Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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—Puedo darme por satisfecha con los resultados de esta semana.
Esa fue la declaración de Kaede en lo que le entregaba al presidente del club, Kazuya, los volantes que había gestionado luego de largas horas de insistencia en la biblioteca de la academia usando su poder como miembro del comité de convivencia para no tener que sacar dinero, pues se suponía que era una actividad escolar y, si bien era algo parecido a chantaje convencional, al final logró obtener más de doscientos volantes con la imagen del club más las otras quinientas copias para rendir el material, con la imagen de Miku usando capucha de Pikachu y el nombre elegido por votación dado a que eran una mezcolanza de fans tanto de anime como de mangas y videojuegos en general: Akiba-kei.
—Kaede-san ¿estas segura de que esto está bien? ¿el consejo estudiantil no se ha pronunciado por esto?
—Por supuesto que se pronunciaron, después de que yo acabara de hablar sobre las razones por las que no había que cerrar el club—habló Kaede con total tranquilidad—. Quizás tuve algo de ayuda del comité y lo use a mi favor pero el punto es que logré convencerlos aunque no les gustara, empiezo a creer que son más estirados de lo que creí.
Y no era mentira, pues la albina no se esperaba que el presidente y la vicepresidenta fuera unos seres tan rectos y de mente cuadrada que creían que su argumento de “no ser un club que enriquezca intelectualmente la población estudiantil” bastaba para que fuera valido cerrar el club. Y Kaede no se quedó con ello, sino que se informó con el comité financiero, el comité de deportes, el comité cultural, el comité disciplinario y el comité de convivencia si eran razones de peso, pero no existía nada así en el reglamento. El único motivo por el cual podían clausurar un club era no contar con más de tres integrantes y fomentar odio o conductas inapropiadas.
Por lo que Kaede fue con toda en una de las reuniones del consejo estudiantil volviendo a proponer que el próximamente reinaugurado club “Akiba-kei” volviera a funcionar como un club oficial que apareciera en la lista de los demás clubs de la academia y tuviera el mismo trato. Fue impresionante ver como la expresión tanto del presidente como el de la vicepresidenta cambiaba conforme eran conscientes de que se estaban quedando sin argumentos sólidos para defender su postura.
—Entonces, me parece que todos los que estamos aquí presentes tenemos entendido que no hay motivo por el cual el club no será considerado oficial o ¿debo repasar nuevamente las actividades de las reuniones y el nuevo número de miembros sin contar los que han pasado solicitud?—fue el último ataque argumentativo de la albina con una expresión indulgente aunque por dentro rugía su espíritu de competitividad.
¿Quién más desea llevarme la contraria?
El presidente lanzó un leve sonido de disgusto que ocultó con su semblante de seriedad—.Su solicitud ya fue debatida así que a partir de hoy su club vuelve a pertenecer a la lista oficial durante un plazo de tres meses.
