentes a la mujer ideal en Andúne.

A la mañana siguiente note que el sangrado se había detenido, por lo que cuándo Hilde entro a mi habitación se puso extremadamente contenta, tanto así que dijo que era una señal divina pues ese mismo día llegábamos a Marmur la capital del imperio. Ella se encargó de avisarle a Iorak, quien por fin me vio en el desayuno, donde no me dirigió la palabra pero sí la mirada.

Me retiré a mi cuarto y observe que guardaban mis cosas en las maletas pues dentro de unas horas llegaríamos, me quedé a solas por unos momentos con Aynur —Estuve pensando en lo que me dijiste... pero necesito saber, que más hizo tu madre... tengo miedo de romper las reglas y tener terribles consecuencias— dije algo nerviosa mientras tomaba asiento sobre la cama de sábanas plateadas.

— No tenga miedo, usted es una mujer encantadora y se que el emperador la respetara, pero usted debe dejarle en claro eso, puede comenzar con lo básico mírelo a los ojos tal y como lo hizo ayer conmigo, ya después su cuerpo la guiara

La nave se detuvo y era momento de bajar, me asome por las ventanas y vi la ciudad, una extensa ciudad cubierta de pequeñas chozas de madera blanca, el blanco era lo que más resaltaba de la ciudad; había caminos y uno que otro río que pasaba por esta.

Hilde fue por mi y vi que las puertas del bakismálan estaban abiertas; me encontraba vestida y preparada pues sabía que la corte y el pueblo entero recibirían a su ahora emperatriz. Vestía un vestido de lana azul marino color insignia de la casa Skarg y por encima una vaporosa tela para hacer el vestido más largo y amplio; un cinturón bordado en plata acentuaba mi pequeña cintura, unos guantes de piel azul que cubrían mis manos y llevaba una bufanda blanca de piel de zorro; llevaba mi cabello suelto y al frente dos pequeñas tiras de cabello se encontraban recogidas hacia atrás.

Cuando salí detrás de Iorak vi la multitud que nos esperaban, Iorak iba delante de mí y este era recibido con mucha alegría, mientras que a mi me recibían con asombro y conmoción, como si vieran a un ser de otro planeta que venía a traer la paz y la alegría al reino.Entre la multitud un grupo de mujeres me escolto hasta lo que parecía ser una carroza que se arrastraba por el hielo, un trineo con techo pensé. Este grupo de mujeres eran guerreras y prestaban su servicio al imperio para salvaguardar al emperador, las llamaban Skows. 

 El trineo era jalado por cuatro enormes caballo blancos, este era cerrado y solo Iorak y yo teníamos acceso. Una vez adentro el bajo las cortinas de las ventanas, pero afuera podía escuchar a la multitud. A pesar de estar feliz y con tantas preguntas no mencione nada pues el emperador debía dirigirse a mi primero, pero a pesar de aquel silencio el ambiente en aquel pequeño cubículo era tranquilo y nada embarazoso.

Después de un rato, los caballos se detuvieron y la puerta se abrió; yo sería la primera en bajar, me recibieron un grupo de niños con flores blancas, yo les sonreí y agradecía en su idioma.

—Son las flores emblema de Marmur— dijo Iorak detrás de mi, yo lo mire de reojo y sonreí, mientras continuaba el camino entre la multitud que se habría paso pues su emperador había llegado junto a su emperatriz. 

El caminaba detrás de mí cubriendo mi espalda, mientras yo tomaba las flores que las personas me daban, estos me observaban asombrados pues mis rasgos físicos eran diferentes; a pesar de que mi piel era blanca, la de ellos era diferente, esta era tan blanca como la leche, los hombres eran muy altos y también las mujeres, sus cabellos variaba entre el platino, el blanco, el gris y uno que otro lo tenía lila, sus ojos eran gris y azul, pero me sorprendió ver a uno que otro con los ojos violeta, eran tan pálidos que incluso a algunas mujeres sus labios se pintaban de un lila natural, no como a las mujeres del otro lado del mundo donde sus labios se pintaban de un rosa o rojo.

Mientras caminaba algo comenzaba a darme sombra, entonces levante mi vista y vi un enorme castillo blanco, toda su piedra era blanca y estaba en lo que era lo alto de un cerro, me detuve un momento para admirarlo cuando Iorak paso a un costado mío —Venga este será su nuevo hogar— yo le seguí el paso mientras veía su entusiasmo en su rostro de volver a lo que el llamaba hogar.

Subí aquellos escalones y cuando llegue arriba me tope con unos cortesanos quienes rápidamente hicieron una reverencia ante nosotros, las mujeres se acercaron a mi y me colocaron un collar largo de perlas rosas, la mujer dijo algo en su idioma y Iorak me dijo — Dice que es un regalo para su nueva emperatriz, que pasaron largos meses buscando perla por perla.

Le agradecí a las mujeres y  camine junto a Iorak a la entrada del palacio, las grandes puertas se abrieron, entonces me tope con un palacio enorme de paredes blancas y muebles de madera oscura, los sirvientes nos esperaban para recibirnos, así como el resto de la corte que de acuerdo a Hilde los guerreros Nordusk eran quienes vivían junto a su guerrero comandante Iorak, también aquí vivían los cortesanos de mayor rango y la familia del emperador, pero Hilde mencionó que Iorak no tenía hermanos.

— Es mármol— dijo Hilde, mientras yo perdía mi vista en las paredes del palacio.

— Es muy hermoso—  dije asombrada.

— En la noche habrá una cena para recibirnos y presentarla — Iorak dijo dirigiéndose a mí, yo asentí y el me hizo una reverencia para después retirarse junto a otros hombres.

 El grupo de mujeres me llevo hasta lo que seria mi nueva habitación, donde yo sola dormiría. Una de ellas se presentó como mi traductora personal, su nombre era Elsa y presentó las otras mujeres como mis esclavas.

— ¿Esclavas?

—Si su majestad, tendrá un harem de esclavas, cualquier mujer que usted pida, estará a su servicio— me quedé sorprendida ante aquella aclaración y no dije nada.

—¿Iorak no dormirá conmigo?

—No su majestad, el tiene su habitación propia, las emperatrices duermen solas, pues el emperador es quién decide con quien pasar la noche— me quede muda ante tal declaración, pero recordé las palabras de Octavius y de como aquí se acostumbraba tener mas de una esposa. Le sonreí a la joven en silencio y entre a mi nueva habitación sin decir más o agregar comentario alguno a esta extraña tradición.

ROSA INVERNALOn viuen les histories. Descobreix ara