十二

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Quise entrar al salón de clases al mismo tiempo que Choi Youngjae, pero este me empujaba para pasar primero. 

—¿Quiere moverse? —preguntó susurrando con notoria molestia.

—Pero si yo venía primero hacia acá. Fue tu aguerrida insistencia de querer rebasarme.

—Da igual, muévase.

Retrocedí unos pasos para que pudiera entrar. Caminé detrás de él hacia nuestro equipo para tomar mi mochila y útiles. Le dije que me retiraría de la escuela y eso haría.

—¿Está todo bien? —preguntó Youngsun al verme tomar mis pertenencias y probablemente darse cuenta de los círculos rojos que rodeaban mis ojos—. ¿Comenzaste a sentirte mal?

—Ah, algo así —respondí—. Me retiro por hoy, chicas, lo siento.

—No va a ir a ningún lado, sunbaenim —impuso Choi Youngjae con una disfrazada voz amable—. Le dije que no le tomara mucha importancia.

—¿Sucede algo malo? —inquirió Shunichi mirando a mi hoobae con preocupación.

—No tienes porqué preocuparte —le dije al chico, después dirigí mi mirada a quién no quería verme—. Estaré bien, no quiero que estés en disgusto preocupándote tú también.

Tomé mi mochila y le mentí a la profesora diciendo que me estaba sintiendo mal del estómago por tomar leche caducada, aunque esto último es una historia real, no era lo que realmente sucedió en ese momento. 
Mi malestar estomacal se debió a un amargo encuentro con un ángel. Un ángel herido al que le arrebataron sus alas y ahora no ve más que miseria. Yo era la miseria. Obviamente, eso no se lo podía decir a la docente, quién me sugirió pasar a la enfermería primero por algún medicamento genérico y posteriormente irme a casa si me sentía muy mal.

Oh, profesora, no tiene ni idea de lo mal que me siento.

Mi camino se vio saturado de imágenes de mi hoobae que aparecían en todos lados. Verlo tan cambiado y lejano me generó una ansiedad en mi corazón tan fuerte que ni la música de mis audífonos sacaban nuestra conversación en el baño una y otra vez. 
Sus palabras parecían estar entre cada línea de la canción, transformándola, hablándome a través de la voz de un cantante que no era él. 
Palabras de antes, palabras actuales. Se transformó en dos Choi Youngjae distintos gritándome por lo que hice, uno con dolor y otro con odio. Con la variable en común de que ambos me detestaban a niveles descomunales. ¿Podía soportarlo? No, claramente no.

Me dirigí a Posgrado, a ver a Jinyoung sin cuestionarme antes si este podía estar en clases. 
Entré cuando el profesor Kwak le estaba dando la espalda al grupo y me escabullí hasta el último asiento de la hilera de enfrente, sentándome detrás de mi amigo que escogió el pupitre que estaba exactamente enfrente del escritorio del profesor.

—¿Qué haces aquí? —inquirió susurrando con una expresión de disgusto que puso desde que me vió en la puerta.

—A ninguno de tus compañeros les molestó y tú me reclamas como si yo acabara de cometer un crimen —respondí murmurando—. No más indiferencia y odio hacia mí, ¿vale? Es suficiente por hoy.

—Vaya, y apenas son serán las ocho de la mañana —replicó—. Eso sí es tener un día miserable. Bueno, una mañana miserable. ¿Qué sucedió?

—¿No debes tomar la clase?

—¿Preguntas eso cuando literalmente entraste a una clase de posgrado a la que no perteneces sin importarte si el profesor se molestará?

—Buen punto.

—Pero tienes razón, espera a que termine la hora del profesor Kwak. Es mi favorita.

Aunque mi amigo era todo un admirador enfermizo de su profesor, tenía un buen fundamento para sus palabras. El profesor Kwak se caracteriza por dar una clase dinámica, interesante y a veces hasta divertida sin dejar su porte de elegante hombre serio. 
Él impartió una materia en la licenciatura en la que nos dio clases a los chicos y a mí, posteriormente, Jinyoung al entrar al posgrado se enteró que también daba una clase ahí, razón por la que adora ir a la escuela.

I guess this is KARMA [2Jae]Where stories live. Discover now