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William, a la mañana siguiente, se despertó con dolor de cabeza y con ganas de vomitar, última cosa que hizo luego de levantarse de la cama apresurado, despertando en el proceso a Elizabeth, misma con quien se había encontrado abrazado y que ahora lo había seguido hasta el baño, preocupada por su estado, mientras él de rodillas echaba la vida en un aguamanil que había encontrado.

—Voy a pedir a las criadas que te preparen un té. Anoche bebiste mucho, cariño. —le dijo ella, tocándole la espalda cuando las arcadas estaban menguando, entonces él se quedó extrañado de que lo tuteara, ya que en el reino eso solo lo hacía su madre y se sentía raro que otra persona lo hiciera, además se preguntó qué había pasado entre ellos la noche anterior para que Elizabeth lo llamara de esa forma tan cariñosa. Él recordaba la fiesta de los cortesanos, luego que había tomado...se quedó perplejo al recordar tambien que un sirviente que vigilaba a Elizabeth la había visto con el viejo Darcy, como tambien quedó mudo recordando que él le hizo una escena de celos a Elizabeth muy bochornosa.

—Ven William, siéntate en la cama—le pidió Elizabeth regresando al baño de decoración rustica y bañera de madera, luego de pedirle el té, mientras él se lavaba la cara y la boca en la encimera de piedra, avergonzado de su comportamiento la noche anterior— ¿Estas mareado? —siguió interrogándolo ella, mientras él se dejaba conducir fuera, aún conmocionado del ridículo que había hecho, viéndola que estaba deliciosa con una bata que vislumbraba ese glorioso cuerpo del que era poseedora y ahora lo hacía convertirse a él en un ser sumiso, algo tan indigno para un rey que se suponía era una representación de divinidad en la tierra.

—No estoy mareado—respondió él, sintiendo débil sus piernas, por eso se dejó sentar en la cama, mientras se agarraba la cabeza— Debo irme Elizabeth. Tengo compromisos.

—Sí, me imagino que con el rey Darcy, por eso del torneo. —dijo Elizabeth sentada al lado de él, pasándole el brazo por la espalda para abrazarlo.

—Así es. Debo mostrarle que todo está en orden en el campo y en la tarde habrá justa de exhibición para toda la corte. —respondió él, sintiéndose un tanto incómodo por aquella dulce intimidad. Ella a veces era contenida en ese aspecto, lo tocaba lo estrictamente necesario cuando no estaban teniendo sexo-porque ahí si hacían de todo-pero esta mañana estaba muy distinta, teniéndolo así abrazado, además dándole besitos en la barbilla. Él no supo cómo actuar ante la situación, solo la dejó hacer, estoico.

Elizabeth notó su reticencia y dijo:

—Anoche dijiste que no te abrazaba, ni te mimaba, así que ahora no te pongas tenso, William. Tu lo exigiste.

William arrugó la cara y respondió:

—Creo que anoche dije algunas cosas que no diría nunca.

—Sí, fuiste muy claro sobre tus necesidades más ocultas. —respondió ella, tomando su mano. —Entre ellas está la necesidad del afecto. Así que de ahora en adelante seré más cariñosa contigo como quieres. —agregó, poniéndosele enfrente para darle un beso, que William le correspondió. Él, como se sentía más seguro en el área sexual que en el sentimental, mandó su mano a su nido de risos, ya húmedo. Elizabeth solo gimió, mientras decía:—Espero que hoy no discutas con el rey Darcy por mí...anoche te aclaré que no hay nada entre nosotros. Él me abrazó porque yo estaba mal. Un contacto muy filiar, sin ninguna otra connotación de ninguna clase.

—Mmm—gruñó William, volviéndose a encelar, solo que esta vez no llevaba alcohol encima que lo indujera a exteriorizar sus sentimientos, así que no dijo nada, volviendo a avergonzarse de lo ridículo que debió haberse visto anoche. Nunca se imaginó que un hombre como él, pudiese hacer un espectáculo así, pero bueno esa preciosa mujer que tenía encima y a la que ahora le embonaba el pene para que lo cabalgara, lo tenía así.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora