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—¿Me dejan a solas con mi esposa? —pidió William a su madre y a Selene y ambas parecieron un poco reticentes a su mandato. La primera, seguro temerosa de que fuera a discutir con Elizabeth y la segunda porque quería seguir con él.

—¿Qué quieres? —le quitó la mano de su brazo Elizabeth a William, cuando se quedaron solos.

—Necesito explicarte lo que acabas de ver, amor—dijo William muy preocupado de lo que ella estuviese pensando.

—No tienes que explicarme nada. No me importa—respondió Elizabeth vacía y tan fría, como la brisa de aquella tarde, de la cual ella se protegía con una pelliza negra de hilera de botones.

—Se que si te importa, querida... mira debemos hablar de cosas del reino que están pasando. Te explicaré todo y sabrás que hacía Selene conmigo—insistió él.

—De verdad William, si es tu amante otra vez no me importa. —dijo Elizabeth, impacientándolo.

—Si te importa—volvió a contradecirla él, agarrándola de ambos brazos.

—Te digo que no—repitió ella con voz monótona—Si tienen algo, comprendo que eres un hombre que no puedes vivir sin copular.

—Tú estás celosa. Ella siempre te puso celosa—dijo entre dientes William, doliéndole que ella no reaccionara molesta como antes que no podía verlo con Selene.

—No estoy celosa, así que si otra vez la estás usando para darme celos no va funcionar—replicó ella con firmeza—ahora suéltame. Debo ir dentro.

—¿Así que no te importa saber que estábamos haciendo en la edificación del bosque?—la provocó él, ya harto de tanta indiferencia—¿No te importa saber cómo ella me la estuvo chupando?

Elizabeth sintió que algo ardió dentro de ella al oír estas palabras. Por eso, de un momento a otro, el calor de la ira se apoderó de su cuerpo, deshilando su frialdad y violenta empezó a darle golpes en el pecho a William, diciéndole que lo odiaba. William por primera vez en semanas la vio iracunda, y aunque sabía que estaba mal haberle dicho eso, aprovechó ese arrebato que le había provocado y se apoderó de su boca, mientras ella peleaba porque no se la cubriera, pero al final Elizabeth cedió a la atención y respondió a su beso enredando ambos sus lenguas y chocando sus labios, mientras se comían las bocas con frenesí. William, luego de esto, la cargó en peso y sin dejar de besarla la llevó al bosque, donde la luego la metió en la edificación, lugar donde se dejaron llevar por la pasión, porque William aprovechando que la tenía hipnotizada, la tiró en la cama y luego bajó la cabeza y le chupó el coño, cubriéndoselo completo, hasta que ella se vino en su boca por la calurosa fricción de su barba, como en el pasado, devolviéndole a él la vida, quien pensó que jamás volvería a sentir un orgasmo de ella.

—Maldito...—susurró Elizabeth, luego de la euforia del éxtasis, girándose en la cama, cuando cayó en cuenta que había caído en la trampa de él, como una estúpida.

—No habrás creído eso que te dije ¿verdad? —se apresuró a susurrarle William al oído, abrazándola a su espalda—Solo quería que reaccionaras y dejaras de comportarte cómo has venido haciendo, como si no sintieras nada; como si fueses una muñeca sin vida, ni emociones...

—Te odio...—susurró Elizabeth y reventó en llanto, entre sus manos, arrepentida de haberlo dejado hacerle eso. William intentó consolarla, pero ella no quiso que él la tocara y se paró tambaleante de la cama. —No debí caer en tus trampas...tu solo buscas otro hijo...solo buscas otro heredero para tus planes...—susurró Elizabeth, rota—Quieres que me embarace otra vez, necesitas otro hijo como instrumento...y nunca nos vas a querer de verdad, solo nos utilizarás...—Elizabeth cayó de rodillas en el piso, destrozada.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAWhere stories live. Discover now