五十九

29 10 0
                                    

Es difícil describir lo que sucedió después sin sentir vergüenza alguna, pero las cosas están para contarlas, ¿no?
Mi hermano junto con Hyukwoo hyung llegaron por la parte del muro que cerraba el callejón y le dieron una paliza a Namoo y a los tipos. Quedé inconsciente a partir del momento en el que Jaesang hyung me cargó en brazos.

Sirenas de ambulancias, sirenas de patrullas.

«Creo que mamá se va a molestar», pensé dentro de mis mareos.

Desperté en una habitación de hospital. Toda mi familia se encontraba ahí. 

—Necesitamos oírlo de tí —dijo mi padre con firmeza—. Todo está bien ahora, pero necesitamos entenderte.

No pude retener un sólo pensamiento en mi mente en el momento en que comencé a contar mi historia empezando con un: "llovía cuándo lo conocí". Poco a poco fui desenvolviendo ese relato tan repetido y tan usado por mi garganta y corazón. Se sentía extrañamente nuevo para mí decirlo todo ya que al habérselo narrado a tantas personas en tantos momentos pensé que se volvería odioso contarlo una vez más. Pero no fue así. Fue liberador al mismo tiempo de lo que fue vergonzoso. Perdí la cuenta de cuántas veces mencioné las palabras vergüenza, decepción, tristeza, envidia, deshonra y sobre todo "perdón". Parecía como si hubiera vuelto a tener cinco años y admitía una bobada que había hecho.
Mi garganta ardió cuando mencioné todos sentimientos negativos hacia Jaesang hyung quién sólo me miraba desde la pared dónde se encontraba recargado de brazos cruzados. Se veía molesto, verdaderamente molesto.

—No me alcanzará la vida para pedirles perdón.

No me encontraba precisamente conectado y entubado a varias bolsas de suero por medio de catéteres. Sólo atendieron mis golpes y revisaron que no tuviera nada roto. Posteriormente tomaron mi testimonio cuando la policía entró a la habitación.

Mamá me miraba sin soltar mi mano. Sus labios no podían ponerse más rojos por el llanto y las mordidas constantes que se hizo mientras escuchaba mi historia. Ella sabía la primera parte de todo, se lo había contado muy superficialmente. Pero cuando los aditamentos en cuanto a mi sentir se hicieron presentes en mi narración ella dejó caer todas sus emociones sobre mi regazo. No tuvo la intención de ser silenciosa. Ahí fue cuando pensé que quizá todo eso que lloraba era lo que se guardó durante tanto tiempo. Lo que siempre deseó compartir conmigo: mi dolor.
No me hacía sentir bien, sólo había culpa.

Mi padre estaba sentado junto a mí. Él fue quién más preguntas me hizo. "¿Qué pensabas?", "¿cómo te sentiste?", "¿pensaste que el no decirnos nos eximiría de algún dolor?". A lo último respondí: "no, sólo hice el dolor más grande". Me abrazó con su brazo derecho y recargó mi cabeza en él. 

Una vez que terminé de hablar hubo un ruidoso silencio en la habitación.

—Ya lo sabíamos —dijo mi hermano.

La sensación del frío dejando mi cuerpo después de acercarme a una fogata es lo que sentía en ese instante. No sabía qué expresión poner ante esas palabras ni ante la seriedad de su rostro. Sus manos tenían los nudillos rojísimos por los golpes que le propició a Namoo. No entendía cómo la policía no hizo nada en contra de mi hermano al verlo casi desfigurar el rostro de aquel cabrón. Nunca había tenido la oportunidad de verlo tan enojado. Jaesang hyung siempre fue un chico tranquilo y tonto. El que le haya jodido la cara a alguien a puño cerrado repetidas veces. 

Sus ojos se clavaron en mí como si esperara una respuesta de mi parte. Yo no podía decir nada. No sabía exactamente qué decir. Cualquier "lo siento" se quedaba atrapado en mi garganta y lo único que emanaba de mí eran lágrimas y el temblor de mi cuerpo.

I guess this is KARMA [2Jae]Kde žijí příběhy. Začni objevovat