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Estábamos cerca de llegar a Norduslak, el océano cada vez estaba más congelado y el frío se comenzaba a hacer intenso. Llegamos al medio día, el cielo se encontraba muy nublado. Hilde saco un vestido blanco de lana de mangas blancas, sobre este puso algo para cubrir mis hombros de la misma tela y sobre eso puso una capa de piel de lo que parecía ser conejo blanco. Recogió mi cabellera y me puso un sombrero de piel con unos pompones al frente.

—Estás lista para la ceremonia— me dijo contenta. 

Salimos del camarote y vi la tierra, todo el paisaje era blanco y todo estaba cubierto en nieve; había un gran trineo blanco que nos esperaba. Los marineros ayudaron a bajar, para dirigirme al trineo plateado, pero note que mis maletas no estaban.

—¿Y mis pertenencias?— le pregunte a Hilde quien caminaba a un costado mío.

—Una emperatriz debe dejar todo atrás, todo aquello que la conecte a lo que era, debe ser eliminado, pues ahora tendrá cosas que la conectan con esta tierra —yo quería pronunciarme en contra, pero recordé a Octavius y no dije mas .

Me subieron al trineo junto a Iorak el cual era jalado por unos grandes lobos grises, criaturas que jamás había visto, pero había leído en mis libros y que de acuerdo a Hilde, habían sido domesticados para uso exclusivo de la casa imperial. Cubrí mi nariz con la bufanda y mis manos con un pedazo de piel de conejo, pues el frío era insoportable y mas a tales velocidades, mientras que a Iorak parecía afectarle en lo más mínimo.

El viaje duró alrededor de unos 40 minutos cuando nos detuvimos frente a una multitud, el me ayudo a bajar y un grupo de personas con rasgos físicos similares a los de Iorak e Hilde nos recibió. Las personas eran altas, muy blancas, sus cabellos eran blanco platino, otros gris platinado y entre mas grande la persona, más oscuro era su cabello. Estos que se acercaban a mí, me veían interesados, hombre, mujeres y niños me seguían a donde fuera que fuese.

 Entonces comenzaron los tambores y Iorak comenzó a decir unas palabras en su idioma, parecía alentar a su población y todos gritaban con él, yo solo observaba sin entender cuando Hilde me dijo —La ceremonia a comenzado— mientras miraba a su emperador fascinada.

Entonces ella me empujo para que siguiera caminando, entre un camino de mujeres, las cuales cargaban consigo unas vasijas doradas con una clase de mezcla color rojo vivo; ellas metían sus manos en aquel líquido para después poner sus manos sobre mi y manchar mis vestido blanco. Comencé a asustarme, pues todas me tocaban el cuerpo con sus manos bañadas en aquel color rojos vivo.

—Tranquila es parte de la ceremonia— dijo Hilde por detrás de mí.

Era un largo camino lo que me aguardaba, todas tomaban su turno para dejar la pintura sobre mí, mientras decían cosas en su idioma que yo no lograba comprender. Estas me quitaban  prendas de ropa, hasta que me dejaron en el pequeño y delgado vestido semitransparente que me habían puesto por debajo del vestido de lana. Entonces fue cuando vi las antorchas de fuego que iluminaba un enorme campamento con preciosas y enormes carpas blancas con detalles dorados, ellas me llevaron a una que solo tenía techo, estaba abierta completamente , entonces dos mujeres prendieron dos antorchas de fuego y comenzaron a cantar; me colocaron al centro donde había un tapete y fue cuando todas comenzaron a rodearme, yo ya me encontraba casi toda bañada en aquella pintura, a excepción de mi cabello que estaba recogido.

Entre los cantos y el entusiasmo de todas, comenzaron a desnudarme, ellas se acercaron a mi y me quitaron el vestido, hasta dejarme completamente desnuda frente a sus ojos, yo asustada veía a Hilde, quien sonreía con mucha calma. Yo intentaba cubrirme pues el frío era realmente intenso cuando un golpe de agua hirviendo llegó. Ellas arrojaban agua hirviendo a mi cuerpo y fue cuando comencé a gritar de dolor, ellas cantaban y participaban mientras yo sentía que moría en vida. Hilde me gritaba que aguantara, pero en verdad sentía como si cientos de cuchillos estuvieran atravesando mi piel, entonces comencé a gritar y fue cuando Hilde sujetó mi rostro

—Tu eres la futura emperatriz, quien lleve al heredero en su vientre... tu puedes con esto —dijo viéndome a los ojos, pero no creía que podría, entonces cansada y adolorida caí de rodillas, rápido vino un grupo de mujeres con unas mantas para cubrir mi cuerpo rojo por el agua hirviendo y entre todas me cargaron hasta llevarme a mi casa de campaña, mientras yo simplemente me dejaba llevar.

Me dejaron sobre lo que parecían ser muchas mantas blancas, junto a algunas almohadas de pluma, cubiertas por colores terracota. Cerraron las cortinas de la carpa y solo se quedó un grupo de mujeres, que comenzaron a secarme. Después de un rato aun desnuda, Hilde sacó un aceite y comenzó a untarlo sobre mi cuerpo, haciendo masajes mientras decía algo en su idioma, después de aquella bienvenida, no me interesaba si veían mi cuerpo desnudo, las mujeres de aquí parecían estar acostumbradas a eso. 

Entre las mujeres nativas se acercó una hasta mí, ella llevaba lo que parecía ser una navaja, un balde con agua y una pequeña botella de aceite; entonces ella se hinco y levanto mis brazos para comenzar a cortar el vello de mis axilas, yo sorprendida la miraba al rostro mientras que Hilde y otra joven sujetaban mis brazos, posteriormente pasó a limpiar la navaja y corto el vello de mis piernas blancas, después sacó una navaja más pequeña y filosa y se acerco a mis partes íntimas, entonces yo me hice hacia atrás sin entender, pero Hilde y la otra mujer me sujetaron con fuerza, mientras otras dos mujeres abrían mis piernas. 

– Es una costumbre de la mujeres de Norduslak nosotras nos cortamos el vello del cuerpo, ahora que serás emperatriz se espera que también no tengas vello en tu cuerpo– dijo Hilde intentando calmarme.

Cerré los ojos y recosté mi cabeza hacia el techo mientras que la joven con la navaja se deshacía de mis vellos rubios; cuando ellas terminaron me sorprendí pues no había dolido en lo más minimo, pase mis manos por mi piel y parecía la de un bebé, se encontraba suave. 

Poco a poco las mujeres se fueron yendo y fue cuando dos mujeres me pusieron una bata color crema, la cual amarraron con un cinturón bordado. Entonces yo me senté algo cansada y otra mujer trajo lo que parecía ser un te, ella me dijo algo, pero yo no entendí y mire a Hilde quien replicó—Dice que lo bebas—yo lo hice y le agradecí a ambas.

—Están muy contentas de que estés aquí —dijo Hilde

—¿Por qué?

—Eres la primer consorte extranjera en 100 años, se encuentran muy curiosas de ti y de lo exótica que es tu belleza—yo reí por lo último—Además que están feliz de que su emperador tenga una emperatriz ... a ellos les hace feliz por fin tener una reina

—A mi también me hace feliz, estar con ustedes—dije directo del corazón, a pesar de que no entendía sus rituales ni nada de lo que sucedía, sabía que para ellos era importante y que les entusiasmaba mi presencia.

—No te pongas cómoda que la ceremonia dura tres días, y ahora tu hombre tendrá que cazar un animal para dar de comer durante estos tres días, y tu estarás aquí para recibirlo— dijo Hilde mientras se ponía en pie. 

ROSA INVERNALWhere stories live. Discover now