Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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A un paso cansino y arrastrando un poco los pies, cosa que quizás sus tutoras italianas mirarían con reproche y hubiesen castigado severamente, Kaede iba caminando por la Academia al sonar la campaña para el almuerzo. En esos días en su mente seguían rondando las palabras de Yukio aunque no sabía por qué se sorprendía si de todos modos Mephisto ya le había advertido y ella misma ya había previsto que eso eventualmente sucedería, pero nunca creyó que sería tan pronto y sumado a que aquello la había tomado prácticamente fuera de base.
En el fondo no sabía exactamente cómo sentirse puesto que debería haberlo visto venir, debería haber estado preparada para el momento en que Yukio comenzara a poner a prueba sus sospechas acerca de ella y saber cómo actuar en aquel momento, pero lo cierto era que ni se había detenido a pensar en ello.
¿Y qué esperaba? ¿que Yukio iba a permanecer ajeno a mi extraño comportamiento?, se reprochó a sí misma deteniéndose en medio del resto de los estudiantes. Tal parece que todavía no he aprendido nada, él es un exorcista tan capacitado como yo así que no entiendo de qué me sorprendo. Parece que al fin y al cabo nunca podré despojarme de aquella arrogancia que me ha traído tantos problemas ¿acaso pensaba que solo por ser yo podría bajar la guardia ? He aquí las consecuencias.
Yamato había faltado un par de dias luego del ataque de los cerberos como reposo y Kaede había respetado ese descanso evitando hacer llamadas, e incluso evitando preguntar a Takako, aunque ella le había explicado por su cuenta que ella había tenido que hacer algunas compras y que por eso Yamato se había ido por su cuenta. A pesar de eso, aprovechó ese día que Yamato sí había asistido clases para preguntarle ya que a pesar de tenía mucha curiosidad.
—¿Estás seguro de que estas bien? —indagó Kaede antes de que entraran a clase.
—Sí, por fortuna, no recibí algún golpe severo—explicó Yamato, quien parecía seguir todavía algo aturdido.
—¿Te hicieron preguntas sobre lo que ocurrió? —continuó Kaede entrecerrando un poco los ojos. De pronto tenía una sensación muy extraña que hormigueaba en su cuerpo y tenía migraña.
—La verdad es que no pude decir mucho porque de todas formas tampoco entendí mucho lo que sucedió antes de despertar en aquella sala—respondió el pelirrojo frotándose un poco la cabeza —. Ellos dijeron que fue un fenómeno que era mejor olvidar y empiezo a creer que tenían razón, me duele la cabeza solo de tratar de entender qué pasó.
Kaede apretó los labios sintiéndose realmente mal—. Supongo que es lo correcto.
Luego del ataque del Naberius, Paku se habia estado recuperando poco a poco, aunque tal parecía que Izumo Kamiki parecía sentirse culpable, ya que a duras penas podía mirar a su mejor amiga a los ojos sin algo de tristeza, y Kaede creyó saber lo que había pasado pero ni siquiera pudo deleitarse por haber tenido razón porque de pronto tenía tantas cosas en qué pensar.
