Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Todos hacen un gran escándalo cuando llega este momento pero no siento que haya ocurrido nada demasiado extraordinario, pensó Kaede con los ojos abiertos como platos ya con quince años mirando al techo lleno de distintos pósters de bandas de rock sin saber si se sentía incrédula o desconcertada pues esas no eran las expectativas que tenía cuando aceptó finalmente dar aquel gran paso con aquel chico que había conocido en la fiesta la noche anterior. Con un suspiro un tando fastidiado, la muchacha se restregó los ojos sin poder conciliar el sueño siquiera pues aquel chico dormido a su lado roncaba sonoramente.
—He hecho pendejadas en la vida pero esto es otro nivel—se dijo a sí misma antes de quitarse la sábana disponiéndose a ponerse su ropa interior.
—¿A donde vas? Son las tres de la mañana—habló el chico aun bastante somnoliento luego de despertarse al sentir el movimiento de la albina buscando su ropa.
—No lo tomes a mal pero quiero descansar en mi casa.
—¿Necesitas para el taxi?
—Tengo pero sería genial de tu parte si me das el pasaje.
—En el bolsillo de mi pantalón tengo dinero, toma lo que necesites y nos vemos mañana.
—Claro.
En realidad Kaede tampoco recordaba el nombre de aquel chico y tampoco se preocupó por volverlo a contactar despues ya que había puesto todas sus expectativas en que al menos disfrutaría aquella noche lo que todo el mundo gritaba que era de lo mejor pero el sexo no se le hizo especialmente estimulante o emocionante. Al menos no durante su primera vez.
—¡¿Dónde mierda estabas metida?! ¡el teléfono lo tienes de puto adorno últimamente ya que ni te molestas en contestar! —le gritó Raiden por todo saludo una vez llegó durante la madrugada —. ¡La próxima vez si voy a encontrarte y te formare un maldito escándalo como sigas haciendo estas gracias!
—¿Terminaste? Vas a despertar a todos los vecinos —respondió Kaede sin mostrarse demasiado impresionada pasando al lado del hombre hacia la cocina.
—¡¿Crees que me importa un carajo despertar a todo el mundo ahora mismo?! ¡no estoy pintado en una maldita pared así que tómame en serio por un puto momento!
—No sé para qué haces tanto escándalo si ya llegué.
—¡¿En dónde carajos estabas?!
—Cogiendo—respondió Kaede tranquilamente tomando un vaso de agua.
—¡¿Qué?!
—Comiendo.
—No estoy sordo ni senil, Kaede, te estas es ganando una tunda de los mil demonios ¡¿Con quién estabas?!
—Alessandro...Alonzo...no lo recuerdo, viejo, relájate —bostezo la muchacha con pereza—. Si me disculpas, dormiré asi sea una hora antes a de ir a cumplir con el deber.
