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Elizabeth cuando terminó de hablar con el rey Darcy Al-fallet, se quedó con la impresión de que era una persona muy agradable, ya que el mismo se le había acercado al verla tambalearse, asistiéndola para que no sé desmayara y hasta había dudado en irse dejándola así en el jardín, pero ella lo había tranquilizado, cuando vino un consejal de él a buscarlo, diciéndole que siempre le pasaba esto si no desayunaba bien, cosa que era mentira porque si había desayunado, además ella no se recordaba así de enferma como esta mañana: Estaba mareada, tenía ganas de vomitar y solo deseaba tumbarse a dormir. ¿Qué le estaría pasando? No había querido decirle nada a la reina madre, quien ese momento estaba confesándose en la capilla del palacio, para no preocuparla, pero los malestares se le estaban incrementando cada vez más, por eso inspiró y exhaló para ver si le pasaba este horrible deseo de querer devolver el desayuno que había ingerido antes de salir a tomar aire.

-Veo que insistes en desafiarme-oyó ella la voz de su esposo y se giró a mirarlo. Entonces se topó con sus ojos azules fríos como el hielo, su mandíbula tensa y sus dientes apretados. Ella se imaginó que se estaba refiriendo a la orden de no verla hablando con otros hombres, por eso con un gesto indiferente decidió ignorar su reclamo:

-Buenos días para usted tambien, su majestad.

-Ya estoy cansado de tu comportamiento altanero, Elizabeth-la agarró él del brazo, no tomando de la mejor manera su sarcasmo. Se veía furioso-no estoy acostumbrado a que se tomen a burla mis mandatos. ¿Qué hacías caminando sola con el rey Darcy? ¡Yo soy tú marido y me debes respeto!

-Usted mismo lo ha dicho: Estaba caminando, no estaba haciendo nada malo-replicó ella tratando de soltarse de su agarre, pero él la apretó más-¡Suélteme ya! Si ya de por sí es insufrible; celoso es peor.

-¡Yo no estoy celoso! ¡No te reclamo porque me intereses de forma romántica, sino porque debes tener un comportamiento respetuoso siendo mi reina y yo necesito herederos legítimos; no hijos de tus amantes! -la contradijo él, temblando y Elizabeth solo soltó una risa como si todo lo que hubiese dicho le hubiese importado muy poco, gesto que lo hizo hervir de rabia, por eso la pegó a él y agarrándole ambos brazos la amenazó:

-Voy a castigarte por esa actitud insolente y altanera, Elizabeth...La paciencia tiene un límite y hoy lo has rebasado. ¡Ya bastante te he aguantado, pero hasta aquí llegué!

Elizabeth tragó saliva, pensando en que quizá se refería a que iba esclavizarla. Él se veía bastante iracundo y quizá esta vez no tendría piedad de ella. Debió mantener la boca cerrada y no desafiarlo contestándole, considerando que ella se sentía bastante mal aquella mañana y que además le daba pánico que le pusiese cadenas, recordándole aquella horrible primera vez en que la había lastimado, sin ella poderse defender; pero no había podido evitar revelarse ante la situación injusta porque ella no estaba haciendo nada indebido, mientras él la engañaba con varias de sus amates e incluso una había vivido allí y él se la había paseado por la cara.

-Yo tengo mi conciencia limpia, su majestad-le levantó ella la barbilla con dignidad, sin poder controlar su lengua-Si usted me hace algo, sería una injusticia, considerando lo que usted me ha hecho a mí.

A William los ojos azules le llamearon ante su respuesta, ya que había pensado que por fin se callaría por su amenaza, pero no, esa mujer era tan orgullosa como si por sus venas corriese sangre real y antigua como la suya; como si no fuese una plebeya que sus padres abandonaron y estaba destinada a bajar la cabeza ante sus reyes. Bueno, que aterrizara, porque ella jamás estaría arriba de él, pensó ahora tomando uno de sus brazos para agarrarla en peso y llevársela en su hombro mas tarde. Elizabeth se indignó por su comportamiento salvaje, pero dejó de luchar al sentir un mareo, así que dejó que él se la llevara por el bosque, hasta que llegaron a la edificación rectangular que él tenía destinada para llevar amantes y donde habían hecho el amor varias veces, entonces cuando entraron a la estancia llena de luz, gracias a la vidriera del techo, la depositó en la cama, con ella mirándolo furiosa. William por su parte, de inmediato buscó en una esquina un baúl donde tenía implementos de tortura, sacando unas cadenas, que hicieron que los ojos verde plata de ella se abrieran de impacto. Su gesto hizo que a él se le hinchase el miembro, además del hecho que él le recorrió ese delicioso cuerpo y se dio cuenta que debajo de su vestido ya sus pezones se remarcaban erectos, seguro por la expectativa de lo que le venía. Estaba asustada de que si cumpliera su amenaza, pero tambien excitada. Eso era buena señal, porque quería empezar a esclavizarla y ya no quería esperar mas. Tenía que hacer que superara su trauma de ser encadenada aquel día, pensó.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora