Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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El agua templada caía copiosamente sobre el cuerpo de Kaede, pero ella a duras penas era consciente de aquello. Su corazón seguía latiendo desbocado y su cuerpo se sentía caliente rememorando en su cabeza aquel beso una y otra vez como si de una película en repetición se tratara, aunque seguía recordándolo de forma muy vívida y sus labios aún sentían aquel contacto.
Kaede no comprendía del todo lo que acababa de pasar pero no podía decirse que le desagradara, solamente se sentía confundida sobre si estuvo bien hacer eso. Su relación con Yukio en ningún momento apuntó a que eventualmente pudieran estar esperando algo más siendo solo amigos. ¿Qué pasaría de allí en adelante? No quería que de pronto Yukio se sintiera demasiado confundido pues ella no quería que de pronto tuviesen que actuar distinto, él seguía siendo su amigo y no quería que eso cambiara.
Tratando de calmarse, Kaede se restregó la cara para despejarse, aunque aun sintiendo el color en sus mejillas, pensando en si debía hablar de ello con Yukio anque de pronto aquello se le hacía muy vergonzoso. Con un suspiro, decidió que esperaría a ver si algo cambiaba para tocar el tema mientras tomaba la toalla saliendo de la ducha.
Con algo de curiosidad , decidió mirarse en uno de los espejos y sus ojos se abrieron de par en par en cuanto notó algo que debido a la emoción de quel beso no había visto mientras se bañaba. Por encima de sus costillas y en su pecho se estaban formando dos manchas del mismo violeta brillante que la mancha que reposaba en su muñeca. En ese momento, un temblor recorrió su cuerpo entero y recordó lo que había dicho Mephisto sobre la "enfermedad" que ella parecía estar padeciendo.
Me lleva el demonio.
Con todas la rapidez de la que era capaz, la albina se secó y se colocó una camiseta de tirantes justo con unos pantalones cortos de pijama antes de tomar su teléfono.
—Hola, Kaede ¿qué ha pasado? —saludó Luca con un tono que aparentaba estar trabajando hasta tarde.
—Hola, perdona que te llame a esta hora—habló Kaede tratando de ocultar su tono de nerviosismo—. Pero quería pedirte un favor.
—Por supuesto, solo dime qué necesitas.
—Quería saber si ¿no es mucha molestia si me haces un chequeo rápido con tus conocimientos de medicina? —empezó la albina tratando de no dar muchos detalles—. Solo quizás un exámen muy general, es que creo que lo necesito.
—¿No seria mejor idea que acudieras a una clínica? —se extrañó Luca—. Daría lo mismo y estarías más segura.
—En realidad me sentiría más segura si fueras tú —explicó Kaede tratando de no sonar muy desesperada—. Solo un chequeo rápido ¿si?
—De acuerdo—aceptó el exorcista, aunque no muy seguro—. Ya te aviso cuándo puedo hacerte ese favor.
