Capítulo 36 ✴

70.2K 8.2K 21K
                                    

Ronan.

Me acerco a un cuadro familiar que muestra mi reflejo. La imagen me deja pasmado al ver que Allison tiene razón. Mis ojos son brillantes, los irises destacan un color grisáceo pálido que reemplazaron al marrón. ¿Qué diablos? Parpadeo varias veces, pero nada regresa a la normalidad.

¿Es porque usé mis poderes?

Gritos. Horribles y escalofriantes gritos me hacen apartar la mirada. Allison y su madre no pronuncian ni una palabra. Es Demetrio quién está lloriqueando en el suelo, su brazo podrido libera una cantidad incontenible de sangre.

Yo le hice eso.

Estuve a punto de matarlo y no lo lamento. Al contrario, deseo terminar lo que empecé.

—¿Quién es el monstruo ahora, Ronan? —pregunta él con un gemido adolorido —. Siempre supe que eres un jodido fenómeno capaz de matarnos a todos.

Mi estómago hace volteretas mientras doy un paso hacia él y trato de decirme que la acidez creciente en mi garganta son los nervios. Me niego a sentirme culpable por lastimar a un bastardo que cometió crímenes espantosos. Mi cabeza repite que es un asesino, violador, pedófilo y permitió que arruinen la vida de mamá.

Él violó y mató a Georgie.

El único monstruo es Demetrio y obtuvo su merecido esta noche. No hay nada que lamentar ni arrepentirse. No es ninguna víctima, solo un psicópata insensible que cumple con las órdenes y expectativas de su señor. No le importa nadie más que él mismo.

—¿Yo un monstruo? —Me dirijo a él fríamente. Allison y su madre persisten expectantes a mi próximo ataque —. Vas a decirme todo lo que sabes sobre mis orígenes y tu señor, hijo de puta. También admitirás los crímenes que cometiste durante años en esta casa.

Demetrio se arrastra lejos de mí hasta apoyar su espalda contra un escalón. Sus pupilas están dilatadas, el sendero de sangre que deja en la alfombra me hace estremecer. Asher y Josh encontraron viva a Mila.

Debería ir con ellos, pero quiero terminar este asunto con Demetrio. El desgraciado sabe mucho, no descansaré hasta que admita cada uno de sus crímenes. Solo necesito tocarlo y sabré cada uno de sus secretos.

Solo un toque...

—¿Y por qué no deduces tú mismo los malditos hechos? —escupe Demetrio —. Lo hacías desde que eras un mocoso.

Cierro los ojos, lucho contra las ansias en el momento que mis recuerdos me transportan al pasado. Veo a mi pequeño yo de siete años, Demetrio sostiene rudamente mi brazo que pronto empieza a formar moretones por su violencia. Mi cabello está despeinado, mis ojos llenos de lágrimas mientras me arrastra hacia el auto.

Hay nieve cayendo, tanta nieve. El frío congela hasta mi sangre, mis labios están violetas porque ni siquiera tengo un abrigo. Siempre fue cruel conmigo, un enfermo insensible que lastimaba a un niño.

—Papá, no quiero ir —imploro —. ¿Por qué me obligas a ir? ¡Por favor, no me obligues!

Mi cuerpo cae bruscamente hacia la nieve cuando me empuja y uno de mis tobillos se dobla por el ataque. ¿Cómo pudo tratarme así? Sus maltratos fueron innecesarios. Yo era inofensivo, jamás me defendí.

—A partir de hoy asistirás todos los días a las malditas terapias —gruñe, mirándome desde arriba con asco —. Tu madre ha tomado la decisión. Ya no podrás hacer ninguna de tus rarezas, mocoso. Estoy harto de escucharte gritar en las noches.

¿Mis rarezas?

Punzadas de dolor pinchan mi estómago al ver sus ojos rencorosos. Él nunca fue amable conmigo. Solo me aparta cada vez que intento acercarme. Jamás me consideró digno de su afecto y evita hasta el aire que respiro. No pasa mucho tiempo en la casa porque no soporta mirarme.

Lazos MalignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora