Una estudiante de la Academia de la Verdadera Cruz como cualquier otra. Hay algo oculto en ella, algo extraño que no tiene nada que ver con que sea una aprendiz de Exorcismo, ni con su estrafalario aspecto, ni con que uno de sus ojos no esté a la...
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— ...Nosotros ya no queremos seguir a tu padre
— Es-esperen... —suplicó Ryuji en ese momento con impotencia —. Mi padre seguro que...
Konekomaru intentó detenerlo en el momento es que parecía querer abalanzarse —. ¡Bon, ya basta!
—¡Déjame!
—¡Bon! —exclamó uno más alto cargando al frenético niño—. ¿Qué pasa?
—¡Juuzo! ¡Mamushi! —se sorprendió Ryuji antes de señalar a los miembros que anteriormente habían manifestado su inconformidad—. ¡Dicen que quieren irse todos del templo! Tú, Mamushi... Shima, Konekomaru...¿se irán todos?
—Eso no pasará —aseguró el de cabello castaño con una amable sonrisa.
El niño en ese momento no se sintió más seguro con aquellas palabras, aunque tampoco es que hubiera forma de sentirse seguro cuando el templo en el que había nacido y crecido amenazaba con desaparecer.
—Desde la Noche Azul nuestra secta esta en una situación precaria—anunció Yaozo Shima durante una reunión ese mismo día —. Tras muchas horas de debate con el Monje Supremo llegamos a una conclusión : Myodha se unirá a la orden de la Verdadera Cruz
Todos se mostraron visiblemente consternados con aquella noticia, sobre todo Ryuji.
—Aunque haya cambios, no contradeciran las enseñanzas exorcistas de Myodha —continuó hablando esta vez Uwabami Hōjō—. El monje suporemo aceptó, alcen la mano los que estén de acuerdo.
Hubo un claro ambiente de confusión e indecisión, pero aquel niño se levantó con toda la determinación que tenía a esa edad y apenas pudo salir de aquella reunión ubicó rápidamente a su padre sin poder ocultar su emoción por lo que podía implicar unirse a la Orden.
—¡Papá! Oí lo de la orden de la Verdadera Cruz—exclamó Ryuji una vez pudo encontrar a su padre—. Te convertirás en exorcista ¿no?
Pero su respuesta no fue la que había esperado—. No, cuando formemos parte de la Orden serán Yaozo y Uwabami quienes se encargarán de todo. Los monjes no sufrirán tanto. Ya no tienes de qué preocuparte, Ryuji—dijo con una apenada sonrisa ante el rostro extrañado y ligeramente decepcionado del niño —. Papá está ocupado, nos vemos luego.
—Papá...
Aquel fue el desencadenante de una ferrea decisión que sabía que debía tomar si esperaba heredar el templo algún día, y lo haría con la determinación de poder proteger a todos y enfrentarse con el mismísimo Satanás de ser necesario para preservar el legado de su familia con todo el honor que ello implica. Por ello, no dudó en manifestar sus intenciones y dejar en claro que no había marcha atrás en cuanto tuvo la suficiente edad.
