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Elizabeth abrió los ojos a la mañana siguiente y se encontró en el poderoso pecho del rey, quien estaba debajo de ella en la cama, dándole calor. Así que no había sido un sueño y sí había pasado, pensó separándose un poco de él, para admirarlo dormido. Él rey, la noche anterior había aceptado que significaba más que un encamamiento, para él, como tambien había aceptado tener una relación sentimental con ella. Elizabeth recordó haberse dormido en algún momento cuando hablaban, por la debilidad, pero habían alcanzado a conversar temas variados, sobre sus gustos y aspiraciones. Elizabeth se había sorprendido cuando él le contó que escribía poemas de vez en cuando, la reina madre le había dicho que lo hacía hecho de niño, pero ella había pensado que, por su cambio al ser sacado del reino, ya no debía hacer una tarea tan dulce y sensible. Él mientras le contaba esto, le prometió escribir uno para ella y Elizabeth se sobrecogió de emoción, por eso lo había abrazado y besado, agarrándole las mejillas, de una manera tan efusiva que él había parecido nervioso. Ella sabía que se sentía extraño y reacio ante el afecto, pero lo había retado a quitarla, mientras lo besaba por apasionadamente, pero él, simplemente se resignó a su comportamiento amoroso y la había acompañado respondiendo a sus atenciones. Se comieron las bocas un rato, hasta que volvieron a hablar de ellos. El rey tambien había parecido muy interesado en sus cosas, le había preguntado cómo había sido su vida en el convento, ella le había contado toda su niñez y sobre su carácter siempre rebelde que había alterado a la madre superiora y las demás monjas, él rey había sonreído y le había dicho que no le extrañaba que ella hubiese sido así.

Sé que sabe que hacia mi madre—le había dicho ella de repente sombría, con el poniéndose serio y solo asintiendo. —¿Por qué nunca se ha burlado de eso? —había preguntado ella. —Por qué nunca me ha echado en cara que soy la hija de una ramera.

Porque soy cruel y despiadado, pero no llego a esas bajezas Elizabeth—había replicado él, pasándole un mechón hacia atrás, abrazado a ella a la cama—He conocido a muchas rameras de burdel y se la vida que pasan; a veces son obligadas desde muy niñas a prostituirse, además tú no tienes la culpa. Nosotros no elegimos a nuestros padres.

—¿Cómo se llevaba con su padre? —le había preguntado ella al ver la tristeza en su mirada azul— disculpe, ni siquiera se quién es el mío y me gustaría saber que se siente tener uno.

Mi padre era una muralla, nunca vi alguna emoción en él y pues... digamos que era el militar por arriba de mí, en vez de mi padre, así que no tengo mucho que contarte lo que es tener un padre, ya que siempre le dije, su majestad—había respondido él con la voz turbia y luego había cambiado el tema, seguro tenso por estar soltando cosas. Otra pregunta que le había hecho es sí aún seguía aborreciendo ser su reina, ella había sido sincera, le había dicho que aún no se creía del todo lo que había pasado, pero que ya se había adaptado y hasta sentía que era su lugar. Ahí debió haberse dormido porque no recordaba más, pero con lo que le había dicho, había entendido más de él, de cómo se había desarrollado su personalidad fría, ya que jamás tuvo cariño paternal y encima lo habían separado de su madre. Ella se había aguantado preguntarle sobre eso, para que no se pusiese a la defensiva como la otra vez, pero con ese hombre se iba paso a paso, ya había conseguido bastante y no debía echarlo por la borda, siendo imprudente, se había dicho y se volvía a repetir, mientras le tocaba la cara, con él mordiéndole los dedos.

—¿Cómo sigues? —le había preguntado sentandose, entonces Elizabeth siguió su mirada y vio su erección llena de venas, aguándosele la boca inmediatamente. Ella a veces se preguntaba como lograba albergar semejante bestia en grosor y largo, pero él sabía excitarla para que le cupiese adelante y atrás como había comprobado ayer. Ese recuerdo del placer recibido la perturbaba —Pasa en las mañanas. —le explicó él curvando la boca en una bribona sonrisa, sacándola de sus cavilaciones—Sé que la quieres, pero debes descansar como dijo el médico.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora