72. 1 Paso Adelante / 2 Pasos Atrás

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Sábado a la mañana. Ni rastros de la tormenta que el viento se llevó, ni del viento que se llevó a la tormenta. El mar, el cielo, la playa brillaban limpios bajo un sol frío. Me desperté cuando te levantaste, te escuché entrar al baño.

Debería haber estado muerta de hambre, pero de sólo pensar en comer se me cerraba más el estómago, así que me preparé mate. Salí a tomarlo al sillón del deck mientras vos te duchabas. Si la temperatura subía un poco, tal vez fuera posible bajar a la playa al mediodía sin necesidad de abrigarse como para ir al polo.

No habíamos dormido mucho, y seguramente estabas cansado y resacoso como yo después de los últimos dos días. Sin embargo, los dos sabíamos que necesitábamos hablar de lo que pasara la noche anterior. Yo tomaba mate y fumaba, esperando ese momento sin pensar en nada en especial, la vista perdida en el mar. Lo dejaba llenarme de su rumor continuo, porque no me quedaban fuerzas ni ganas de prepararme para nada.

Viniste a sentarte conmigo trayendo un tazón humeante. Té de hierbas, a juzgar por el olor. Tus ojos se ocultaban tras tus lentes de sol. Nos quedamos mirando el mar, la playa, las gaviotas sin viento para planear. ¿Había tanto por decir que no quedaba nada por decir?

—¿Por dónde deberíamos comenzar? —preguntaste, sin cambiar de posición, sin mirarme.

Me encogí de hombros. —A veces el final es un buen principio. —Al parecer mi ironía estaba en mejor forma que nunca—. Siempre puedes rastrear las cosas hacia atrás tanto como sea necesario.

Asentiste.

Esperé en silencio. No quería empezar yo. Quería saber qué era lo que te interesaba hablar.

—Sí, tal vez —murmuraste, e hiciste una pausa, buscando las palabras en el horizonte—. Siempre dices que me amas. ¿Y aun así quieres que siga adelante y te deje?

No me apuré a responder, y resistí el tirón de la pose de que lo tengo todo tan claro, vení, pibe, que te explico.

—No estoy segura —dije con lentitud, obligándome por una vez a pensar antes de hablar—. Creo... No sé qué haría si alguna vez sintieras algo parecido al amor por mí. Quiero decir, ignoro si soportaría el peso de ser correspondida, menos aún por alguien como tú. Y al mismo tiempo, sé que esto es sólo otro de mis intentos por cagarla de la peor manera posible. Tal vez no quiero que estés conmigo el tiempo suficiente para descubrir todos mis defectos y arrepentirte de estar a mi lado.

Usé la bendita excusa de cebarme un mate para hacer una pausa. Aguardaste que continuara sin siquiera mirarme de reojo.

—No lo sé, Stu. Sólo sé que las dos cosas son verdad. Te amo. Y de todas formas vas a dejarme, así que imagino que preferiría que sea lo antes posible. Cuando me quede sola, los recuerdos de un par de semanas juntos serán más fáciles de manejar que los de un par de meses. —No te di ocasión de interrumpirme—. Como sea, es irónico cómo funcionan mi mente y mis sentimientos, ¿no crees? Porque cuando estabas al otro lado del mundo, y yo estaba convencida de que no había posibilidad de conocerte, te obligué a enfrentar lo que siento por ti. ¿Y ahora te pido que me dejes?

Creo que te volviste hacia mí, esperando que continuara, pero no pude prestarte atención. Era como si todo lo que pasara ese año se hubiera ordenado sin pedir permiso. Estaba mirando el rompecabezas terminado y acababa de recordar la imagen de la caja. Había algo mal. Algo no encajaba. Había armado un bonito molino de viento con tulipanes en flor. Pero yo había comprado el frente de una catedral gótica.

Prendí un cigarrillo, absorta en lo que estaba vislumbrando. Ahí estabas, sintiéndote un cretino por usarme, por aprovechar mis sentimientos para tratar de aliviar tus heridas por haber sido abandonado por tu mujer. Y acá estaba yo, sintiéndome una estúpida por prestarme otra vez al rol descartable.

A Este Lado - AOL#2Where stories live. Discover now