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Elizabeth, quien se había vuelto a despertar y ahora se mantenía en posición fetal sobre su cama, mientras lágrimas surcaban sus mejillas, se sobresaltó al oír la puerta, por donde pasó el culpable de su sufrimiento, viéndose ebrio.

—¿Qué quiere? —le preguntó hostil, sentandose en la cama, deseando cachetearlo, por atreverse a venir, luego de engañarla con otras mujeres. Él se veía con la casaca y la camisa desarreglada, muy atípico de él, quien siempre era vestido con esmero por los sirvientes y Elizabeth dedujo que era porque debió haberse quitado la ropa, para poseer otros cuerpos...la imagen la hizo sentir enferma.

—¡¿Qué hacías con ese viejo?! —bramó él, tambaleándose, mientras la apuntaba con un dedo. Se veía peligroso, furioso, mas como esa musculatura y aquel tamaño, pero ella no se amedrentó.

—¿Qué viejo? ¿de qué me está hablando? —entornó los ojos ella, levantándose porque no lo quería seguir viendo. —¡Lo quiero fuera de mi habitación!

—Hablo del viejo Darcy ¿Por qué te encuentras a solas con el! ¡POR QUE! —se acercó él, temblando.

—¡Salgase ya mismo! —le gritó Elizabeth indignada—¿Cómo se atreve a reclamarme algo cuando viene de estar con otras mujeres?

—Dicen que hasta lo abrazabas—la agarró él de los dos brazos, ignorándola, con ella tratando de zafarse—¿Por qué lo abrazabas cuando a mi casi no me abrazas?

—¿Qué? —se sintió descolocada Elizabeth, por ese reclamo tan impropio de un hombre que no demostraba emociones. —¿Que... dice? Si es a usted que no le gustan mis abrazos. En privado se pone tenso y en público siquiera podría pensar en abrazarle para no avergonzarlo, frente a los demás.

—Si me gustan. —confesó él con voz arrastrada—Todo lo que tú me haces me gusta. No sé qué me hiciste, que hechizo me lanzaste, pero eres la única mujer que vive en mi mente. Y no estoy contento, con lo que tú me haces sentir. Me siento indigno, menos fuerte; confuso y temeroso. Me quitas mi poder. Ya hasta mi corte piensa que tú me mandas. No me gusta esto. ¡No me gusta!

—Mire, si tanto yo le molesto; no sigamos con este intento de relación amorosa...continúe con su vida de antes...no voy a detenerlo...

—¡Claro! como ahora tienes a ese viejo, te quieres deshacer de mi—reclamó el rey, pegándola a su poderoso pecho. Elizabeth sintió su bulto, a través del camisón y para su mala suerte, deseó olvidarlo todo, besarlo y recibirlo dentro. —¿Qué te ha prometido? Yo puedo darte más...solo tienes que pedirlo...

—Está borracho...—se quejó ella, cuando él intentó besarla, jamás imaginando ver al rey así de sensible. —¿Qué me puede prometer? Soy una mujer casada. Está diciendo exabruptos.

—Ahora no quieres ni besarme...—dijo el dolido cuando ella le quitó el rostro—Me imagino que ahora solo hay abrazos y dulzura para él. Ya yo no te importo.

—Está diciendo estupideces. El rey Darcy y yo no tenemos nada. Ese señor podría ser mi padre y solo estuvo brindándome apoyo en el jardín cuando me puse melancólica—se defendió ella, zafándose, empujándolo—además no entiendo estos reclamos...usted es reacio a mis muestras afectuosas y solo me contengo de no ser muy cariñosa para no incomodarlo y provocar que me rechace. Además, si no estuviese preocupada por usted, ni siquiera le habría dicho nada de la justa y mire como usted me respondió, todo odioso y frio, dándome a entender que yo no tenía derecho a meterme en sus cosas...así que entendí el mensaje, sigue sin verme como su mujer, su confidente y lo entiendo, así que ya váyase...—soltó Elizabeth cansada y agotada, sentandose en la cama—Porque, si para usted es difícil sentir cosas por mí, para mí lo es el doble, porque tengo que vivir con el miedo de que usted nunca cambie y siga siendo el mismo cínico y prepotente de siempre, que no puede aceptar sentir cariño hacia otra persona. Sé que esta relación es casi imposible que funcione, usted es un rey de sangre pura, mientras yo soy una plebeya hija de una ramera. Usted nació para estar por encima de los demás, para tratar por encima a los demás. Usted fue criado para pisotear y para tomar todas las mujeres que se le tiran encima emocionadas de complacer a un rey. Sé que no hay cabida para mí en su vida, más que para ser la mujer que va darle sus herederos y mi deber es aguantarme las infidelidades del rey supremo, pero sepa, a mi tampoco me gusta ese panorama, porque no quiero compartirlo. ¡No quiero! Porque más que un rey, lo veo como el hombre que yo quiero para mi sola...así que no entiendo toda esta burla, reclamándome estas cosas sin sentido cuando yo soy la que mas pierde aquí. ¡No entiendo por qué me reclama un abrazo filiar hacia un señor, que solo me consolaba de lo herida que me sentía de saber que usted estaba en una orgia, faltando a la palabra que me dio que nunca me engañaría! —culminó ella levantándose y temblando.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAWhere stories live. Discover now