Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Aun sintiendo el cuerpo bastante agarrotado del cansancio, Rin no pudo evitar finalmente despertar después de quien sabe cuanto tiempo desde que recuerda solo haberse desmayado. Le costó bastante ubicarse al principio ya que aun seguía algo aturdido y pronto reparó en que estaba en un futón con su familiar Kuro dormitando tranquilamente junto a él.
¿Estoy en el ryokan de la familia de Suguro?, reparó Rin una vez que se hubo despertado del todo antes de voltear y encontrarse con que Shiemi estaba en un futón a su lado dormida también, y estaba bastante cerca por lo que no pudo evitar sentirse un poco nervioso. Probablemente la había sido estado mirando durante bastante tiempo pues pronto la chica también se despertó y para Rin de pronto fue como si no hubiese visto a alguien que se viera tan bonita recién levantándose.
—Ah, Rin —pronunció la rubia esbozando una tierna sonrisa—. ¿Ya despertaste? Qué bueno.
—¿Qué haces durmiendo aquí? —preguntó el chico un poco atropelladamente para disimular los nervios—. ¿Estás lastimada?
—No, vine a que me pusieran suero pero al verte me quedé dormida—explicó Shiemi aun algo adormilada —. Buen trabajo, Rin, Suguro y los demás dijeron que estuviste grandioso.
—La verdad es que lo logré por poco y con la ayuda de todos —explicó Rin riendo un poco y desviando la mirada algo sonrojado—. Me acordé de ti, eso me animó...gracias.
—¿De verdad? —se sorprendió Shiemi levantándose sin poder creer lo que escuchaba—. ¿Pude ayudar?
—Sí, mucho—confirmó Rin en lo que el sonrojo era cada vez mas notable incluso en sus orejas—. Gracias.
—Qué alegría... —se conmovió la rubia con ojos brillantes antes de tomar la mano de Rin entre las suyas casi ocasionándole al chico un paro cardíaco de la emoción—. ¡Rin!...escucha, yo...pase lo que pase, yo siempre...—de pronto Rin estaba muy a la expectativa ante lo que podría decir la chica—. ¡Yo siempre seré tu amiga! ¡seremos amigos para siempre!
—¿Qué? —musitó Rin con la sensación de que las cosas no salían como se las había imaginado.
Shiemi de pronto se tiró de nuevo en su futón cubriéndose la cara con vergüenza—. ¡Lo dije! ¡lo dije!
Con que amigos para siempre, repitió Rin en su mente mientras sentía que todas sus ilusiones y esperanzas con la rubia muchacha eran arrastradas por la marea despiadada de la zona de amigos y no pudo evitar sentirse demasiado frustrado al punto que alzó su cola encendida con una flama azul y un aura oscura rodeándolo ante la felicidad de Shiemi de declararse como su amiga perpetua.
Mierda...
De pronto su momento de ira interna se vio interrumpido en cuando notó con cierta vergüenza una risa detrás de él encontrándose a su compañero de cabello rosa conteniendo lo que podría ser una risa bastante escandalosa.
