68. Lifetime

53 16 6
                                    

El invierno parecía haber recordado que estaba de guardia, y la temperatura descendió considerablemente luego de la caída del sol. C y Stu pasaron lo que quedaba del viernes puertas adentro. Habían coincidido que era buen momento para dedicar la tarde a la música, y probar y decidir lo que cantarían juntos durante la gira.

Tendieron la cama por enésima vez, aun sabiendo que pronto volverían a desarmarla, y se instalaron allí con agua caliente para sus distintas infusiones, guitarra, cigarrillos y libretas.

Pasaron un buen rato tocando y cantando a dos voces, porque C se negaba rotundamente a cantar sola o tomar la primera voz teniéndolo a él allí. Hasta que fue el turno de Stu de ir por más agua caliente. Al regresar al dormitorio encontró a C sentada en la alfombra, la espalda contra la cama, tocando Lifetime. Recordó que la noche anterior también la había escuchado tocarla. Y recordó algo más que ella dijera durante la cena, sobre las alusiones a él en sus canciones.

—Se suponía que no recordarías eso —sonrió ella.

Stu le dio el termo, dejó su té sobre la mesa de noche y se tendió de lado al borde de la cama, detrás de ella.

—Nunca lo habías mencionado —respondió, hablándole en voz baja al oído.

—Sí, lo hice. Siempre has sabido que estás escondido en muchas de mis canciones.

—Pero ahora que he escuchado esta última que hiciste, me pregunto por las otras. ¿Estoy oculto, como tú lo llamas, en otras canciones de amor que has hecho? ¿Como tu amigo? ¿Como cantante?

C volteó a mirarlo frunciendo el ceño, enfadada porque él le susurrara así al oído, porque los dos sabían que ella era incapaz de resistirse a nada cuando lo hacía.

Stu sonrió de costado, tendiéndole su libreta de letras. —Muéstrame —agregó en el mismo tono—. Quiero saber cada referencia a mí en tus canciones, por pequeña que sea.

Ella se inclinó hacia su boca. —¿Ahora?

Stu la besó como le gustaba, sin prisa y hasta dejarla sin aliento. —¿Quieres más? —susurró, sus labios rozándole la piel—. ¿Cómo me decías anoche? Gánatelo, pendeja.

C sonrió al sostener su mirada burlona.

—¿Sabes? Creo que no —terció pensativa.

Él alzó una sola ceja al escucharla. Le gustaba que jugaran a hacerse los indiferentes, cuando los dos sabían se estaban conteniendo para no saltarse encima.

—De acuerdo. Sigamos tocando.

—Muy bien. ¿Qué quieres que toquemos?

Su negativa le resultó deliciosa. Enredó los dedos en su cabello y volvió a hablarle al oído, disfrutando el escalofrío que le provocó.

—¿Eso significa que ya no quieres que te haga el amor?

C apeló a toda su fuerza de voluntad para encogerse de hombros. —No revelaré más secretos por un polvo —replicó, y le guiñó un ojo—. ¿Quieres saber más? Gánatelo, pendejo.

—¿Por un...? —Stu sonaba divertido y ofendido a la vez, su sonrisa jurando venganzas lentas y deliciosas—. Bien, pues. ¿Te gustaría que tocáramos Lifetime en la gira? No creo que Sanders se moleste porque se la robemos por unas semanas.

Ella rió por lo bajo y volvió a arpegiar los acordes de Lifetime. —Esta canción no me gustó hasta que te escuché hacer la segunda voz para Val Sanders —comentó—. La versión de estudio es tan prolija que resulta fría. Pero tu arreglo le agregó la emoción que le faltaba.

—Gracias —sonrió Stu, estirándose para tomar su té—. La psico-groupie acaba de meterte en problemas, ¿sabes? Ahora tendrás que cantar la parte de Sanders para que yo pueda cantar la parte que a ti te gusta que cante.

La expresión de C reflejó su contrariedad. Él le acomodó el cabello tras la oreja, sonriéndole con calidez.

—Canta, nena. Cántala para mí —dijo con suavidad.

Ella se ruborizó pero asintió. Tornó a mirar hacia adelante para superar su cohibición y comenzó a tocar. Cantó en voz baja, casi vacilante, que se fue haciendo más firme. Al llegar al estribillo, su tono ya era el habitual. Entonces Stu se le unió, haciendo la segunda voz tal como la hacía con Sanders.

C cerró los ojos y sonrió al escucharlo, sin distraerse de la canción, y continuaron hasta el último estribillo.

Pinta mi mundo
En colores brillantes
Sopla el viento
Que seque mis lágrimas
Tal vez me extravíe
Pero siempre regresaré
Porque una vida no basta
Para estar a tu lado.

Apenas la terminaron, C hizo la guitarra a un lado con cuidado y giró hacia él. Le sujetó la cara para besarlo. Él tomó sus manos echándose hacia atrás y ella trepó a la cama sin separar sus labios de los de él.

A Este Lado - AOL#2Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora