—Dios, si realmente existes, dime ¿esto es una señal?

«...It's wearing me down...». (Me está desgastando).

—Sí, es una señal.

Recliné totalmente el asiento, recosté mi cabeza en mis manos y continué escuchando lo que sea que la intérprete tuviera que decirme. 

«...So I'm sorry (Así que lo siento),

But caring 'bout you is getting so exhausting (Pero preocuparme por tí se está volviendo tan agotador),

Doing things I swore that I would never do (Haciendo cosas que juré que nunca haría),

Never do (Nunca haría),

But I promise you (Pero te prometo)...

...I Promise you (Te prometo),

I promise to be honest (Te prometo ser honesta/o),

'Cause honestly boy I don't even want this (Porque, honestamente, chico, ni siquiera quiero esto),

Doing things I swore that I would never do (Haciendo cosas que juré que nunca haría),

Never do (Nunca haría),

But I promise you (Pero te prometo),

I pinky promise I don't love you anymore (Te prometo con el meñique que ya no te amo más)...».

—La diferencia es que yo no puedo prometer que ya no lo amo, amiga —dije como si le contara mis problemas a una conocida de toda la vida—. He llegado a un punto en el que no sé si esto realmente sea amor o mero capricho. Ha pasado tanto, pero no puedo dejar de pensar en ello.

—Entonces somos dos.

Me enderecé con la velocidad de un rayo apenas escuché la voz de mi hoobae del otro lado de la ventanilla del conductor.
Estaba inclinado, recargando sus codos en el filo de la puerta. 
Mi vergüenza se hizo presente en el momento en el que caí en cuenta que quizá haya escuchado todos mis desvaríos por él, guiado por una canción que recién conocí e identificando mi situación con la letra de esta como si el letrista la hubiera escrito para mí.

Él sonrió por mi reacción y rodeó el auto hasta la puerta del copiloto.
Mi corazón no latía, vibraba de lo rápido que trabajaba. Mis manos y pies comenzaron a sudar. No es como si no hubiera hablado con él antes, pero imaginarme que me escuchó hablando con el reproductor de música era humillante en niveles astronómicos.

Se subió justo a mi lado y al cerrar la puerta de su lado, sacó el brazo derecho a través de la ventanilla para mantener su cigarrillo fuera del auto.

—No sabía que fumabas —dije bajando el volumen de la música procurando no mirarle. Me incorporé nuevamente en mi asiento enderezándolo.

—En Japón es más común fumar tabaco que aquí —replicó en voz neutra—. Se me quedó el hábito y ahora no puedo dejarlo. Si le molesta, puedo apagarlo.

—No me molesta. Sólo mantenlo fuera al igual que el humo, si mi madre se percata del olor me asesinará. 

Escuché como rió levemente mientras apagaba su cigarrillo en una especie de cenicero de acero inoxidable que aparentaba ser un amuleto.

—¿Cree que ahora podamos hablar? —inquirió.

—Creí que eras tú quién no quería cruzar palabra conmigo. Te dije que yo estaba de acuerdo con eso.

—Quiero disculparme por eso —replicó acomodándose para verme de frente aunque yo lo evitara—. Volver aquí y convivir con usted una vez más, sin importar que hayan sido únicamente dos semanas, una vez más me quedó claro que usted es bueno —noté como su voz cambió ligeramente a un tono más triste—. Mantuvo su distancia como se lo pedí a pesar de lo grosero que fui con usted, siguió con lo suyo sin interponerse ni traer a colación nada de lo sucedido.

I guess this is KARMA [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora