Prólogo ✴

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Las voces en mi cabeza son constantes.

Tortuosos.

Dolorosos.

Por mucho que trate de apartarlos ella siempre encuentra una manera de romper mis muros. Me pide que acabe con él dándole su merecido y por primera vez en años estoy de acuerdo con su decisión. Él un bastardo repulsivo y yo le haré un favor a la humanidad.

¿Qué sucedió?

La oscuridad que vive en mí acaba de ser liberado.

¿Lo mejor?

Disfruto cada instante.

Terminan las clases y decido irme a casa por mi cuenta. Un hombre atractivo se ofrece a llevarme cuando me ve sola. Baja la ventanilla de su lujoso auto mirándome con una suave sonrisa. Sus rasgos me dicen que es mucho mayor que yo. Sus ojos cristalinos parecen ver a través de mí. Me dejo cautivar. ¿Qué podría salir mal? No le temo a nada, solo un idiota intentaría lastimarme.

—¿A dónde vas, preciosa?

Abrazo los libros.

—A casa.

Sus ojos escanean mi cuerpo y se detiene más tiempo en mis pechos.

—¿Quieres que te lleve?

Una pequeña sonrisa sube a mis labios.

—Claro.

Subo a su auto sin mucha resistencia y respondo que sí cuando me invita a un restaurante. Me emociono como una tonta porque me gusta vivir al límite. Me deja escoger la música en su sistema de sonido y sonríe en todo momento. Es hermoso y se llama Jackson.

—¿Te gusta Harry Styles? —pregunto.

—¿A quién no?

Me gana con esas simples palabras. Me roba sonrisas con sus chistes patéticos, me hace sentir especial. La pregunta del millón aquí es... ¿Por qué cambié de opinión? Su amabilidad no dura mucho y pronto demuestra sus verdaderas intenciones. El camuflaje cae.

Es un depredador sexual.

—Eres muy hermosa, Allison —Las manos de Jackson tocan mi pierna desnuda bajo mi falda. Yo me encojo en el asiento del pasajero —. Nunca conocí a una chica tan perfecta cómo tú. ¿Cuántos años tienes?

Mi estómago se revuelve con repulsión. Quiero romper sus huesos porque sus caricias me incomodan. Esto no es correcto de ningún modo. Acepté salir con él, pero no le da derecho a tocarme sin mi consentimiento. Mi padre no estará feliz cuando se entere. Él y mamá me advirtieron toda mi vida sobre los tipos malos. Estarán decepcionados. Soy la oveja negra de la familia.

—Tengo dieciséis años —contesto asqueada —. Podría ser tu hija.

Jackson me mira con deseo.

—Pero no lo eres —responde y detiene el auto en una carretera desierta.

Le doy una oportunidad para redimirse y no lo aprovecha. Cometió un error. Está loco si piensa que me quedaré tranquila. El día terminará en una horrible tragedia. Ya no soporto la mirada lujuriosa en su cara.

Ella tampoco.

—Tienes diez segundos para que me dejes ir —espeto con calma —. Hazlo o lo lamentarás.

—¿Qué me harás, princesita? —Se echa a reír —. ¿Gritar o llorar?

Acaba de cavar su propia tumba. Puede considerarse hombre muerto.

—Déjame ir.

Ignora las advertencias.

—¿Empiezas tú o yo? Vamos, no me hagas esperar. Estoy duro.

Lazos MalignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora