十六

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—¿Ya habías probado las donas rellenas de la madre de Jaebeom senpai, Kawauso-kun? —inquirió Shinpachi.

—Sí, hace bastante tiempo —replicó sonriente—. Se convirtió en mi postre favorito desde el momento en el que lo probé.

Mi rostro comenzó a sentirse caliente. Temía que mis mejillas se tornaran rojas de forma tan notoria que todos se dieran cuenta. Me giré hacia abajo para tomar las trufas, jugueteando con el papel encerado que las envolvía fingiendo acomodarlas para entregarlas.
Yongsun inclinó su cabeza para verme directamente a los ojos.

—Si ya se conocían —susurró sonriente hacia mí aprovechando el bullicio—, probó los panecillos y esa es tu reacción ante sus halagos...

—¿Quieres una trufa? —le interrumpí extendiendo mi brazo con el postre justo en su cara.

—Claro —respondió con voz pícara y mirada acusadora tomando lentamente la trufa.

—¡Yo también quiero una! —clamó Hyejin.

—¡Y yo! —exclamó Wheein.

—Coman rápido que no falta mucho para que entre el profesor —indiqué repartiendo lo último y doblando la caja para posteriormente desecharla.

Mis nervios crecieron. El hecho de que alguien se percatara del efecto que Choi Youngjae tenía en mí era el equivalente a que me vieran desnudo.
No soy una persona que suele externar si alguien me gusta, detesto que eso se sepa por las burlas e interés exagerado que las personas prestan a eso. 
Al estar dentro de un grupo de chicas era totalmente esperado que los comentarios al respecto serían la comidilla de todos los días. Principalmente con estas chicas.
Me aseguré de que mi hoobae no haya notado mi tonta expresión para poder seguir aparentando seguridad ante su presencia. No debía ser insistente en ese tema hasta que se diera con naturalidad, pero su persona en sí hacía de mi mente un completo desastre.

Dejé que mis compañeros de equipo disfrutaran de las donas, trufas y tartaletas. Me senté apropiadamente en mi escritorio y envié un mensaje al chat grupal con la finalidad de externar mi emoción con alguien para no retenerlo a tal grado de sonreír como idiota a todo.

"Ama mis postres", escribí. "Lo volvió a decir. Y sonrió al comer las donas rellenas que YO preparé".

No esperaba que ninguno respondiera, era horario de clases. Sin embargo, el más propenso a estar en su teléfono durante el periodo contestó casi de inmediato.

"Duérmete un rato, hyung", respondió Yugyeom. "Por favor".

"Gracias, Gyeom, me encanta que compartas mi felicidad".

"La compartiría si no estuviera dependiendo de una persona a la que NO le interesas".

"Nunca dije que le interesara".

 "Pero actúas como si quisieras que así fuera".

Quise responder al instante, no pude. 
El más joven de mi grupo de amigos era el más centrado y con los pies en la tierra. Además, parecía ser adivino. 
Es verdad que para muchos es lógico imaginar que mi insistencia de acercarme a mi hoobae era porque existía una pequeña esperanza de que las cosas puedan volver a ser cómo antes. Y es que esa es la realidad.

"¿Y si está jugando contigo, hyung?", escribió Yugyeom. "Pensé en la posibilidad de que se esté portando amable de la noche a la mañana porque quiere vengarse de alguna forma... Volviéndote a enamorar, por ejemplo".

No puedo negar el horrible sentimiento que llegó a mí al leer esa hipótesis.
Era algo demasiado posible y por más que buscara excusas o formas de librarlo de esa acusación, no lo culparía de querer llegar a mí de esa forma.

I guess this is KARMA [2Jae]Where stories live. Discover now