Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Si bien no estaba bien alegrarse de que ni Yukio ni Rin llegaran en toda la tarde, Kaede lo agradeció pues no estaba dispouesta a lidiar de nuevo con las preguntas inquisitivas del exorcista y poner en alguna situación incómoda a Rin. Se cambió de ropa a unos jeans, una blusa verde oscuro y una chaqueta de cuero junto a las botas militares que siempre habían sido su calzado predilecto en sus misiones. Además de los cargadores que ya tenía contaba solo con el otro par que le había dado Luca, por lo que tendría que emplear toda su concentración en dar disparos certeros y precisos para no quedarse sin municiones en caso de que todo se complicara.
Guardó todo en un bolso que colgaba de su cadera y salió ya cuando el anaranjado sol de las tres de la tarde se cernía sobre la academia. No quería lidiar con que alguien se entrometiera en lo que fuera a hacer por lo que se ocupó de dormir al vigilante de la entrada implantándole falsos recuerdos para finalmente poder salir.
No es que fuera con toda la intención de terminar envuelta en un combate pues la idea era buscar información sobre el acosador que comenzaba a amenazarla, pero debía estar preparada. Todo lo que podía deducir es que sabía la situación con respecto a su difunto padre y que era mitad demonio, pero le estaba costando discernir posibles sospechosos más alla de que debía ser alguien que estuviera constantemente en la Academia.
Luego de poder ubicar el sitio de las coordenadas, tardó dos horas en llegar a lo que resultó ser una vieja fábrica de juguetes junto a la costa. En su camino tuvo cuidado de reponer sus energías que gastó en alterar la mente del guardia y una vez había llegado, la ex-exorcista hizo un sondeo tratando de ubicar alguna presencia extraña pero sin usar demasiada energía y prefirió estar lista si se presentaba cualquier situación.
Tengo que estar demasiado aterrada para venir a hacer esto, pensó haciendo referencia a que no podía consentir que alguien ajeno supiera de ella sin alguna conexión importante al menos para ella.
El lugar era medianamente grande y, para no arriesgarse demasiado, decidió entrar por una ventana rota en lugar de abrir el oxidado portón. Las máquinas y material de plástico y moldes para juguetes denotaban años en que no eran utilizados. Algunos juguetes estaban apilados y se topó en su camino con un par de balones de hule desinflados además de pasar frente a varios muñecos de payaso que la inquietaron un poco pues pese a que habían unos rastros de sol colándose por fisuras en el techo el lugar seguía bastante oscuro y seguía oscureciéndose conforme avanzaba el ocaso.
Todos sus sentidos estaban al máximo para captar cualquier sonido o figura extraña, pero no por ello Kaede estaba menos inquieta y en lo que seguía inspeccionando se encontró en una barra transportadora con varios periódicos apilados, varias tizas, lo que parecía ser sangre en varios frascos y no muy lejos lo que parecía ser un lecho identificando varios pelos al parecer de perro y un olor penetrante a azufre en todo aquel espacio.
No quería entretenerse demasiado con ellos, por lo que Kaede siguió inspeccionando en busca de pistas encontrando más muñecos de payasos y carritos de juguetes hasta llegar a un espacio donde captó la figura en el piso antes de dar el siguiente paso, dándose cuenta de que se trataba de un pentagrama de invocaciones pero antes de que pudiera razonar que hacía eso allí su nariz captó el olor inconfundible de la sangre fresca y un tenue sonido de tela encima de ella, a lo que se puso en posición defensiva al momento que alzó la vista.
