Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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—¡Dejen sus plumas! ¡Volteen sus hojas y pásenmelas!
Kaede suspiró y obedeció soltando su lapicero agradeciendo que al fin habían terminado aquel cuestionario. En el fondo reconocía que le había servido bastante para distraerse y dejar de pensar en Yukio, quien estaba al frente y con quien hace unos pocos días había estado a punto de besarse. El inoportuno pensamiento hizo que se ruborizara y para tratar de despejarse decidió salir a tomar algo de aire, aunque claro, tendría que pedir el permiso a su profesor Yukio a pesar de ser también su dormitorio.
—Saldré a tomar algo de aire fresco, profesor—avisó Kaede levantándose y estirándose sintiendo las piernas entumecidas, aunque claro, llevaba casi una hora sentada escribiendo.
—Te acompaño, Kaede-chan—habló Rin llegando hasta donde ella al mismo paso cansino.
—Mañana nos levantaremos a las seis—advirtió el ojiazul—. Tendrán una pequeña prueba que cubre este exámen.
Yukio se volvió a mirarlo casi sin poder creerlo—. Él es un demonio, en serio...
La albina por su parte rio y salió de la estancia hacia el pasillo con Rin siguiéndola. Si bien era cierto que aquellos pasillos vacíos y algo oscuros daban cierto escalofrío, era agradable poder salir y sentir el frescor de la noche colarse por esas paredes sin necesidad de salir al exterior, y llevando ya un tiempo viviendo allí, generaba una sensación de familiaridad que le agradaba a Kaede. Ya hasta comenzaba a aceptar con plenitud aquel castigo.
—Oye, Kaede y ¿te decidiste ser Exorcista por tu...padre? —preguntó Rin con los brazos detrás de la cabeza en lo que caminaban por los pasillos hacia la cocina.
—Podría decirse que sí, quería seguir sus pasos y ser como él algún día—respondió Kaede siendo sincera, puesto que era cierto que su padre fue su razón para ser exorcista, aunque sw sintió extraña un momento al responder ello sin saber por qué.
—¿Y cómo supiste que podías invocar demonios?
—Rin, te lo he dicho cientos de veces, es cuestión de la persona el tener el don de invocar demonios, así como es tu don cocinar deliciosa comida.
—¿Eh? —se sorprendió Rin con un tenue rubor —. ¿L-lo dices en serio?
—Vamos, Rin-kun—sonrió Kaede entrando en la cocina y aproximándose a la nevera —. Sabes que es verdad.
Abriendo la nevera, Kaede sacó dos cartones de jugo pequeños lanzándole uno a Rin.
—Admiro que seas tan buen cocinero, honestamente he intentado siquiera hacer los platos más sencillos pero simple y llanamente no tengo talento culinario—admitió Kaede mientras introducía la pajilla en el jugo dando un pequeño sorbo—. Aunque de todas formas no me hace falta, no voy a servirles el menú del almuerzo a los demonios.
