Capítulo 2 ✴

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Ronan.

Mi realidad apesta.

La única manera de ignorarla es tener los auriculares puestos y la música alta reproduciéndose en mis oídos. Hago de cuenta que no existen y todo está bien. Camino por el inmenso bosque oscuro, las manos en los bolsillos de mi chaqueta. No me asusta la oscuridad, he visto demasiado y pocas cosas me sorprenden en este mundo.

Antes eran menos frecuentes, pero desde que cumplí los dieciocho años mi situación empeoró. Ellos se atraviesan en mi camino, me hablan y piden ayuda. Realmente odio verlos. ¿No pueden fastidiar a alguien más? Jodidos fantasmas de mierda.

Hablando de fantasmas...

Un escalofrío recorre mi cuerpo, calando mis huesos y enfriándome. Mi corazón se paraliza en el instante que la veo. Maldita sea, de ningún modo podré evitarlos. Siempre hallan una manera de fastidiarme la existencia.

Ahí está.

Una niña muerta me mira fijamente. No puede tener más de ocho o nueve años. Su cabello castaño está atado en una cola de caballo y su pijama es adorable con pequeños girasoles estampadas. Quiero abrazarla y consolarla. Luce tan devastada y rota.

Tiene un enorme agujero en la cabeza y le falta un ojo. Apuesto a que son a causas de una bala. La ropa está desgarrada y manchada de sangre. Intento disimular mi asombro, pero es inevitable. Estas almas jamás dejarán de sorprenderme. Las veo todos los días; en mi casa, en las calles. Se encuentran en cualquier parte y me torturan. ¿Qué quieren? Algunas veces solo consuelo e incluso ayuda.

Mi suerte es una mierda que nadie desea tenerla. Es perturbador, triste y devastador.

—¿Puedes ayudarme? Necesito volver a casa, por favor.

Escucho su dulce voz cuando la música se detiene, pero hago de cuenta que no la oigo y sigo mi camino. Se irá pronto y olvidará mi existencia. Mi regla principal desde que tengo seis años es no hablar con ellos.

Solo así me dejarán en paz.

Es egoísta, pero una decisión sensata. No quiero que ellos me toquen, no es placentero cuando lo hacen. Es doloroso porque siento sus emociones y voces en mi cabeza.

Aborrezco oír sus voces.

La niña llora a mi espalda, grita el nombre de su madre, pero aun así no me compadezco. Si le hablo, más fantasmas vendrán a mí después. No estoy dispuesto a cargar con el dolor de nadie. Ya tengo suficiente con los problemas que abordan mi vida. A los muertos hay que dejarlos como están.

Bien muertos.

—¡Por favor, por favor! —Llora —. Mami, ¿dónde estás? ¿Por qué me dejaste sola? No puedo verte.

Puedo sentir sus pasos apresurados y desesperados detrás de mí. No la mires, Ronan, ni se te ocurra hablar con ella. Está confundida porque no le respondo. Lástima. No puedo ayudarla. Espero que encuentre la paz que tanto busca lejos de mí.

Lo siento, pequeña.

—No encuentro a mi mami y estoy tan asustada. No me dejes sola, por favor. ¡Ayúdame! Sácame de aquí o el señor D me encontrará.

Joder, apuesto a que se refiere a su asesino. Mi corazón se quiebra cuando siento el sufrimiento en su voz, pero escojo mantenerme al margen. Nunca entendí por qué nací con este don. Solo me ha dado problemas y malestar. Nada provechoso.

Le subo el volumen a la canción y acelero mis pasos cuando la muerta trata de tocarme. Que busque a alguien más. Yo estoy cansado de ver siempre la misma mierda aterradora. Solo quiero ser normal como el resto de las personas.

Lazos MalignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora