三十五

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—¿Qué es lo que hace aquí? —preguntó Choi Youngjae en susurros desde la puerta de la tradicional, monótona y casi vacía habitación de Shinpachi—. Bueno, reformulo mi pregunta, ¿qué hacía bañándose con Shunichi?

—Me encontró ebrio y me recogió —respondí vistiéndome con el pijama del otro lado de la cama—. En Japón son bastante hospitalarios con los invitados y amigos estúpidos, ¿no te parece?

—¿Ebrio? —inquirió como si lo que dije hubiera sido algo horrible—. ¿En la calle?

—¿Dónde más?

—¿¡Qué hacía ebrio en la calle!?

—Son demasiadas preguntas, ¿no crees? —mi cabeza dolía demasiado de sólo verlo. La resaca no estaba siendo un problema hasta que él llegó y gritarle que se largara no era una opción—. Si estoy molestando la paz de tu casa, no te preocupes, en cuánto se seque mi ropa me largo.

—No es eso —murmuró—. En realidad, estoy feliz de verlo —el volumen de su voz disminuyó en esas seis palabras—. Perdón si lo incomodé con mi reacción, es sólo no esperaba verlo aquí. Mucho menos desnudo con Shunichi en el baño de mi casa.

—Lo sé, perdona.

Hasta ese momento me rehusé a verle la cara. No podía. Me lastimaba. No podía ver a mi amado si mi hermano ahora lo amaba también. No podía amar a quién mi hermano le tiene ilusión. Sencillamente no podía.

—¿Shinpachi está cerca? —pregunté terminando de abotonar la parte de arriba.

—Está en la cocina —respondió nervioso.

—Bien —volteé a verlo. Estaba sonrojado y si no fuera por mi enojo yo también lo estaría. Era tan hermoso, tan delicado, tan sencillo. Sabía que lo que iba a decir me dolería demasiado pero no podía pensar en otra solución.

«Aquí no, es su casa».

—Quisiera hablar contigo como debe ser, mañana si es posible —dije—. Es algo importante.

Sus cejas formaron un evidente gesto de interrogación, pero la llegada de Shinpachi no le permitió indagar.

—Le traje infusión de manzanilla con un poco de lavanda —dijo el japonés—. Y galletas de mantequilla —las colocó en el suelo junto al colchón y se acomodó las gafas—. Puede dormir en mi cama, yo tengo un futón extra.

—Muchas gracias, Shinpachi, pero no te preocupes, en cuánto esté lista mi ropa me iré a mi casa.

—Es la una de la madrugada, senpai. No es conveniente.

«Pues no quiero ver ni a Choi Youngjae ni a mi hermano, ¿qué quieres que haga?».

Shinpachi volteó a ver a su hermanastro.

—¿Vas a querer dormir aquí, Kawauso-kun? —inquirió.

—Ah, no. Está bien. Ustedes... descansen —respondió reverenciándose—. Buenas noches.

Salió de la habitación y cerró la tradicional puerta deslizándola con tal lentitud que parecía que esperaba a que se le detuviera. Yo no lo haría. Aunque mis brazos exigieran tenerlo y mi corazón quería que se explicara por algo que evidentemente sé, mi mente y pies querían quedarse dónde mismo.

Me senté en la cama tallándome los ojos y las sienes.

—Tranquilo —dijo con voz suave mientras sacaba el futón blanco del enorme clóset que abarcaba toda la pared frente al pequeño colchón sobre el suelo—. Beba su infusión y con eso dormirá muy bien. Deje de pensar un rato y concéntrese en recuperarse. Lo que sea que esté pasando entre usted y Kawauso-kun no es relevante ahora.

I guess this is KARMA [2Jae]Where stories live. Discover now