Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Por tercera vez consecutiva, Kaede se devolvió sobre sus pasos y alzó el rostro solo para comprobar si la pequeña corbata estaba bien atada y luego se miró de frente volviendo a peinarse el largo flequillo con los dedos acomodando otra vez el mechón color verde para no parecer desarreglada.
Había olvidado ya la sensación de un primer día de clases y, debía admitirlo, estaba nerviosa, empezaría la secundaria muy a su pesar porque su plan de vida no había ido más allá de terminar la Escuela de Exorcistas y dedicarse a ello después de la escuela media. Comprobar que su uniforme estaba bien puesto, revisar que tenía todo en el portafolio y contar el dinero para el almuerzo antes de salir...casi sentía que realmente era un nuevo comienzo.
Aunque para Kaede no era del todo de esa forma.
Cuando ya sintió que estaba lista, salió corriendo de su habitación y salió del edificio preparándose para lo que fuera. El camino a la Academia le recordó bastante a los animes shoujo que solía ver con las hojas de los árboles cayendo con el suave viento de la mañana y los estudiantes caminando entre charlas amenas y eufóricas por el inicio de clases. En su interior, Kaede se preguntó cuántos de los que había a su alrededor estudiarían exorcismo.
La fachada de la Academia era bastante bonita aunque Kaede seguía prefiriendo la majestuosidad suntuosa que emitía la sede principal del Vaticano. Claro que tampoco esperaba lo que se encontraba en su interior. Era temprano aún y por ello luego de explorar un poco se sentó afuera de la entrada mientras sacaba de su carpeta discretamente la foto del chico que supuestamente era hijo de Satanás y estaba bajo su vigilancia.
—Esto es ridículo, mas vale que ese tal Okumura Rin sea alguien interesante —murmuró volviendo a guardar la foto cuando percibió que un grupo de estudiantes se acercaba a ella—. Igual debería intentar mezclarme un poco.
Esperando sacar alguna buena excusa para acercarse a alguien, sacó un itinerario con una guía incluida para nuevos estudiantes sobre el primer día de clases y haciéndose un poco la despistada se aproximó a un grupo con una sonrisa y expresión abierta esperando causar una buena impresión.
—Hola, disculpen, esperaba que pudiesen ayudarme es que estoy un poco perdida—saludó mostrando su folleto —. Acabo de llegar asi que no entiendo mucho de qué va todo hoy.
—Por supuesto ¿no eres de por aquí cierto? —respondió amistosamente un chico con el cabello de un encendido tono naranja y numerosas pecas en sus mejillas.
Kaede negó aun manteniendo su sonrisa—. Me llamo Kaede Takahashi y nací aquí en Japón pero hace ocho años que estaba viviendo en Roma ¡es agradable poder volver a mi país natal!
Bastante agradable tener que estar pasando esta verguenza.
—¡¿De verdad?! Debe ser difícil adaptarse, supongo—exclamó el chico de pecas sorprendido—. De momento no habrá nada complicado esperamos solo la ceremonia de bienvenida.
