Prólogo.

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El silencio de pronto reinó aquel lugar luego de casi infinitos minutos de puro caos, las personas que allí se encontraban de pronto no lograron emitir un solo sonido luego de una exclamación de pasmo y de horror ante la escena que estaban presenc...

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El silencio de pronto reinó aquel lugar luego de casi infinitos minutos de puro caos, las personas que allí se encontraban de pronto no lograron emitir un solo sonido luego de una exclamación de pasmo y de horror ante la escena que estaban presenciando, incluso los que estaban heridos de gravedad contuvieron sus quejidos y algunos todavía seguían tratando de entender que era lo que estaba ocurriendo. Solo cuando el sonido de una gota de sangre cayendo al suelo precedió a una caída más grande de aquel líquido los allí presentes dejaron salir el aire que estaban conteniendo. 

A duras penas un doloroso quejido salió de los labios de aquel exorcista pero en sus brillantes ojos verdes no se mostraba derrotado, es más, una sonrisa cruzó su rostro antes de que acabase soltando un chorro de sangre que a pesar de todo no inmutó su semblante triunfante. 

Frente a él, quien había sido una enloquecida muchacha con sed de sangre hace unos segundos, pudo contemplar como las puntiagudas orejas disminuían su tamaño así como su cola se retraía y su rostro pasaba a uno sin expresión alguna con su único ojo verde indicando que su naturaleza demoniaca fue contenida otra vez. Las manos de aquel hombre, aun así, no cedieron en su fuerza al sostener la mano de su hija con el anillo de vuelta en su lugar, al menos no por su voluntad.  

El exorcista de pronto fue consciente de que perdía fuerza y es que estaba bastante seguro de que su propia hija lo había atravesado y destrozado mas de un órgano interno y la hemorragia no se detendría. 

La muchacha de cabello blanco se veía más apacible y al soltar la mano derecha de ella, el exorcista la atrajo hacia sí mismo con otro quejido que le hizo soltar más sangre que manchó a la joven, quien seguía inmutable. Aquel abrazo fue arrebatándole la vida poco a poco al hombre, quien acaricio suavemente el cabello de su hija esperando que aun en su estado pudiese escucharlo. 

—Perdóname, Copo de Nieve…papá siempre estará contigo, te seguiré donde vayas…papá nunca te dejará sola… 

Y con un último suspiro, el cuerpo del exorcista cayó lánguido a un lado mientras la trastocada muchacha quedaba de rodillas en el suelo con su mano totalmente ensangrentada, todo antes de que los pocos exorcistas capacitados que quedaban allí ilesos se abalanzaran sobre ella como quienes logran la forma de domar un animal salvaje y letal. 

Ella en su mente, en el subconsciente que seguía controlado por su voluntad, se revolvía en su desesperación por simplemente morir, la negación de que todo lo que acababa de pasar hubiese sido real y la ignorancia de que de allí en adelante todo cambiaría con algo muy importante rompiéndose dentro de su mente en mil pedazos como si de un espejo se tratara. 




Los pasos de aquella chica de alborotado cabello blanco eran apresurados pero en cuanto más se acercaba a su destino más miedo le producía el tener que asimilar todo lo que acababa de pasar, sus manos titubeaban un poco y se estaba esforzando en que su semblante no se notara demasiado inseguro, pero en cuanto entró en aquella oficina inspiró hondo y trató de sosegarse. Ante ella, en un extravagante escritorio, estaba quien de ahora en adelante seria su también extravagante tutor legal así como el extravagante director de su extravagante escuela. 

Kaede No Himitsu | Ao No Exorcist Fanfic |Where stories live. Discover now