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Al fin habíamos llegado. Waldemar me vistió como hombre y me cubrió con una capa, para cubrir mi rostro y mis cabellos dorados.

A la entrada de la capital ya nos esperaba un carruaje común y corriente que me llevaría hasta el palacio. Entrar por el frente seria llamar mucho la atención, por lo que decidieron subir la montaña y entrar por el bosque del palacio. Viaje en silencio acostada, pues nadie debía saber que se trataba de la emperatriz.

—Puede bajar su majestad imperial— dijo el cochero quien abría la puerta.

Me reincorpore y bajé del carruaje, para así adentrarme al palacio. Revna, Agda y Aynur me recibieron gustosas, las sirvientas del palacio me trataron con mucho cuidado y cariño, mientras que las cortesanas me llenaron de obsequios por mi valentía. A la comida, las cocineras prepararon mi comida favorita para darme una cálida bienvenida.

—Su majestad ¿pero qué ropas trae?— dijo una de las cortesanas a lo que yo rei. Sin embargo subí a cambiarme a un vestido modesto para comer con mis invitados.

—Agradezco los alimentos y la presencia de todos aqui presentes, pero quisiera llamar a junta al kontze, debemos hablar cuanto antes — dije poniéndome en pie. Los invitados a mi comida entendieron que pasaría el resto de la tarde trabajando por lo que todos se pusieron en pie y se retiraron, mientras que yo me dirigí junto al kontze a junta. Pase la tarde contándoles lo que había vivido y que habían visto mis ojos, Waldemar se encontraba presente y el ayudó a explicar la terrible situación en la que se encontraba el reino y lo que había sucedido con el último ataque de los Yaqui. Entregue unos pergaminos escritos por Iorak a Hal, con instrucciones específicas del emperador. Como estos no eran para mi yo no tenía idea de su contenido, por lo que solo se los entregue y no supe más.

Pase el resto de la semana descansando y caminando a solas por los jardines, viendo sus últimos días pintados de verde, pues ya se acercaba el invierno y pronto todo volverá a ser blanco.

—Su majestad imperial— dijo una voz masculina.

—Hal, pero que sorpresa verle por los jardines— dije saludando con una reverencia.

—He venido con usted para hablar su majestad— Hal me enseñó los pergaminos.

—Ah... sobre eso— dije sacando mis manos de mis bolsillos y llevándolas hacia el frente de mi vestido verde esmeralda.

—Así es su majestad, esto le incumbe

—Bueno adelante ¿le molesta si nos quedamos a hablar aqui afuera?

—En lo absoluto su majestad, encuentro todo este verde reconfortante

Sonreí y entonces comencé a caminar y el hombre de túnica negra y barba blanca comenzó a caminar junto a mi.

—Su majestad el emperador me ha explicado con gran detalle que debemos hacer ante una invasión— dijo mientras veíamos una banca para tomar asiento

—¿Invasión?

—Si su majestad, el emperador teme que sucederá dentro de poco, por lo descrito aqui, parece estar muy seguro

—De acuerdo— dije tomando asiento algo preocupada

—El emperador pide que la corte sea llevada al sur, al reino de Lismak-Baru, donde su tía Sabina es reina consorte, pide que la población pueda huir al Occidente, donde está el bando que apoya al imperio y pide que usted su majestad sea enviado en barco al reino de Andahar amigo de su familia... y hermano.

—¿De que habla? yo debo ir con el ¿por qué separarnos?

—Su majestad yo solo le digo lo que el pidio

ROSA INVERNALKde žijí příběhy. Začni objevovat