Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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Hubo alguna época en la que Kaede regresaba siempre airosa de misiones donde su vida siempre estaba expuesta al peligro, y cuando llegaba a su casa aun podía sentir el subidón de adrenalina y la euforia de desempeñarse como la exorcista orgullosa que su padre siempre quiso. Era una época donde ella sentía que podía con el mismo mundo si se le volcaba encima y siempre estaba deseosa de que llegara la próxima misión.
—Quizás solo deban dejarme todo a mi, los demás extras solo estan para verme en acción —había comentado una Kaede de quince años regresando a su casa en compañia de Luca.
—Yo soy uno de esos "extras" ¿sabes? —le había replicado el rubio alzando una ceja.
—¿Qué más da? Sin mí éste equipo no lograría nada y no puedes negarlo.
—Jamás entenderé cómo puedes ponerte en riesgo de esa forma como si fueras inmortal.
—Es divertido arriesgarse sobre todo con demonios tan poderosos que te hacen dudar de que podrás derrotarlos ¿y sabes por qué? Porque siempre los hago papilla.
No obstante, todo lo que quedaba de aquella orgullosa chica que había sido una sobresaliente exorcista era solo una muchacha que estaba demasiado cansada, confundida, derrotada y triste que se deslizaba por los azulejos de aquel baño hasta acabar sentada en lo que el agua seguia cayendo sobre su cabeza empapando su cuerpo. Kaede aun no habia podido descifrar cómo tenía que asimilar lo que acababa de pasar pues su voluntad jamás había flanqueado de tal forma que incluso su familiar se volviera en su contra.
No creo que pueda aguantar, pensó Kaede una vez que terminó de bañarse luego de hacer un gran esfuerzo por tratar de continuar con lo que quedaba de su día dejando caer varias lágrimas una vez que se permitió verse frente al espejo en completa desnudez, siendo presa de un leve temblor en cuanto vio que las manchas violeta estaban apareciendo esta vez mas notorias y dolía un poco al presionarlas.
—¿Qué voy a hacer? —sollozó la albina en lo que desviaba la mirada de su reflejo.
Solo no quiero morir, pensó con desesperación en lo que se colocaba su pijama lanzándose a su cama y dejando que el llanto se apoderara de ella. Kaede pudo haber sido una egocéntrica y una caprichosa toda su vida pero siempre habia tenido un fuerte sentido de lo que era correcto y justo, por lo que la idea de sopesar la propuesta de Shima y dejar que Lucifer fuese quien tuviese la solución a su padecimiento suponía un gran esfuerzo pues sabía que aquello no era solo traicionar sus principios sino a la Orden de la Verdadera Cruz, pues no necesitaba saber todo al respecto para tener conocimiento de que hablar de Lucifer era pensar en el mismo enemigo.
Pero Kaede se estaba quedando sin salidas.
La muchacha ya conocia lo suficiente a Rin para saber que ya debia estar dormido pues era increíble pero probablemente dormía mas de diez horas diarias como si nunca en su vida hubiera dormido lo suficiente. Por lo tanto, Kaede prefirió dejarlo descansar y bajar al comedor pues de pronto no quería sentirse sola, y de paso quizás comer un bocadillo para distraerse un poco de aquella tristeza que la embargaba.
