Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Una vez llegaron a la estación de Kyoto, los Exwire y los Exorcistas que hacían parte del equipo descembaron cuidando de no separarse pues el grupo era bastante grande y el lugar también era bastante grande. Kaede dio un largo bostezo nuevamente cargando su bolso con pereza pues no había podido dormir absolutamente nada, pero al menos los raspones en sus nudillos se habían cerrado, lo que era positivo ya que significaba que su regeneración no estaba aminorando como había llegado a pensar debido a su cicatriz por la espada mata-demonios.
Tengo demasiadas cosas pendientes ¿tendré algún momento para descansar?, se preguntó recordando todo lo que tenía que averiguar por delante cruzando una penetrante mirada con Shima, quien se había adelantado, y poniéndose un poco más inquieta antes de que sintiera que su bolso era jalado a un lado.
—Eh, Kaede-san, deja que te ayude un poco al menos hasta que lleguemos—había dicho Rin cargándose el bolso de ella.
—Oh, perdona que te esté incomodando por mi cansancio—musitó la albina estirándose en lo que se esforzaba por mantenerse lúcida —. Pero gracias.
—¡No te preocupes, Kaede-chan! Como mi amiga aprovecharé siempre que pueda ayudarte.
—Eres probablemente demasiado adorable para ser un hijo de Satán.
—¡¿Q-qué?!
—¡Es la torre que decías, Rin! —exclamó Kuro en el hombro del chico.
—Es genial—comentó Rin con una amplia sonrisa y luego volteó a ver a los demás chicos—. ¿Verdad?
Pero el resto de los Exwire ya estaban fuera de la estación con el resto del grupo.
—Oh, vamos que nos dejan—resolvió Kaede tratando de no darle cabida a que se desanimara más tomándolo de la mano para ir con los demás.
Los habían recogido un hombre con un cartel indicando que esperaba a la Rama Japonesa de la Orden de la Verdadera Cruz llamado Doi, representante de la sucuresal de Kyoto y les indicó un pequeño autobús donde se embarcaron varios de los exorcistas y los escuderos mientras que la otra aparte iban en una furgoneta. Adentro el ambiente solo por la presencia de Rin y las diferencias aun latentes con el trío de Kyoto hacía que todo el viaje transcurriera en una tensión que provocaba que incluso el aire se hiciera pesado.
—Soy Kinzou Shima de la sucursal de Kyoto, recuerden mi nombre—fue presentando un hombre de cabello rubio cuyos rasgos dejaban en evidencia que claramente era familia del chico de cabello rosa, mostrando un extraño entusiasmo al golpear su frente contra el micrófono que estaba usando.
—Kin sigue tan tonto como siempre.
—Oh ¿es tu hermano? —preguntó Kaede solo por molestar.
—¡Ssshh! No quiero que alguien más sepa que somos familia.
