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Elizabeth se sobresaltó cuando salió del baño y se encontró en la habitación estaba la reina madre, viéndose supremamente preocupada. No tuvo que ser adivina para darse cuenta que ella debía saber lo que había hecho con su hijo, ya que se fijó que en ese momento dos criadas cambiaban las sábanas de la cama, tomando las anteriores, que eran la prueba de su vergüenza.

—¿Estas bien? —le preguntó aquella dama madura, mirándola aflicción con aquellos profundos ojos azules parecidos a los del hombre que había poseído su cuerpo, una hora atrás.

—Yo...si...—contestó Elizabeth, sin atreverse a mirarla, al tiempo que una criada le traía un vestido para ayudarla a ataviarse, puesto que ella tenía una mullida bata que había tomado del cuarto de baño. La reina madre esperó que ella fuese cambiada y peinada por las criadas para pedirles que las dejasen a solas, entonces preguntó con una voz su voz impregnada de terror. —¿Se atrevió a abusar de ti?

No.respondió Elizabeth en un susurro, viendo como la dama soltaba un suspiro de alivio, pero su rostro se llenaba de desconcierto, entonces le agregó: —Lo que hicimos fue con mi consentimiento.

Elizabeth sé que esto es muy privado, pero ¿qué te hizo cambiar de opinión respecto a cumplir tus derechos conyugales? —se atrevió a preguntar la reina, oyéndose tan protectora como si fuese su madre. —Tu aún estás muy afectada por lo que te hizo William y no comprendo cómo es que luego de que te viene a reclamar furioso por lo que hiciste, terminaran intimando.

—Yo...su hijo me...atrae. —respondió Elizabeth, dándole la espalda y sintiéndose muy mal de decir aquellas palabras tan ciertas, aunque hubiese sido mentira que fueran el motivo principal de la entrega. Era mejor no contarle nada a la madre de su esposo, ya la pobre sufría mucho con las cosas que hacía su hijo para agregarle que la había conseguido a base de un chantaje.

—Oh...—susurró la reina madre, pareciendo muy sorprendida, luego sonrió. —Bueno ciertamente mi hijo es bastante atractivo, si ignoramos su carácter, pero...

La dama detuvo la frase al darse cuenta que Elizabeth se llevaba una mano a la boca y empezaba a temblar.

—Discúlpeme su majestad, pero me gustaría estar sola. —le pidió ella en un hilo de voz, no pudiendo evitar que otra vez el sentirse ramera por lo que le había permitido al rey, la hiciese desmoronarse.

—¿Él te violó muchacha y te amenazó para que no me lo dijeses? —la agarró del hombro la reina madre, reprendiéndose por haberla dejado sola cuando William entró furioso a reclamarle a la joven. —Dímelo ya.

—No, ya le he dicho que fue porque yo quise. —respondió Elizabeth—De veras, se lo juro. Estoy así por otra cosa.

—¿Qué cosa?

Elizabeth caminó hacia la cama y miró a un punto indefinido de la habitación, entonces cuando Beatriz pensó que no iba a hablar, la joven susurró:

—Tiene que ver con mi madre.

—¿Qué hay con tu madre? —se acercó la reina a sentarse a su lado. —Sabemos que murió y te dejó con las monjas.

—¿Cómo que lo saben? —preguntó Elizabeth exaltada.

—William mandó a investigarte antes de que te casaras con él y bueno yo tambien hice mis propias averiguaciones. —contó la reina, encogiéndose de hombros. —Ibas a entrar al palacio y era necesario saber todo lo que pudiéramos de ti.

Elizabeth se paró de la cama abrumada, luego se giró y preguntó:

—¿Entonces saben que mi madre era...?

—Sí, sabemos a lo que se dedicaba. —respondió la reina al ver que ella no terminaba la pregunta. —La abadesa superiora del convento le explicó todo a mi informarte y tambien a los de William.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora