Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
Para el chico de gafas no era nada raro que Kaede fuera tan inquieta, de hecho, era más preocupante que la albina del mechón verde estuviese demasiado quieta en un solo sitio, Recordaba que desde niños ella parecía simplemente un espectáculo de fuego artificiales echando chispas a donde sea que fuera, puede que fuese incluso algo hiperactiva, pero por alguna razón ese día parecía mucho más inquieta de lo normal.
Él, por su parte, había llegado especialmente tarde el día anterior con la esperanza de resolver asuntos pendientes de la academia desde la comodidad de su habitación esperando , no relajarse, pero al menos no tener por un día una rutina demasiado atareada. Ahora que lo recordaba, Kaede estaba también rara desde la noche anterior pues apenas llego estaba casi seguro de que la había visto salir de la habitación que compartía con su hermano, pero decidió no preguntarle al respecto pues quizás había tenido otra tarea que explicarle a Rin.
Pero aquella mañana ella parecía estar teniendo el tiempo contado, era bastante temprano un domingo y quizás no había razón para que ella pareciera estar midiendo el tiempo, como si cada minuto lo tuviese planeado y no le preguntó en el momento en que devoró su desayuno casi en tiempo récord, o en cuanto también salió de la ducha casi corriendo aunque ganas no le faltaban . Yukio podía entender que quizás tuviese que hacer algo importante pero hasta a él lo ponía nervioso verla ir de un lado a otro con una cara de pura concentración.
Y justo cuando estuvo a punto de preguntarle qué ocurría, fue ella quien lo sorprendió asomándose por la puerta de la habitación de los gemelos dándole un ligero susto pues la albina mantenía un rostro de seriedad mientras seguía solo cubierta con la toalla y su cabello aun goteaba, incluso el peine con el que estaba desenredando su pelo estaba enganchado en su cabeza.
—Kaede-san, perdona si me estoy entrometiendo en algo pero ¿ocurre algo especial hoy o…?
—Vístete y acompáñame a un lugar—pronuncio la de ojos bicolor aun con su rostro totalmente serio.
El castaño la miro parpadeando varias veces totalmente extrañado—. ¿Qué dices?
—Sería el colmo que aparte de miope tuvieras problemas de audición—refunfuñó la chica en lo que seguía intentando desenredar su cabello—. Necesito que me acompañes a un sitio, así que apresúrate.
