四十一

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Mi auto estaba estacionado en un callejón localizado en medio de varios edificios. Era el sitio más alejado que se me pudo ocurrir ya que estaba casi en los límites de la ciudad, o al menos en lo más alejado.

El peliazul estaba sobre mí, en el asiento del piloto. Nos besábamos tal como la primera vez. La situación me daba la sensación de que había una historia perdida. Un hueco en nuestra trayectoria. Como si la emoción que estaba viviendo me hiciera creer que muchas de las cosas que sucedieron en el lapso poco antes de lo ocurrido con las fotografías y ahora jamás hubieran pasado. Un encuentro más entre él y yo durante la escuela preparatoria, pero modificado para hacerlo encajar con la actualidad. Nada pasó, todo continuó cómo era debido. No existieron esas fotografías, nada nos separó. 

Al menos eso era lo que persistía en mi mente.

Sus besos eran tan dulces e intensos que me costaba seguirles el ritmo. Él era quién dirigía todo, él podía hacer lo que quisiera de mí. Besaba mi mandíbula para bajar hasta mi cuello mordiendo justo en el centro. Eso me sorprendió en gran medida. Todo me sorprendía. Yo mantenía mis ojos cerrados dejando que él escribiera en mí lo que yo leería después todas las noches. 
En su aliento se percibía un ligero aroma a café dulce y tabaco. Esas húmedas y desesperadas exhalaciones golpeaban mi cara con la fuerza suficiente para darme a entender que las cosas estaban escalando.
Sus ojos me miraban desde arriba, contemplándome con cierta impaciencia redundantemente tranquila puesto que sus pupilas viajaban por todo mi rostro, pero sus cejas se fruncían hacia arriba en un gesto excitante e impúdico.

Me molestaba el poco espacio y la iluminación abundante. Fue después del mediodía, si alguien pasaba por ahí y nos veía estaríamos en muchos problemas. Aún así, eso era lo más excitante.

Él sostenía mi cabeza como si deseara que no mirara hacia otro lado mientras nos besábamos. Posteriormente se tomó la molestia de dirigir mis manos hacia sus nalgas. Al estar vistiendo un pantalón de mezclilla negro, la gruesa tela obstruía mi tacto y lo que quería sentir. Sin preguntarle, sólo deslicé mis manos por debajo de su chaleco de lana negro para desfajar su camisa blanca y finalmente pasar hacia dentro de sus pantalones y ropa interior. 
Sentí como sonrió entre besos, parecido a retener una risilla, pero no dijo nada.
Lo atraje más hacia mí desde mi agarre hasta que no hubiera espacio entre nosotros en la parte baja de nosotros.

Mi teléfono sonó. 
Alzar mi culo con él encima para poder sacar mi teléfono del bolsillo lo hizo molestar.

—No responda —murmuró en mi boca—. Regrese esa mano a dónde estaba.

Respondí igualmente. Él dirigió su boca a mi pecho después de que bajó el cierre de mi chamarra gris.

—¿Hola?

Jaebeom —era Jinyoung—. Tengo la información suficiente de aquel bastardo, pero creo que difundirlo podría meternos en problemas de descubrirnos.

—No es momento, Jin —dije respirando pesadamente—. Ahora estoy ocupado.

—¿Estás en el gimnasio? Hasta hace poco acabó tu última clase, pensé que estarías aún en la facultad —hizo un silencio—. ¿Sigues mal por lo que pasó?

—Jinyoung, en serio, te llamo más ¡taaaarde! —mi voz salió en forma de exclamación al sentir el cálido aliento de mi hoobae justo después de abrir mi pantalón.

Iba a buscarte a tu salón, ¿sigues ahí o dónde estás? —preguntó con algo de enojo en su voz—. Espera, ¿estás cogiendo, Jaebeom? ¡Vaya que la tristeza te duró poco!

Colgué la llamada justo en el momento en el que boca de mi contrario hincado debajo del volante comenzó a cubrir la punta. Me dio la impresión de que sabía lo que estaba haciendo e internamente me sentí celoso.

I guess this is KARMA [2Jae]Where stories live. Discover now