Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El sol ya estaba bastante alto trayendo consigo un brillante amanecer cuando se avistaron los primeros helicópteros pertenecientes a la Orden de la Verdadera Cruz con los refuerzos. Rápidamente, los exorcistas que habían llegado a prestar apoyo para atender a todos los heridos se dispersaron por toda la montaña con camillas y fármacos para poder llevar a todos a la sucursal y atender a todos apropiadamente.
Ya Ryuji Suguro había llegado hace un rato a la sucursal junto a los chicos y el resto de los exorcistas esperando encontrar a su padre aunque aun tuvo que esperar pues el equipo de refuerzo de la rama principal de la Orden apenas lo había ubicado inconsciente junto a Shiemi e Izumo. No fue fácil solo resignarse a esperar a su padre pero apenas fue avisado de que ya había llegado, fue junto a su madre a recibirlo y por suerte, ya había despertado mientras lo llevaban en la camilla.
—Ya regresé —saludó Tatsuma Suguro con alegría pese a su lastimado aspecto.
—¡Papá!
—¡Tatsuma-san!
—Estoy bien, solo un poco anémico —aseguró el hombre aun sonriendo.
—Tatsuma-san ¿cómo...?—musitó la mujer acercando una mano al rostro de su esposo antes de empezar a jalarlo se la oreja—. ¡¿Cómo pudiste acabar así, idiota?!
—¡Duele! ¡Eso duele, Torako!
Mientras tanto, en las demás habitaciones pronto hubo bastante movimiento desde que empezaron a llegar tanto los miembros del escuadrón de la sucursal de Kyoto como los refuerzos enviados en helicópteros por la Orden, por lo que empezaron a esparcirse los rumores y la incertidumbre seguía reinando pues aun no había un informe oficial sobre lo sucedido dado a que la prioridad eran los heridos que venían llegando.
—El equipo de caza del Rey Impuro ya regresó.
—¿Qué habrá sucedido?
Pronto el movimiento fuera de la habitación despertó a Mamushi Hōjō, y pese a que aun se sentia bastante debil como para apenas estar de pie, se levantó para tratar de averiguar que habia estado pasando aunque apenas abrió la puerta corrediza se encontró con que Juuzo Shima había ido a verla.
—¿Qué haces? —le riñó el hombre visiblemente preocupado—. ¡Tienes que descansar!
—Simio...
Mamushi se sorprendió un momento y trató de explicarle que en realidad necesitaba era saber qué había ocurrido pues habia estado esperando toda la noche, aunque su agitación debido al cansancio no le dejo continuar hablando pero su mirada fue suficiente para que Juuzo comprendiera.
—Primero las buenas noticias: derrotamos al Rey Impuro—anunció el castaño con voz tranquillizadora—. Estan todos bien, asi que no pongas esa cara.
La mujer parecía realmente afectada al respecto y era entendible despues de haber sido cómplice inconscientemente de haber provocado un desastre que pudo escalar a una tragedia de alto nivel, pero saber que ya todo había acabado la inundó de un gran alivio. Sin poder evitarlo, se aferró a Juuzo echándose a llorar mientras caia de rodillas en lo que él la abrazaba con fuerza.
