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—¿Te vas tan pronto, Jaebeom? —preguntó mi ex novia mientras se cubría con una manta.

—Mi hermano mayor me pidió que lo recogiera del gimnasio a las nueve —respondí vistiéndome—. Sé que apenas son las ocho, pero no te tolero mucho después del sexo.

—Pero sigues buscándome. Ten algo de coherencia en tus palabras, oppa.

—La que me citó fuiste tú.

—Yo no lo niego.

—Bien, entonces ya no me busques —le dije después de colocarme los zapatos—. Le prometí a mi madre que ya no cometería errores y este es uno de ellos.

Ella me miró con superioridad a la par que encendía un cigarrillo, soltando la manta y dejando ver su desnudo pecho.

—No importa cuanto pase, Jaebeom oppa, seguirás aquí. Esto es algo que ni tú ni yo podemos dejar.

Siempre que yo me sentía atrapado en una situación así para responder me imaginaba a uno de mis hermanos pasando lo mismo que yo. El pensar en Jaehwa siendo manipulada de esta forma por un imbécil o en Jaesang hyung de la igual forma hacía que me dieran agruras.
Así, podía defenderme. Mentalizándome que todo esto era una mierda, porque lo era.

—Yo sí puedo dejarlo, pero a veces estoy aburrido —respondí colocándome mi suéter negro—. De cualquier modo, ya no tendrás de qué preocuparte, no serán necesarios estos encuentros.

—¿De qué hablas?

—Nos vemos—añadí antes de salir de su apartamento—. O no, realmente no.

La noche me recibió con ese frío viento que tanto me gusta.
Había una gran diferencia entre los encuentros con mi ex novia a los que tenía con mi hoobae. No vale la pena decir que con ella son experiencias que pueden hacer que olvide algunas cosas, pero la mayor parte del momento suelo disociar y esperar a que acabe. La culpa y el repudio se apoderan de mí una vez ella se recuesta al terminar. 
Ella me da asco, el acto me da asco, yo me doy asco.

Por otro lado, las noches prohibidas en las que aquel chico me entregaba su cuerpo con todo el amor que su inocente corazón se permitía era un asunto totalmente diferente y sobre todo superior.
Su amor entre las sábanas y fuera de ellas fue un estándar que nadie ha podido bajar.
De todos los labios que besé posteriores a él, de todas las relaciones "románticas" que tuve, no hubo ninguna que superara la sencillez de alguien tan común y extraordinario a la vez como mi hoobae.

Era evidente que su huella en mi alma no sería borrada tan fácilmente. Mucho menos cuando esta parte del día me recuerda tanto a él.

Para mí, la paleta de colores del ocaso, la noche y el alba le pertenecen enteramente a mis recuerdos con él. Las luces que acompañan a la ciudad durante la oscuridad tienen su nombre en todas partes, el sonido de los grillos, el lejano bullicio de las personas, las señales neón, toda esa estética era de él y nada más que él. 

Choi Youngjae era tan brillante como el día, pero su amor era tan placentero y hermoso como la noche.

Él era una lenta canción que podía bailar cubierto por el cielo nocturno debajo de una linterna pública. Él era las luciérnagas sobre el húmedo césped nocturno. Él era el ruidoso silencio de la ciudad apagada. 

Él era la noche. Él era mis noches.

Mientras conducía, imaginaba cómo serían las cosas de no haberlo abandonado y luchar a su lado. Perdiéndome en acoplar cada canción que se reproducía en mis falsos escenarios mentales. Hasta que llegué a mi destino, no dejé de divagar.

—¡Jaebeom! —me llamó mi hermano sentado en el copiloto—. ¿Dónde andas? Estoy aquí desde hace cinco minutos.

—Ah, lo siento, hyung —musité—. Estaba pensando en cosas.

I guess this is KARMA [2Jae]Where stories live. Discover now