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Elizabeth después de golpear al rey al se hincó ante su cuerpo y empezó a llamarlo con desesperación; entonces cuando tocó su cabeza y su mano quedó cubierta de sangre, se apuró a tomar una bata para cubrir su desnudez y luego corrió hacia la puerta para luego de abrirla, pedir ayuda a gritos. De inmediato se metieron a la alcoba los guardias que custodiaban afuera y dos de ellos subieron al rey a la cama, mientras otros revisaban si había en el cuarto un intruso. En ese momento entró la reina madre a la alcoba, con sus criadas, misma que ordenó que trajeran de inmediato al doctor, quien estaba abajo en la celebración con los demás de la corte y tambien pedía a las muchachas que atendiesen a su hijo, limpiándole la sangre. Los guardas, viéndose muy ceñudos, pensando que habían atentado contra su majestad, empezaron a hacer preguntas a Elizabeth, sobre lo que había pasado, pero de inmediato la reina madre la agarró y alejándola de los demás, la interrogó.

-¿Qué pasó aquí, muchacha? ¿Qué le ocurrió a mi hijo?

-Él intentó..., yo solo...solo me defendí...-contestó Elizabeth nerviosa, entonces rompió en llanto. -Perdóneme...yo no quería...discúlpeme por favor...

-Ya. Trata de tranquilarte. -le recomendó Beatriz, cubriéndola con sus brazos y dándose cuenta que había un candelabro que sobresalía debajo de la cama, objeto con la que de seguro la muchacha le había dado en la cabeza a su hijo. Eso podría llevarla a la horca si se enteraba la corte, porque abajo estaban todos los ministros que podrían acusarle de querer matar al rey y en realidad la muchacha solo se estaba defendiendo de la brutalidad de su hijo.-Llévenla a mis aposentos. -le pidió a una de las criadas. -Mi nuera argumenta que de repente mi hijo se desmayó, así que despreocúpense, que nadie ha atentado contra él. -dijo Beatriz a los guardias, cuando su nuera salió, entonces se acercó a la cama y con cuidado corrió con el pie al candelabro, hacia dentro, para alejarlo de la vista de cualquiera, así que cuando entró el doctor se mantuvo la misma versión, aunque él anciano no se creyó el cuento al revisar al rey, pero no quiso contradecir a la reina madre dama muy respetada por todos, porque esta le advirtió con los ojos que no dijese nada, así que solo se dedicó a curar la herida y luego a ponerle un vendaje.

-Solo está aturdido, no tiene herida en el cráneo. -explicó el señor, poniéndole sales en la nariz al paciente, quien gimió y siguió dormido. -Tranquila, probablemente dormirá hasta mañana porque le acabo de dar un brebaje para el dolor.

-Gracias doctor. -dijo Beatriz, mirando con dolor a su hijo, quien se veía tan vulnerable postrado en la cama, lástima que al día siguiente seguramente se despertaría como un basilisco, queriendo venganza contra la muchacha, pensó, pidiendo a los presentes que no contaran nada del hecho a la corte para que siguiesen disfrutando de la celebración y no quisiesen venir a abrumar a su hijo, mismo al que ella cuidaría toda la noche, porque a pesar de que fuese un desalmado, ella lo amaba. Reconocía que estaba devastada por su comportamiento, ya que ella había confiado que luego de su advertencia de que se iría, si le hacía daño a la muchacha, él no trataría de abusar a esta última, pero se había equivocado. Tal parecía que dentro del alma de su hijo ya no había ni un poquito de bondad.



***

William en la madrugada abrió los ojos y se sintió desorientado cuando se encontró con su madre y algunas criadas, entonces preguntó, llevándose las manos a la cabeza:

-¿Que me pasó? Estoy vendado.

-Trata de descansar, hijo. -le pidió Beatriz, pero William recordó de golpe lo que había ocurrido y se levantó furioso.

-¡Esa maldita intentó matarme!

-Salgan y guardarán silencio. -ordenó Beatriz a las criadas, quienes miraban al rey, con los ojos como platos, por lo que había revelado.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAWhere stories live. Discover now