四十八

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Nos besábamos con fiereza. 
Era casi imposible para mí mantener el ritmo que mi hoobae había establecido para mí. Era yo quién era tocado y acariciado por él, era yo quién recibía todo lo que él quería darme, era yo quién estaba aprisionado, era yo quién lo estaba permitiendo.

Él se levantó en la madrugada a ir al baño. No me di cuenta de ello para ser honesto, por lo que me levanté sin cuidado al baño de igual forma y al estar frente a la puerta nos topamos de frente. Mi hoobae siquiera vaciló en tirarme del pijama para meterme al cuarto de baño y terminar de esa forma tan lasciva y comprometedora.

—Ya basta —murmuré entre besos, aunque realmente supliqué—. Tengo que hacer pis. 

Me dio a entender que sólo con esos roces de ropa de la parte baja le fueron suficientes en añadidura a los tan arrebatados besos que me dio.

—Descanse —dijo antes de darme un último beso.

Y se largó. Dejándome con una erección que no me iba a dejar orinar.

—Maldita sea —murmuré.


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Las cosas comenzaron a ser así. En la escuela, a escondidas de los demás, a espaldas de otros, en nuestros primeros lugares y en nuevos también. A veces sólo me sonreía con dulzura, otras veces con picardía; en ocasiones me guiñaba un ojo y en otras rozaba mis manos intencionalmente; en varias oportunidades me enviaba besos al aire discretamente y en otras me robaba besos en el baño o en salones de clase cuando ya no había nadie. Esos últimos eran mis favoritos.

Dentro de uno de los cubículos de los baños, me sentaba en la tapa del baño para posteriormente sentarse en mi regazo con sus piernas lo más arriba posible para no levantar sospechas de que literalmente dos cabrones se encontraban besándose como si su vida entera dependiera de ello.

Los pensamientos fugaces que llegaban a mí trataban de implantar en mi cabeza la idea de que Choi Youngjae lo hacía por despecho, adrenalina, por querer distraerse, por capricho, por sentirse con poder sobre mi hermano y sobre mí.
Pero hubo un día (en el almacén de conserjería de la facultad) durante el beso en el que el frenetismo se convirtió en pasión, sus manos me buscaban constantemente, cómo si yo no estuviera ahí o cómo si me fuera a ir en algún momento. Sus dedos tocaban mi rostro como si no creyera que fuera yo y abría sus ojos para mirarme con seriedad.

—¿Te encuentras bien? —pregunté mientras besaba su muñeca al tomar su mano.

—¿Por qué no lo estaría? —preguntó de vuelta con una erótica pero suave voz.

—Bueno, hasta hace un momento no dejabas de intentar reconocer mi rostro con tus dedos.

La oscuridad del almacén acentuaba con mayor enfoque las líneas horizontales de luz que entraban por la muy alta única ventana, justo detrás del cuerpo de mi hoobae, dándome ese panorama de un chico hermoso en los contrastes oscuros y brillantes del momento.
Ver cómo cerraba los ojos en ocasiones para sentir lo que yo hacía me estaba haciendo tener una idea de lo que realmente estaba pasando por mi mente.

I guess this is KARMA [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora