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—Sí, efectivamente, está de encargo...—notificó más tarde el médico a William y a su madre, luego de que llegara y revisara a Elizabeth, quien seguía acostada en la inmensa cama, con los ojos cerrados, viéndose débil. —Tiene la presión por los suelos, por eso la debilidad, pero con el brebaje que mandamos a las criadas ya a preparar, irá reestableciéndose. Aunque todo parece normal tienen que cuidarla mucho en esta nueva etapa. Felicidades, su majestad por su heredero. Viva el linaje Bowes-Teck—concluyó el hombre, haciéndole una reverencia, mientras William sentía que el pecho se le hinchaba de emoción por la noticia, al igual que la vergüenza lo consumía por haber esclavizado a Elizabeth cruelmente, estando ella delicada, por estar gestando el bebé de ambos.

—Felicidades, cariño—le dijo su madre, luego de que condujesen el doctor a la puerta, atreviéndose a hacer algo que casi nunca hacía, tal vez por temor a la reacción de él: abrazarlo. William se sintió vulnerable por su muestra de cariño, pero no la rechazó, dejándola posarse un rato sobre su pecho, como tambien le permitió que le acariciase las mejillas, como cuando había sido su niño adorado. Cualquier enemigo que lo viese en ese momento se reiría de él, por verlo en ese momento dulce con su madre.

—Gracias madre—respondió a sus felicitaciones, tratándola de apartar suavemente. Ella entendió que lo estaba incomodando, así que separó y empezó a caminar de un lado a otro palmeando.

—¡Dios! ¡Un nieto! Yo sabía que estaba por pasar...ustedes todo el tiempo... en fin yo sabía que no iban a demorar sin tener criaturas. —dijo contenta, luego ofreció, mirando a Elizabeth en la cama, ajena a lo que ellos hablaban: — Si quieres me quedo con ella cuidándola...sé que tienes múltiples obligaciones, más ahora que está el rey Darcy...

—Tranquila, yo la cuido—dijo William, haciendo que su madre lo mirara conmovida, porque hasta hacia unos meses su hijo jamás le hubiese preocupado cuidar de otra persona. William estaba cambiando o más bien su verdadera esencia estaba volviendo a salir a la luz, gracias a Elizabeth, pensó ella con lágrimas en los ojos.

—Sé que sientes algo muy profundo por Elizabeth William—le dijo haciéndolo evadirla, porque se sentó al lado de Elizabeth—No tengas miedo a demostrar tus sentimientos. Eres un humano como cualquier otro y mereces ser feliz, no seguir aferrado a una máscara de frialdad que a la larga no te vaya llevar a ningún lado. —continuó diciéndole Beatriz, pese a que William parecía ignorarla deliberadamente— Elizabeth tiene carácter y puede llegar a cansarse, si tu sigues empeñado en fingir que no significa nada para ti. Piensa en ello, cariño.

William no le respondió a nada, pero cuando su madre salió del cuarto meditó sus palabras. Sí, estaba enamorado de su esposa, pero este sentimiento le provocaba vergüenza y terror, por eso por ahora le costaría decirlo en alto. Había sido duramente entrenado y una de las cosas que siempre se le había recalcado era que las mujeres eran solo para pasar el tiempo y para dar cría; no para algo más. Apenas tenía nueve años, cuando lo empezaron a introducir a los placeres sexuales, así que había repasado infinidades de coños, razón por la que había pensado que tenía esa lección aprendida, hasta que llegó Elizabeth a su palacio con su vibrante belleza, al principio había pensado que su deseo por ella era solo conseguir humillarle y hacerla bajar la cabeza, pero no, había resultado ser algo mas fuerte. Algo más intento. Ella se le había robado corazón.

¿Elizabeth lo querría tambien?, se preguntó de repente, acostándose tras ella, aprovechando para tocar su incipiente vientre. Ella se había visto muy triste cuando le dijo que lo de ellos no era un amorío, además estaba seguro que estaría muy molesta por lo que le había hecho en el bosque. La pobre tenía sus nalgas rojas por haberle pegado, se se había dado cuenta cuando le había puesto un camisón antes que entrara al cuarto su madre. Por suerte no la había asfixiado, como tanto le gustaba hacer con sus esclavas, porque le hubiese apenado que él doctor y su madre se diesen cuenta que hacia esas cosas a Elizabeth. Bueno ahora solo tocaba cuidarla como ordenó el doctor, por eso como buen enfermero la hizo tomar el brebaje que le trajo despues una criada y luego le colocó ungüento de hiervas en las nalgas a Elizabeth, mismo que mandó a buscar a uno de sus sirvientes de la puerta. Luego de atenderla, volvió a abrazarla, no queriendo soltarla nunca. Tenía que seguir tratando temas bélicos y negocios con el rey Darcy, pero se habían excusado con el mandándole un mensaje de disculpa, argumentando que tenía que quedarse con su esposa delicada de salud. Esto era increíble. El rey William Bowes- teck, desatendiendo temas de importancia real por una mujer, pero no cualquier mujer, sino la que lo volvía loco.





Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant